Dioses Persas

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Existen varios dioses persas. Los persas ―en el territorio de la actual República de Irán― adoraban a la naturaleza y a los astros. Tenían dioses entre los que se hallaban Mitra (dios del sol) y Anahita (diosa de las aguas fecundas). Se realizaban sacrificios animales, los sacerdotes que llevaban a cargo estas ceremonias se llamaban «magos».

Los persas poseían una colección de textos sagrados llamada Avesta, compuesta en idioma avéstico ―al igual que más tarde (desde el [[siglo VII a. n. e.|645 a. n. e.) los hebreos compondrían su Biblia―. Su religión cambió y pasó a conocerse como la religión de Zoroastro. Esta religión no era politeísta, sino que creía en un dios único, Ahura Mazda. Él rechazaba los sacrificios y exigía la práctica de las virtudes (sabiduría, honestidad, etc.) para alcanzar la vida eterna.

Esta religión experimentó varios cambios, como cuando se transformaron en creyentes del Bien y el Mal.

Ahura-Mazda u Ormuz

Cuando llegó el momento en que debían nacer los hermanos gemelos, Zurvan le prometió a su primogénito que habría de gobernar el mundo

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Cuando llegó el momento en que debían nacer los hermanos gemelos, Zurvan le prometió a su primogénito que habría de gobernar el mundo. Ahura Mazda, a quien se le otorgó el don de conocer el futuro, le dijo esto a su hermano. Entonces Ahriman, con el propósito de salir primero, mintió diciéndole a su padre: «Soy Ahura Mazda, tu hijo». Pero Zurvan no se dejó engañar y respondió: «Mi hijo es luz y aroma, pero tú eres oscuridad y hedor. Entonces Zurvan comenzó a llorar.

Ahura Mazda ―que por fusión de ambos nombres se redujo a Ormuz― es el gran dios de los persas, él es el sabio cuyo conocimiento no posee límites: creo el sol, la luna y las estrellas.

Dió el ser a la Buena Mente, que opera dentro del hombre y de toda la creación.

Ormuz creó seis dioses: el primero, autor de la benevolencia, el segundo de la verdad, el tercero de la justicia, de las riquezas, del placer que acompaña las buenas acciones, etc.

La religión de Ahura-Mazda era la religión de los reyes no la del pueblo, el pueblo adoraba a los cuatro elementos; luz, agua, tierra y viento.

El emperador Darío II tenía particular devoción por él, y le llamaba "el más grande de los dioses".

Ahrimán

Ahrimán

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