Cap. XII:Las minas de la desesperación y los espejos del alma

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Nuestros protagonistas entraron a la cueva, acompañados de la hechicera Mei(quién se empeñó en acompañarlos porque necesitarían de sus conjuros) y de Kyoka, quién era cargada por Kaminari, quien la llevaba a la espalda, ya que la chica estaba sin fuerzas para caminar después de estar 10 años encerrada en el árbol 

-En este lugar hay muchas trampas, y podríais terminar como vuestra amiguita hasta hace unos minutos-advirtió la pelirosa-. Guardad las espaldas, o acabaréis heridos, locos o muertos-dijo seria-.

Iida llevaba su espada en la mano, Ochako activó su bastón para ver en la oscuridad, Todoroki se aferró a Bakugo y Kiri y Mina se pusieron en guardia.

Caminaron un rato más, pero Denki sintió algo raro.

-Hay una trampa a dos metros de Bakugo, hacia la derecha-dijo de la nada-.

-¿Cómo lo sabes?-gruñó el cenizo-.

-Puedo sentir su aura mágica. Va a disparar una flecha venenosa en menos de tres segundos. Ichi, ni, san...-Bakugo se agachó, y, en efecto, una flecha salió de allí, yendo a parar al cráneo de un esqueleto-.

-¡La rata eléctrica tenía razón!-dijo alzándose-.

-Es una palabra muy inusual en ti, ¿la acabas de aprender?-dijo dejando a Kyoka en el suelo, ya que ella quería caminar-.

Bakugo rodó los ojos.

-Te lanzaría una explosión de no ser porque me has salvado la vida-dijo caminando-. Que la hechicera y tú os pongáis delante, asi detectaréis las trampas y nos quitamos de encima el tener que salvar el pellejo

Asi lo hicieron. Denki y Mei detectaron todas las trampas, y pronto, llegaron a una estancia llena de cristales azules. Ochako se acercó a contemplarlos.

-Estos cristales son utilizado para muchos hechizos, pero son escasos-dijo la castaña pasando una mano por ellos-.

-Y sólo una parte de ellos no están malditos cuando los arrancas-añadió la hechicera-.

Tokoyami miró a Asui.

-Estos son los cristales que necesitabas, ¿no, Tsuyu?-la chica asintió-.

-Ten-dijo el rubio, arrancando dos pedazos y entregándoselos a Tsuyu-.

-Gracias, ribbit.

-¿Cómo sabías que esos no eran malditos?-preguntó el pelirrojo-.

-Instinto. Los cristales claros parecen tener pequeñas gotas de sangre en su interior, asi que los más oscuros son los que le he entregado a Tsuyu-todos quedaron boquiabiertos-.

-¿Seguro que no tienes conocimientos mágicos?-dijeron Mei y Ochako al mismo tiempo-.

-No, la verdad no.

Todos se miraron entre ellos.

Siguieron caminando justo después de que Denki cogiera más cristales para Ochako.

Llegaron a una estancia llena de espejos.

-¿Y esto?

-Son "Los espejos del alma"-aclaró Jiro-.

-¿Y ese nombre tan raro?

-Si pasas por delante de uno de ellos y miras su reflejo, revelarán o tu mayor deseo, o tu mayor miedo. Cualquiera te dejará plantado en el sitio, pues pensarás que es real y querrás o adentrarte en esa fantasía, o estarás demasiado horrorizado como para escapar-dijo la pelimorada, suspirando-. A mí me costó pasar esta prueba.

El domador de dragones y el príncipe demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora