Virgen y sin experiencia I

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—¡¿Dónde estás?! ¡responde! ¡y ni se te ocurra colgar! —dijo Michael muy enojado.

Gabriella le había prometido que se verían a las tres de la tarde y eran las ocho de la noche, el tenía su razón para estar enojado y más si ella no le había comunicado el motivo de su gran retraso.

—No pude ir, ¡carajo! Estoy ocupada con los exámenes en la universidad, te lo dije ayer. Michael te amo, pero no puedo dejar de hacer mis obligaciones por verte treinta minutos —dijo Gabriella temblando pero haciendo lo posible porque no se notase al hablar.

Ella sabía cómo se ponía Michael cuando se enojaba, sabía que cuando el quería algo lo conseguía a cualquier precio.

"De eso no habla la prensa" penso para sí.

—¡¿Exámenes?! ¡¿qué exámenes?! ¡tu dijiste que nos veríamos hoy a las tres! ¡fueron tus palabras! Te grabe, sab...

—¡Espera, espera! ¡¿tu qué?! ¡¿cómo qué me grabaste?! ¡¿qué diablos pasa contigo?! ¿ahora quieres tener control hasta con lo que digo? Esto es mucho para mi... yo no puedo... —Gabriella colgó la llamafa aún sabiendo que eso significaba haber sentenciado su muerte esa misma noche.

El teléfono y el celular no dejaban de sonar, por un momento había silencio para luego volver a sonar los dos al mismo tiempo. Gabriella temía que Michael llamará a la puerta en cualquier momento y ahí si que iba a estar muerta. Tomó la decisión más aceptable y apago el celular y desconectó el teléfono. Después de pensarlo mucho prendió el celular y un montón de llamadas perdidas de Michael estaban en su buzón de mensajes, las ignoró y llamó a Mariel. Al llamar a su amiga, lo que escuchó la dejó en shock.

—Hola, Mariel no puede responder ahora pero si quieres deja tu mensaje. Si eres Gabriella, haz el gran y maldito  favor de contestarle el puto teléfono a Michael. Paz y amor, amigos.

—M-michael... ¿porqué el? ¿y Mariel? ¿qué habrá hecho con ella...? ¡Dios mio! ¿qué voy a hacer ahora? Tengo que salir de aquí, Michael podría llegar en cualquier momento y lo que es capaz de hacerme es lo que mas me asusta —Gabriella temblaba y sentía su cuerpo helar, cada extremidad de su cuerpo se entumecia con cada pado, el temblor no le dejaba caminar y el frío provocado por el miedo del momento la obligó a caer al suelo. No podía entender cómo alguien como Michael había sembrado tanto miedo en ella, siempre fue una mujer fuerte, no podían manipularla de la forma en que lo había logrado hacer Michael. Pasaban los minutos y Gabriella se dejó vencer por el cansancio y el miedo, se quedó dormida en el frío pido sabiendo que Michael llegaría y todo se pondría turbio, pero no le importó. —Voy a sujetar tu cuello entre mis manos, quiero escuchar tus huesos romperse, quiero ver tus ojos cuando tu respiración se haga débil y desaparezca lentamente. Dime algo... ¿es posible matar por amor? ¿amando a esa persona con todas tus fuerzas? Tener que matarla para hacerla suya para siempre... ¿soy mezquino, Gabriella? Por querer hacerte mía a cualquier precio y tenerte entre mis brazos ya no basta.

—Gabriella... ¿Gabriella...? ¡Gabriella! ¡Gabriella! Despierta... —Gabriella despertó de un salto, le costaba respirar correctamente. Corrio hasta la ventana y al tratar de abrirla no cedió. No tuvo otra opción que abrir la puerta y correr hasta la calle, miro a su alrededor y todo daba vueltas, estaba confundida, no sabía a donde ir ni donde estaba.

Comenzó a dudar de su cordura pues la mirada gélida de Michael en aquel sueñl tan real se quedo grabada en su mente, lo sentía muy cerca de ella y el miedo comenzó a helar todo se cuerpo de nuevo, sus huesos se entumecieron por segunda vez pero esta vez mas fuerte, hubo dolor. Un dolor tan profundo y fuerte, Gabriella dejó de fingir fortaleza y comenzó a llorae y gritar con todas sus fuerzas, se retorcía sobre el frío pavimento sin piedad alguna por su dignidad. —¡Te odio! ¡con toda mi alma te odio! ¡¿qué has hecho conmigo?! ¡¿qué?! ¡hice todo por ti! ¡todo! Y ahora soy esclava del miedo, de la desesperación, la locura. ¿Porqué el amor me trata tan mal...? ¿porqué? —Gabriella se rindió y quedó inconsciente del dolor, se dejó llevar por el sueño. No le importó estar en medio de una autopista, no le importó que Michael haya llegado en ese momento... solo quiso dormir.

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