Gabi corría de un lado de su habitación a otro guardando cualquier cosa que -supuestamente- le hiciera falta en el viaje. Todavía tenía su cepillo de dientes en la boca y el cabello a medio peinar. Gabi era el tipo de niña que quería y, hacia todo al mismo tiempo. Además últimamente su vida se basaba en eso, correr de un fin de semana a otro a la casa de sus padres.
Finalmente terminó por cerrar su mochila vieja del colegio, enjuagar su boca, lavarse la cara y el cabello que lo maneje fulano pues ya no tenia tiempo.Bajó por las escaleras encontrándose a su madre a mitad del camino, seguramente en su búsqueda. Salían a las nueve de la mañana, y ya habían pasado cuarenta y tres minutos.
El mayor la miró y le ofreció una servilletita descartable para que pudiera limpiarse apropiadamente la pasta dental de sus comisuras.
—Te dejé un bolso nuevo arriba del armario, de hecho anoche antes de dormir te dije: usa ese bolso mañana.
Su hija le devolvió una sonrisa cuadrada y tímida. Lo había olvidado.
—No importa —soltó en un suspiro—Vamos —se apresuró en cerrar la puerta con llave una vez que se encontraron afuera.
— ¡Aah! Qué frío—esta corrió hasta el asiento copiloto del auto y tiró su mochila en los asientos de atrás.
De pronto Gabi se sintió confundida, su madre ya estaba al volante pero todavía no emprendían viaje, tanto que le había reprochado apurarse y ahora estaban los dos en silencio y con el vehículo sin moverse un centímetro.
— ¿Qué estamos esperando? —Sus grandes ojos se iluminaron ante la posible respuesta, si era lo que ella creía que era estás vacaciones no podrían ser mejores.
—A Floch.
— ¿Floch? —cuestionó incrédula, era obvio y se siente tonta por no haberlo pensado antes—. Creí que venía papá, digo, me dijiste "viaje familiar".
—Ahora es parte de la familia. Y sí, es un viaje familiar porque vamos a Shiganshina, que es donde viven mis padres y posiblemente se encuentre tu tío pero a la larga o corta termina siendo un viaje familiar.