Capitulo 1

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La familia esta reunida en la sala, ríen, sin miedo, sin preocupación, ríen fuerte, brindan no por una razón, hay muchas razones para hacerlo, no sabrían por cual, solo lo hacen.
Luego de un trago Pepe abraza a Paula, la abraza fuerte, el abrazo desprende una vibra que todos sienten, que toca la piel, el corazón de cada una de las personas de la sala; Emiliano sigue
el ejemplo y abraza a Lucia, también brindan por ellos, también la felicidad es por ellos.
El sol entra tan fuerte por las grandes ventanas, pinta todo afuera, el jardín de verdes brillantes, el cielo de azul brillante, la habitación tiene color y calor, de familia, de amor, por el sol. Diego se seca las manos en el pantalón, una vez, dos veces, ya no hay sudor pero talla sus manos en la tela, no deja de ver la puerta de la entrada, quiere que su vida y cuerpo brille; suena el timbre, tin ton suena en la habitación, pum pum en el corazón, se levanta de golpe, se cerciora de que no haya sudor en las manos, una vez más, acomoda el gorro de lana que lleva en su cabeza, abre la puerta y está parado, también secando sus manos en las piernas, está el chico que lleva esperando ¿veinte minutos?, ¿Una eternidad?
Lo primero que hace es sonreír ¿Cómo no hacerlo? Arturo también sonríe, y no por las cosquillas en las manos, en el
corazón, porque verle sonreír le pone feliz, no sabe si darle la mano, o lanzársele y abrazarlo, pero Diego decide por él y lo abraza.
—Viniste.
—Lo hice.
Huele su loción, un olor que no sabía seria su favorito, que no sabia seria tan esencial en su vida, se sueltan y se sonríen, se
dicen mucho sin hablar, sintieron sus corazones latir fuerte, se golpeaban el uno con el otro.
—Pero pasa, por favor.
Le saludan, es una bienvenida cálida, no sabe porque siente que no la merece, mientras le regalan abrazos su estómago se contrae, así que da pequeñas miradas a Diego que ríe con su
madre, le da fuerza, valor, alivio, esta seguro, esa casa está construida con amor.
Pasa por su lado y con todo el afán de hacerlo rosa su mano, suave, tibia y un chispazo pone de color rojo sus mejillas, ¿se pregunta si fue arriesgado, si puede hacerlo? Diego le guiña un
ojo, un gesto que saben significa "te quiero" porque deben crear un lenguaje secreto, están curtidos, conocen la maldad, saben ser cautelosos, son inteligentes, cuidadosos.
Todos en la mesa desde los más pequeños hasta los mas grandes, comen, celebran, beben, porque el bien triunfo sobre el mal, por las nuevas oportunidades, por la salud, por los que ya no
están físicamente, por el amor.

Diego le pide a Arturo subir a su habitación, lugar santo de los encuentros, de las charlas, de las tardes de películas, de las charlas que son susurros, deben estar alerta de Susi que se
cuela y brinca sobre ellos, quiere a Arturo para ella, pero como no quererlo.
Cada escalón que suben a Arturo le pesa, el escudo que es esta casa no lo protege del todo, sabe que al salir, su realidad es diferente, el calor quema, el miedo duele, ahoga, su piel se
camufla, pero duele, fuera esta indefenso, sólo, que debe guardarse para él y solo para él su felicidad, lo que Diego le hace sentir.
Por otra parte, Diego siente que lo tiene todo, que no le falta nada el amor y la felicidad se desbordan, toman forma.
Se recuestan y miran el techo en silencio, hay mucho que decir pero las palabras se atoran, se quedan en la garganta, y aun así en silencio el tiempo no deja de ser hermoso.
—¿Cómo estás?
— Bien.
No se ven, pero sonríen.
—¿Qué?
—Nada, que no creía estar así...con
— ¿Un chico?
— Contigo
— Eres Arturo Izquierdo, tenías al mundo en tus pies, capitán de
futbol, el chico que todas las niñas quieren, los ojos mas bonitos
de Lagos de San Juan.
—Callate.
—¡Saliste en un comercial!
—Que pena.
Ambos sonríen.
—Arturo.
—Diego.
—Arturo y Diego.
Diego piensa que es como un conjurar un hechizo, sus nombres
juntos causan magia, alegría.
Sus dedos se rosan apenas, otro chispazo, Diego busca la mano del chico de su lado, enlazan sus dedos, dejan que la piel se junte, el sudor se mezcle.
—¿Haz visto a Andi?
—Todos los días, en la escuela.
—Sabes lo que quiero decir.
—Lo esta intentando.
—Es un avance.
—Si, es poco a poco, la verdad es que la entiendo, yo se lo que es ver de quien estas enamorado con otra persona, es difícil
porque tienes que luchar contigo mismo y porque luchas porque la persona que quieres sea feliz, la felicidad de unos, dolor de otros.
—Fui un tonto, no debí, no debí hacer lo que hice.
—Ahora estamos juntos Arturo, si algo aprendimos de toda esta historia es que el amor es lo mas importante, que viene con obstáculos, retos, pero que siempre juntos los podemos superar.
—Si.
El silencio que se apodera de la habitación, la culpa, la preocupación; Diego quiere que todos y todas estén bien, el corazón le gana ante toda situación, no quiere que nadie sufra, y
menos por algo en lo que él puede ser el causante.
Arturo quiere dejarse llevar, vivir el momento, ser libre como el viento, vaya que difícil.
Ven un capitulo nuevo de la serie que comenzaron a ver una demasiado densa para Diego, lo bueno es que se queda dormido
en el hombro de Arturo, él sonríe, toca su cabello con la punta de la nariz, teme despertarlo, Diego, esta cómodo, seguro, tranquilo ahí, a lado del capitán de futbol.

El silencio de la noche es interrumpido por aleteos de los pajaritos que vuelan a sus nidos, que hacen crujir las ramas, los grillos y chicharras que mueven las alas y ponen musica entre la
alta hierba, Arturo debe de irse.
—¿No te quedaras a cenar?
—Muchas Gracias Paula, es tarde...mis padres estarán preocupados.
—Podemos llamarles.
—Estoy bien.
—Mamá, debe ir a casa.
—Esta bien.
Estos momentos siempre se llenan de un ambiente un tanto melancólico, verle irse, decirse "Hasta luego".
—Con cuidado.
—No te preocupes.
—Si, me preocupo.
Lo abraza, fuerte, le aprieta.
—Hasta luego.
Y llego el momento de verlo correr hasta desaparecer.
Arturo corre, no mira atrás para no tener que regresar pese a que sus pies le ruegan volver.
Diego cierra los ojos y lanza un beso al aire, espera que lo alcance, que no vaya tan lejos, que lo sienta.

Paula se recuesta a su lado, como lo ha hecho las últimos noches antes de ir a dormir.
—Y entonces tenia miedo, miedo de irme, pero siempre me dieron fuerzas para luchar y así será siempre.
—¿Qué pasara ahora?
—Nadie sabe, pero le vamos a echar todas las ganas del mundo, ya pudimos con mucho, podemos con mas... lo que si se, sabes, es que mi historia ya se contó, ahora va la tuya.
—¿Mi historia?
—La de amor con Arturo.
—Nuestra historia.
—Es que se ven tan bien juntos, cuando se ven, el amor toma forma lo juro.
—Si, la verdad es que es un lindo.
—Los dos lo son.
—Mira.
Diego se mueve, toma la almohada, la presiona y huele.
—Su olor.
Un beso de su madre en la frente basta para que duerma, claro segundos antes un pensamiento fugaz pasa, Arturo lo besa.

Arturo duda si entrar a casa, debe ser cuidadoso, hacer el menos ruido posible, se queda parado frente a la puerta, su sombra lo pone en alerta, respira y entra, despacio, silencioso, calcula bien
cada paso para no darle a la madera que rechina, olvida la puerta así que golpea detrás de él.
—¿Arturo?
—Soy...soy yo mamá.
—Son más de las nueve.
—Perdón.
Esta frente a ella, no puede sostenerle la mirada, se ve las uñas picudas por morderlas tanto.
—¿En donde estabas?
—En casa de...
Lo piensa, algo lo silencia, decir su nombre ahí no es como decirlo en otro lugar, se vuelven difíciles las palabras.
—Estuve con amigos del equipo, luego fuimos a casa de Diego.
—¿Él esta en el equipo?
—No.
—¿Quieres cenar?
—No tengo hambre.
No, no tiene, no ha tenido en días.
—Bueno, pues entonces me iré a dormir.
Se queda en la soledad de la sala, con la presión en el pecho, el aire pesado se acumula y exhala hasta que esta en su habitación, cuando la luz de la pantalla del teléfono alumbra de azul su rostro, cuando ve la foto de Diego sonriente bajo la hora,
10:00pm; se alumbra de rojo su corazón, se fuerza a recordar a Diego en su hombro, se obliga a pensar en su olor, lo suave de su cabello hasta que el sueño lo venza, pero se tarda en llegar, le
da tiempo para para darle vueltas en su cabeza a lo que esta pasando en su vida, necesita que sus pensamientos se vuelvan palabras, que vayan saliendo de su cabeza, que le quiten peso, pero no tiene a nadie con quien hablar, se pone de pie y va a la habitación de su madre, ella duerme, la ve por la pequeña rendija que deja la puerta.
—Mamá.
Susurra, y un lagrima corre por su mejilla, hace cosquillas, es tibia, es pequeña, pero va cargada de dolor.
—Mamá ¿me seguiras amando?
No se pueden contar las lagrimas, porque resbalan una tras otra.
—Mamá, perdoname.
Ya no quiere susurrar, quiere gritar hasta desgarrar su garganta, hasta que lo escuchen, hasta que lo diga.
—Soy gay.
Nadie lo escucho, el silencio reina el lugar, el pecho de su madre sube y baja, descansa, duerme.
Arturo llora, llora, llora.

Yo vivo por ti (Arturo X Diego) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora