Estaba tirado cerca de un hospital en las lúgubres calles de Shildon, siendo solo acompañado por el frío de la madrugada. Apenas tenía la fuerza suficiente para regresarse a pie a su pequeño cuarto ubicado en el centro del pueblo. En su estado actual, James Bennet se veía desesperado, sucio y ensangrentado, mientras pensaba en como los médicos, que tuvieron que atenderle de forma gratuita por la falta de dinero, hicieron un mal trabajo posiblemente por la falta de incentivos, y sentía que sus heridas podrían volver abrirse ante el mínimo descuido.
Pese a su mal estado, no dejaba de fumar debido a que aseguraba que esto le haría olvidar sus dolores, y los problemas que tenía con los Irish Brothers. Sin embargo, en cada paso que daba a su mente venían las palabras del mayor de los irlandeses: «Tienes hasta el jueves, si no tú y tu niñita se mueren» Cada palabra que recordaba lo ponía aún más tenso sin importar cuantas cajas de cigarrillos se fumara.
Sabía muy bien que meterse con los irlandeses era peligroso; eran gánsteres que se dedicaban al contrabando de opio y a préstamos con altas tasas de intereses en Shildon. Pero esto no pareció importarle casi un mes atrás, y pensó que era una buena idea pedirles prestados unas cuantas libras ante la urgencia del momento. Sin embargo, ahora que sus moretones empezaban a notarse más y su herida a medio coser en el abdomen no dejaba de dolerle, era consciente de que aquello había sido un error que podría costarle la vida por ni siquiera ser capaz de conseguir el treinta por ciento de lo que debía pagar hasta la fecha acordada.
Tras caminar un poco más, pudo observar frente a la iglesia católica, que quedaba cerca de su cuarto, como a una anciana le gritaba a una lechuza. Esta situación le recordó a la mujer senil que le renta la habitación, quien lo confundía a menudo con Jacques, su esposo con más de treinta años fallecido. Ante este recuerdo, James suspiró, acordándose que también tenía una deuda de catorce meses con la pobre anciana.
Tratando de no pensar en todos los problemas económicos que tenía, recordó a Jelissa, quien solía llamarlo Jimmy por el cariño de madre que le tenía. Era la única persona que se preocupaba sinceramente por su situación. Incluso, le había ayudado a conseguir un trabajo en una fábrica de textil en Escocia para que pudiera vivir dignamente y fuera del alcance de los irlandeses.
«¡Es un plan sencillo e infalible!» recordaba vivamente a Jelissa decirlo, tratando de animarlo.
Pero lo poco que ganaría no le alcanzaría para cubrir los caprichos que se daba en Inglaterra a pesar de sus problemas. Además, se negaba a dejar Shildon por simple necedad y, probablemente, estupidez. Así mismo, no creía estar hecho para trabajar en las horribles fábricas de North Berwick. Pero no quería decepcionar a Jelissa, por lo cual decidió mentirle diciendo que tomaría el trabajo en Escocia, mientras ideaba una forma de esconderse de los irlandeses sin la necesidad de salir de Inglaterra.
Entre tantos pensamientos sobre la mujer, recordó una conversación a la que inicialmente no le había prestado mucha atención; justo ese día llegaba a Shildon una de sus amigas.
James no sabía si era consecuencia del dolor o de su psique quebrándose ante todos los problemas que lo aquejaban, pero se le ocurrió, lo que consideró en ese momento de desesperación, una grandiosa idea a pesar de que la probabilidad de éxito era muy baja. Estaba tan desesperanzado que no le importaba lo ridícula que sonara, estaba decidido a hacerlo para sobrevivir.
Su maravilloso plan consistía en esperar a la señoritaDiana Wiseman en la estación de tren, para coquetearle un poco, invitarle a comer algo y cuando ella menos se lo espere, noquearla y meterla en un baúl, para que ella fuera a Escocia, mientras que él ocuparía su lugar en Shildon.
Si lo pensaba de más, su plan parecía ser demasiado estúpido y haber salido de la mente cándida de un niño. No obstante, ante su desesperación, seguía siendo la mejor opción.

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The Closet Dress
Historical FictionEl señor James Bennet tenía en mente lo que iba a hacer, él estaba consciente de que si se equivocaba terminaría peor, no solamente seguiría endeudado con los irlandeses mafiosos, si no que terminaría en la cárcel por intentar secuestrar y suplantar...