I. Crecendo

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YoonGi quitó con rapidéz la mirada, cuando el lindo castaño volteó en su dirección. Su respiración se aceleró y sus orejas se sintieron calientes. Su corazón ardió un poco, logrando distraer sus dedos sobre las teclas de marfil.

—¡Ay!—Se quejó al sentir un golpe seco en su nuca. No fue necesario ver a la profesora, para saber que lo observaba con los labios fruncidos y un cuadernillo de canciones en mano.

El arma letal.

—No saldrás de aquí hasta que el sol se haya puesto y todas las butacas estén vacías, Min—La profesora Yon Suk le picó en la  espalda varias veces, para que se sostuviera más derecho, haciéndolo consciente de su joroba,  tal vez queriendo hacerse pequeño ante la mirada del castaño o quizá solo por costumbre. Yon SuK, señaló con su pluma verde, una sección de la partitura—Te quedaste aquí. Deja de tocar como si no vieras los silencio, y no corras.

Los ojos arrugados de Yon Suk lo miraron expectante,  así  que suspirando, YoonGi hice un gran esfuerzo mental por no verlo, de nuevo. Pero es que en verdad era imposible pues se llevaba toda su atención dentro de esa sala.

Sabía que las amenazas de Yon Suk siempre debían de tomarse a pecho. Sin embargo, cuando sus dedos retomaron el movimiento que ya se sabía de memoria, sus ojos también retomaron su curso natural hacia la persona que lo atraía como a un imán.

Jung Hoseok.

Un chico de cabello corto, de hebras castañas y esponjosas. De esas que provocaban desordenar con locura. Con ojos almendrados, que se arrugaban en un aire juvenil cada vez que sonreía. Le hacía suspirar internamente, imaginando que él, era el causante de aquel gesto o que el le pasaba los largos dedos por la nuca.

YoonGi se quejó al sentir un golpe en su cabeza de nuevo.

—¡Pero si no me equivoque!—No pudo evitar responderle con el ceño fruncido.

—Vas muy rápido—Yon Suk le levantó la ceja, haciendo que se arrepintiera de siquiera contestarle—Sabes que,  hazlo desde el principio.

YoonGi se mordió los labios. No quería hacerlo de nuevo, hasta que comenzara a odiar la pieza. Le pasaba a menudo cuando practicaba, y especialmente con esta  ya se estaba hartando.

—No lo haré a destiempo esta vez, lo siento—Quitó los ojos, de su profesora tronando sus dedos nervioso, comenzando con los primero acordes pero el tono suspicaz de su profesora le detuvo.

—¿Me imagino que quieres quedarte, entonces?

YoonGi se calló, apretando los labios ante la injusticia. Él se sabía muy bien los tiempos, solo que estaba nervioso. Muy nervioso. Él jamás había estado tan interesado de alguien y tampoco se había atrevido a llamar la atención de algún chico que le gustaba, ni siquiera en la secundaria cuando de casualidad contestó que Kim Seokjin, le parecía atractivo, cuando le preguntaron con quien era el más lindo del salón. No se le daba lo de coquetear. Era pésimo socializado y a veces prefería estar solo, que vivir con el miedo a ser rechazado.

Sin embargo, si que era bueno escribiendo tonterías cursis que desechada ni bien las terminaba. Esos papeles tontos que ni se atrevía a releer porque le daban arcadas y cortorneaban su cara en una mueca de asco. Era patético, lo sabía, pero se los dedicaba al castaño, a pesar de que  siempre terminaban en el fondo del tacho de basura.


Contuvo el aliento. Esperando un golpe de suerte por hoy. Sintió   esperanza, cuando el castaño sostuvo el papel que estaba doblado minuciosamente, en sus manos. Tuvo que dejar de mirar por un momento para concentrarse en el ritmo de la pieza y no trastabillar con sus dedos. Pero al  levantar los ojos de nuevo, Hoseok estaba sin ningún papel en  mano. Su mente intentó decirle que ya lo había desechado, pero su corazón quiso creer que el castaño habría guardado la notita para leerlo más tarde.

Amor Disonante • Sope/ ONE SHOT Donde viven las historias. Descúbrelo ahora