𝑺𝒕𝒓𝒖𝒄𝒌 𝑩𝒚 𝑳𝒊𝒈𝒉𝒕𝒏𝒊𝒏𝒈| 𝐏𝐞𝐫𝐜𝐲 𝐉𝐚𝐜𝐤𝐬𝐨𝐧

Capítulo 30: Epílogo: Hacia nuestro futuro

Percy abrió los ojos aturdido cuando las sensaciones del mundo exterior se hicieron evidentes. Parpadeando un par de veces, accedió a dejar que sus ojos descansaran detrás de sus pesados ​​párpados. Después de un puñado de momentos, finalmente se obligó a abrir los ojos y levantó la muñeca para ver la hora a través de su visión borrosa. Las seis y cincuenta y seis: unos buenos cuatro minutos antes de que tuviera que levantarse. Los números brillantes se destacaban contra la habitación casi a oscuras, casi chamuscando sus pobres retinas recién despertadas. Dejando que su brazo cayera sobre la manta, se giró y acarició su mejilla con la suave almohada. Frente a él, una mata de pelo negro largo y desordenado se extendía, oscureciendo su visión de los toques de luz que se asomaban por debajo de las pesadas cortinas que mantenían la habitación a oscuras.

¿Qué había estado soñando? ¿O fue, quizás, una pesadilla que preferiría no recordar? Los detalles borrosos de su sueño lo eludieron, y en los pocos segundos que le tomó hacer estas preguntas, también se olvidó rápidamente de ellas; rara vez, si es que alguna vez, recordaba los detalles de su vida dormida y, con toda honestidad, poco le importaba saber. Olvidando todas esas breves preocupaciones, Percy abrazó a su esposa de nueve años, su respiración se volvió rítmica y constante mientras volvía a su anterior estado de descanso.

–solo había luz, brillante y cegadora, y de repente no había nada. Ni luz, ni oscuridad, sino simplemente nada en absoluto, su profundidad insondable y su extensión indefinible. Era una nada que se extendía hasta el infinito más allá de la comprensión de cualquier mente mortal, con la única seguridad de que era un olvido irrevocable. Y luego todo volvió a convertirse en un instante, menos de un instante, una medida de tiempo tan minúscula que apenas podría decirse que haya pasado.

Un microcosmos de espacio y tiempo, que termina cuando se derrumba sobre sí mismo, con apenas los más mínimos indicios de luz en el mismo centro, parpadeando tenuemente en el vacío carcomido.

2008 – Quince años antes

Percy se estremeció. Su visión se enfocó en la oscuridad y de repente se dio cuenta de que todavía estaba parado en la cima del Monte Othrys. Parpadeó. Todo era igual. El cuerpo decapitado de Atlas yacía inmóvil en el suelo, su cabeza a unos metros de distancia después de haber rodado. Afrodita, el Caos, estaba inmóvil a solo unos metros de distancia con la cabeza gacha.

Percy finalmente se descongeló, tropezando levemente mientras inhalaba y exhalaba aire de su cuerpo. Se sentía como si alguien hubiera enviado electricidad a través de su cuerpo: cada músculo se había agarrotado y se movía erráticamente de una manera que no podía controlar. Por el rabillo del ojo, pudo ver que Thalia había caído de rodillas, más o menos en un estado similar al de él.

"Qué…" Thalia exhaló junto a él, "¿fue eso?"

"No lo sé", gruñó Percy, apretando ambos puños para evitar que sus dedos se doblaran demasiado hacia atrás. Concentró todas las energías de su mente por un solo momento en la única tarea de controlar su cuerpo rebelde, y después de unos momentos terriblemente tensos de frustración y dolor torturado, sintió una cierta relajación tranquila inundando sus miembros y músculos.

Miró hacia arriba, observando a Chaos con una mirada cansada y cautelosa. Era bastante notable que ya no tenían armas: su tridente estaba en la espada de Thalia, y la espada de Thalia, al parecer, se había ido hacía mucho tiempo, no se veía por ninguna parte en la cima del Monte Othrys.

¿O ya podría llamarse Othrys?

La cabeza de Chaos se alzó bruscamente, con los ojos muy abiertos y el pelo alborotado.

"¿Qué has hecho ?" gritó, salpicando icor dorado de su boca mientras hablaba. El fluido saltó al aire, silbando mientras se disolvía en una fina niebla antes de caer al suelo en una reacción que Percy nunca había visto antes. "¿Qué me has hecho?"