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El lugar se estaba volviendo más lúgubre de lo normal, aquellos colores que le habían caracterizado estaban siendo opacados por la ausencia de luz diurna acausa de que las puertas y ventanas estuvieran bloqueadas por viejos tablones para impedir que el exterior pudiese mirar al interior. El miedo les hizo ser presas del pánico y la paranoia, hace días que esperaban que aquellas enorme puertas fuera derrumbadas para invadir y desalojar el lugar.

Pero para su sorpresa, nunca paso.

No había pasado nada desde que "él", esa entidad maligna tomó la ciudad.

Pasaron docenas de días y si bien, no eran los únicos que tenían miedo, los residentes aún no confiaban en que su gobernante un Undead, aún no lograban procesar que su Rey o más bien, anterior Rey les haya abandonado solo así como si nada.

Claro está que algunos lograron dejar estas tierras que fueron tomadas por un tirano que odiaba la vida, pero... se sentían abandonados. Si bien, era normal que los dejarán al ser el escalón más baja de la sociedad.

A demás de que no es como si tuvieran un lugar a donde ir, donde iniciar de nuevo.

Pasando el tiempo y con la poca información que podía extraer del exterior, un segundo problema les aqueja, la falta de comunicación con La Teocracia, esta se redujo a una probabilidad de 0%. No había forma de comunicación y menos el de pedir ayuda, alimentos u otras cosas.

Las bodegas poco a poco se fueron vaciado al ya casi llegar al medio año solar, más aún al atender a los enfermos, niños y mujeres que recidian en el lugar.

Anne, quién no era más que otra huérfana, había notado que las provisiones cada vez eran más nulas y en su preocupación siempre discutía con el Sacerdote sobre el asunto.

Atrevidamente le sugirió el pedir ayuda a Momon, aquel aventurero que se opuso al Rey en el primer día pero que ahora que era la espada del Rey, lograba proteger mejor a los ciudadanos.

Y no era broma, ya había visto a Momon hablar con los citadinos ayudándolos a resolver sus problemas, dudas o al poner al tanto de las situación.

- ¡Te dije que ya no debes salir!

El Sacerdote golpeó la mesa, él también era consciente de lo que pasaba pero estaba dispuesto a morir antes de pedir ayuda a Momon. Sabia que el hacerlo era pedir ayuda a ese Undead.

- Pero...

-¡Pero nada!

El hombre se acercó a la menor, tomándole por los hombros y sacudiendo su pequeño cuerpo.

- ¡Entiende! Para mi también es difícil esto, estamos atrapados y no hay salida.

Había tratado por todos los medios de enviar una carta pero esta jamás llegaba a su destino.

La Teocracia los había abandonado.

Pasando de nuevo los días, aquellas viejas preocupaciones se hicieron presentes esta vez, toda la noche no pudo conciliar el sueño y menos aun con el hambre comiendo sus entrañas. Todas las noches solo había pan viejo y agua, las legumbres comenzaba hacerse duras y viejas, la hierba seca en caldo no era más que un placebo para la mente y el cuerpo.

Desafinado toda autoridad de los mayores, Anne había decidido salir y pedir ayuda, mendigar por comida. Algo que fue difícil.

Si bien, el alimento en general no escaseaba pero tampoco abundaba como uno creería, nadie se había atrevido a darle la mano y menos al saber que era una huérfana de la calle. Por lo mismo las viudas y huérfanos ya había sido tomados por el Reino siendo apartados a una sección exclusiva para ellos.

El Reino Hechicero: Templo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora