Capítulo 5 [FINAL]

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Cuando el avión aterrizó, ambos sintieron la emoción y las ganas de querer bajar de inmediato.
Pidieron algunas indicaciones para llegar a un hotel y así ir a las aguas termales que era su destino inicial.

—¡Es grandioso Mikey-kun!— exclamó Takemichi viendo el magnífico paisaje de las aguas.

—Vamos Takemicchi. No veo la hora de disfrutar esto— emprendió paso el ojigris y apurado se metió ahí.

—Ten cuidado— murmuró el ojiazul y camino para así acompañar a su esposo.

Disfrutaban el agua caliente, que de alguna manera los relajaba. Ninguno dijo nada por diez minutos, hasta que el Hanagaki habló.

—Mikey-kun— lo llamó.

—¿Pasa algo?— preguntó el Sano.

—Eh. Este lugar está reservado para nosotros dos ¿No?— Takemichi sentía un poco de vergüenza al preguntar eso. Así que se ocultó bajo el agua.

Mikey mientras tanto trataba de captar la indirecta de su esposo, y al darse cuenta un gran sonrojo decoro su rostro.

—¿Quieres hacerlo aquí?— desvío su mirada a un árbol de decoración.

—No, no , no— trató de negar el azabache.—Pero es que, estas tan lindo que tengo ganas de hacerte mio—.

Con aquello dicho se miraron, y en un instante ya se encontraban en un ardiente beso.
Estaban desnudos después de todo, la ropa no interferia más desde que se quitaron las yukatas para poder entrar en las aguas.

Tenían el lugar solo para ellos. Pagaron por estar ahí, podían hacerlo y nadie se quejaria.
Takemichi acorralo a Mikey y lo observó atentamente.

Aún tenía los pezones hinchados por jugar con ellos esa mañana. No le había dejado chupones, porque sino Draken se daría cuenta de eso.
Así que comenzó a besar delicadamente el cuello del ojigris, dejando pequeñas marcas y haciendo que se notasen en la pálida piel de Mikey.

—Micchi. Ah— gimio al sentir una mordida en su cuello.

—Lo siento. Me emocione— se disculpó el Hanagaki dándole un beso en los labios.

—Aceptaré tus disculpas, pero sólo si puedo hacerte lo mismo que me hiciste— propuso con una sonrisa picara el pelinegro.

—Está bien— se terminó rindiendo y dejó que Mikey hiciera lo que quería.

El ojigris se puso encima suyo y comenzó a lamer el cuello de Takemichi, repetía lo mismo que le había hecho, las marcas de que el había estado ahí eran muy notorias, al igual que también la mordida que le dio para devolverle el dolor que sintió cuando se la hizo.

—Man-jiro—jadeo el ojiazul al sentir los dientes de su esposo incrustarse en su piel.

Como respuesta, escuchó una risita del pelinegro.

—Tomame aquí, Takemicchi— procedió a susurrar Mikey en el oído del azabache.

El Hanagaki lo ayudó a cambiar de  posición, podía ver el trasero y la entrada de Manjiro con mucha claridad.
En el rostro del contrario, se veía como pedía silenciosamente que lo penetrara con fuerza en aquellas aguas termales. 

Takemichi acomodo su miembro en el agujero de su esposo y poco a poco lo fue metiendo.
En respuesta, recibió un gemido de Mikey, que sentia como entraba el pene del ojiazul en su interior.

Empezó a embestirlo poco a poco haciendo que el pelinegro se aferrara al piso de madera, era un experiencia única, jamás lo habían hecho en aguas termales o en un lugar donde lo podrían descubrir.
Esto emocionaba demasiado al Sano, y esta emoción fue aumentando cuando sintió como el miembro de su marido se movía cada vez más rápido.
—Más rápido Take-micchi— dijo en un hilo de voz.

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