¿A quién le importa?

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No importaba nada.

Nada... tenía sentido.

Draco podía ser imprudente.

Draco podía ser letal.

Draco podía hacer cualquier cosa. Su vida ya no le pertenecía.

Nada importaba.

Ellos se habían llevado a su padre.

La persona que se había puesto como un escudo entre él y el Señor Tenebroso había sido arrestado y llevado a Azkaban. Y como siempre, todo giraba entorno a Harry Potter. Porque cada cosa que ocurría entorno a su vida, aquello que lo acercaba más al Señor Tenebroso, estaba relacionado con Harry Potter.

Y mientras Potter hacía de héroe, era Draco quien tenía que tranquilizar a los olvidados. Esa era su obligación. No porque fuera un héroe. Sino porque Draco era parte de ellos. Y si Draco mostraba debilidad, el Señor Oscuro lo sabría a través de todos los ojos que lo miraban.

Estratégicamente hablando, estaba a cargo de aquellos que no habían tenido elección. Aquellos que no habían elegido unirse a algo como el Ejército de Dumbledore, sino que se vieron obligados a seguir órdenes. Órdenes que no venían de sus pares, de aquellos que compartían su edad y pensaban que estaban salvando el mundo. No. Sus órdenes venían de gente que había enfrentado la guerra y sabía lo que era matar, ser torturado y perderlo todo. Draco era parte de aquellos que debían obedecer a la gente que los había visto crecer y les había prometido un futuro seguro y maravilloso. Pero ahora ellos no podían cumplir con sus promesas. Ahora ellos debían dar a sus hijos, como tributos, al mago que había vencido a la muerte.

Draco no creía poder olvidar la forma en que, como un colectivo, la tensión en los hombros de muchos Slytherins crecía con la llegada de cada carta. Porque podían llevar el nombre de sus padres, pero sabían que muchas veces no era así. Las cartas eran otra muestra de que Hogwarts jamás había sido seguro para ellos. Para aquellos que no habían tenido elección.

Nadie lo sabía.

A nadie le importó.

¿Por qué alguien prestaría atención a los estudiantes de Slytherin cuando Harry Potter y sus amigos lo necesitaban todo?

Insignificante en comparación fue el hecho de que un número considerable de estudiantes, en su mayoría Slytherins y todos alrededor de la misma edad, parecían desvanecerse. Y fallando terriblemente en ocultarlo.

Si Harry Potter no se daba cuenta, ¿Por qué lo harían los demás? El mundo parecía observar y actuar a través de los lentes del héroe.

Las órdenes entraban en Hogwarts y los movimientos políticos se extendieron entre los descendientes de los mortífagos. Cada uno de ellos tenía que cumplir con las expectativas. Porque si lograban obedecer, garantizaban su lealtad. Y, por lo tanto, sus vidas estarían a salvo.

Unos, como Draco, sabían que debían seguir órdenes porque no solo sus vidas, sino las de sus familias estaban en juego.

Otros, como Theodore Nott, sabían que, si no cumplían, sus vidas serían terminadas por las varitas de sus padres.

Algunos no habían tenido la suerte de contar con un escudo que se pusiera entre el Señor Tenebroso y ellos.

Pero ahora Draco también había perdido eso.

Su padre se había ido.

Y cada segundo que ellos se alejaban de Hogwarts, él estaba más cerca de su nueva realidad.

Tal vez por eso intentó atacar a Harry. No solo por la desesperación y odio que trituraba sus huesos y hundía su alma. No solo porque quería gritarle a Harry que mientras él lo tenía todo, Draco poco a poco se quedaba sin nada. Sin nadie. No solo porque quería recordarle a Harry que mientras la gente escogía ser sus amigos, su familia, sus protectores, Draco se quedaba solo. Todo ¿Por qué? Porque alguien que se sentía tan irremediable como el cielo mismo esperaba que él le rindiera culto o muriese en el intento. Porque el sufrimiento de Draco estaba ahí para entretener a las estrellas que el cielo había puesto sobre su cabeza para observar su descenso a la locura. Porque el Señor Oscuro solo quería sacrificios a sus pies y la muerte a manos de Draco.

Tal vez por eso trató de atacar a Harry en el tren al inicio del año. Porque eso podría ganarle tiempo. Su padre había fallado, pero Draco no. El Señor Oscuro tenía que ver eso, ¿verdad? Porque tal vez esa sería la ofrenda que Draco tendría que hacer para recuperar a su padre. Tal vez porque si Potter no asistiera a Hogwarts, entonces no tendría que ver a Draco caer, ser triturado y perderse a sí mismo. Quizás porque con cada día que pasaba, Draco se preguntaba si las cosas hubieran sido diferentes si no hubiera querido impresionar a Potter desde el principio y hubiera acudido a él cuando surgieron los temores y las dudas. Pero no. Su orgullo nunca lo habría permitido. Y el Señor Oscuro se alimentaba de eso. Después de todo, Draco había sido criado en la gloria de cada debilidad que el Señor Oscuro había plantado en sus seguidores para poder manipularlos. Draco había crecido aislándose a sí mismo y creyendo como verdad lo que ordenaba el que se había proclamado su protector y guía.

El final del año escolar había sido un vago recuerdo. El viaje en tren parecía no haber sucedido. Draco no recordaba con claridad el viaje de la estación a la mansión. Sus ojos no habían podido apartarse de su madre, quien había lidiado con la misma dignidad de un ser etéreo cada mirada despectiva y susurro destructivo. Pero Draco conocía a su madre. Y en tan poco tiempo su madre se había deteriorado, la preocupación, el miedo y el estrés la habían consumido. Draco había querido atraer a su madre a sus brazos y protegerla. Lo que él había querido hacer era explotar toda la estación de trenes porque ninguna de esas personas entendía lo que era estar bajo el ojo escrupuloso y mortal del Señor Tenebroso.

Ni siquiera Harry Potter podría enfrentarse a ese cielo. Lo había intentado y no había vencido. El gran héroe caería en segundos si tuviera que vivir sus días bajo el escrutinio de cientos de ojos, como estrellas, alimentándose de sus miedos para brillar más en comparación con él. El héroe no duraría. Potter no sobreviviría. Pero Draco lo hizo.

— El Señor Tenebroso te está esperando. —Su madre le comunicó cuando estuvieron frente a la puerta de la mansión Malfoy.

Draco lanzó sus hombros hacia atrás y asintió.

Donde Potter había fallado, Draco sobreviviría.

Cielo lleno de estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora