──¡Hey niño! ──lo apuntó con su dedo mientras mantenía una gran sonrisa en su rostro, a la vez que sostenía el micrófono cerca suyo.
──¿Quién? ¿yo?──el pequeño niño pelinegro se señaló a sí mismo con confusión.
──No que va. el basurero a tu lado, ¡sí tú!──el otro niño soltó un suspiro y llevó su mano libre a la frente. ──aaah, ¿ te gustaría ir a un campamento ? ──preguntó volviendo a poner su carismática sonrisa.
──jaja, no.──el pelinegro le hizo un ademán con su mano y antes de que el otro pudiera decir algo desapareció de su campo de visión.
──¡aah, no, pero! ¡espera, no importa si no tienes quirk!──esta vez suspiró con frustración, era la doceava vez que le rechazaban. Ya había pensado un millón de veces que esta idea ridícula de su padre no funcionaría pero aún así aceptó hacerlo. Tiró el micrófono al suelo, haciendo así que este hiciera un gran ruido por todo el lugar y tuviera que cubrir sus oídos, al igual que las personas que pasaban por ahí haciendo que algunas le miraran mal.──jeje...──sudó en frío y acomodó su corbata.
──¿Qué estás haciendo raro?──ante ello volteó a ver a la persona que le había llamado de esa forma con el ceño fruncido. Iba a protestar cuando observó cómo el niño que tenía frente suyo agarraba un folleto que estaba tirado en el suelo.
──¡Ah! ¿¡te gustaría ir a un campamento!?──rezando a los cielos para que ese niño aceptara preguntó desesperado.
──¿Tienen comida?──fué lo único que preguntó desinteresado.
──¡Sí! ¡mucha y gratis!
──Ok, entonces iré. ──pestañeó repetidas veces tratando de procesar lo que había dicho y cuando lo hizo saltó de alegría hacía el otro niño.
──¡Gracias, gracias!──puede sonar y verse bastante dramático estar abrazando a aquél niño desconocido y al borde del llanto. Pero realmente se sentía feliz, era la primera vez que no lo rechazaban. ──¡invita a tus amigos! ¡a todos los que conozcas! ¡hay mucha comida gratis para todos! ¡además hay competencias! ¡a ustedes les gusta esas cosas! incluso sí uno de ustedes gana, ¡obtendrán un premio!
El ajeno intentó alejarse del niño que ahora lloraba de emoción, pero al escuchar la palabra premio paró en seco; ──¿Premio?──preguntó ahora con interés.
──¿Eh? sí claro, hay una fuente mágica que cumple deseos.──afirmó dudosamente.──¡pero para eso deben competir entre ustedes!
──. . . ¿de verdad? ¿que más?──ladeó su cabeza.
──Bueno. . . si vas lo sabrás.──y así los rumores de que había un campamento dónde tenía una fuente mágica que cumplía deseos no tardaron en esparcirse entre los padres y niños.
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