Jules—Dios mío, mamá, te lo suplico—Dije, pasando mis manos por el pelo—. No voy a saludar a nuestros vecinos; ve tú si es lo que quieres, no me metas en relaciones sociales que solo son de tu interés, ¿acaso no te parece suficiente haber accedido a venir a este pueblo recóndito contigo?
—No puedes quejarte de la casa que tenemos ni de la tranquilidad. Además, nunca sales de tu habitación, no debería de importarte demasiado. Ahora, silencio, no voy a permitir que sigas hablándome con tal tono.— cuando mi madre acabó esa frase, sonó el timbre— Abre la puerta, Jules, serán los vecinos. Si no tardáramos tanto no tendrían que haber venido ellos. Ahora pensarán que somos otra familia rica snob más.
—Mamá, relájate y deja de poner pensamientos en la cabeza de las personas. Ahora, arréglate el pelo mientras yo abro la puerta.Cuando abrí la puerta, me encontré a la chica a quien le había roto el móvil hace unas pocas horas. Ella me miró mal y yo le sonreí.
—Hola, buenos días— dijo su madre—. Somos los vecinos de al lado. Solo veníamos a traeros una tarta que hemos hecho. Me imagino que estaréis muy ocupados con la mudanza y tampoco queremos molestaros mucho.
—No, tranquila. Pasen, pasen: mi madre se estaba arreglando un poco.
Ellas pasaron. Se quedaron observando la casa hasta que salió mi madre del curto de baño.
—Buenos días, queridas vecinas. Perdón por el retraso. Yo soy Esther y él es mi hijo Jules—dijo mientras le daba dos besos a cada una.
—Nosotras somos Miranda y Dalia, encantadas.
Se sentaron todas alrededor de la mesa y yo me fui al jardín a fumar. Era lo único que me mantenía tranquilo. No me gustaba estar con gente. Pasó media hora hasta que Dalia salió y se quedó de pie mirándome con cara de enfadada.
—¿Tan rápido necesitabas verme?
—Ja, ja, qué gracioso. Solo estoy aquí porque mi madre me ha obligado a enseñarte el pueblo. Así que levanta tu culo: nos vamos.
Me levanté cuando dijo eso. Empezamos a caminar: notaba su mirada en mí todo el rato. Obviamente sabía que era atractivo, ella también lo era, pero ni mucho menos estaba interesado en una niñita de mamá.
—¿Tan guapo soy para que me lleves mirando todo el camino?—Ella mira y veo cómo mira hacia delante y se pone toda roja—Vamos.—dije con una voz burlona—Pero, ¡no dejes de mirarme! Me gustaba.
—Vete a la mierda, idiota.— Me saca el dedo y se va por delante. Mi vista baja hasta su culo. Tiene un buen culo, para qué mentir. La vedad es que tiene buen físico, sus pechos no son ni muy grandes ni muy pequeños, tenía buenas curvas, buenos muslos y era guapa.
—Deja de mirarme el culo, gilipollas.—Me dice ella. En verdad, no sé cómo me he fijado tanto en ella, no sé ni por qué estoy aquí dando, una vuelta,. Supongo que es para que mi madre esté tranquila y se crea que tengo amigos.
Después de media hora sin hablar, llegamos otra vez a mi casa. Nuestras madres, por suerte, ya se estaban despidiendo. Yo entré a mi casa sin despedirme de Dalia y Miranda; no tenía ganas.
Ellas se fueron a los cinco minutos. Ya era tarde, oí a mi madre entrar, ordenar la cocina y luego subirse a su habitación a dormir.
Miro por la ventana y vi a Dalia cambiarse. Dios, esa niña, qué carácter tenía.
ESTÁS LEYENDO
Wilston
Любовные романыUna chica con una vida normal y aburrida iba camino a clase hasta que se encontró a su peor enemigo, que luego se convertiría en otra cosa totalmente diferente