Lipschitz

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Artistic differences...


Amaba a Seiya más de lo que puedo expresar. Era miembro de una banda, tocaba la guitarra y era vocalista. Su nombre artístico era Lipschitz. No sé porque escogió ese nombre tan raro, pero así era él, un tanto despistado y chistoso a veces.

Todo un caso.

Era bastante artístico, no había forma del arte que no dominara, ya fuera en apreciación o ejecución.

Además, sus cualidades artísticas también lo llevaban a ser un romántico, muy sensible y cariñoso. Todo un galán y un imán de chicas, más de eso en un segundo.

Pero, así mismo, como todos los artistas, siempre estaba tratando de encontrarse, o encontrar un nuevo sonido, como ellos lo llaman, la verdad no lo sé.

Claro que por un momento pensé que lo que le faltaba era inspiración, y que más bien andaba en busca de una nueva musa. Aunque cuando se lo presenté de ese modo sólo me dijo:

-¡Saori! ¡Cómo se te ocurre! Tú eres mi única musa...

Sí, claro.

Así que cada noche, Seiya salía en la búsqueda de aquel "nuevo sonido", junto con su banda, o al menos eso me dijo, pero creo que en esa parte me tomó el pelo.

Y hasta ahora, no sé si en verdad encontró aquello que tanto estaba buscando, pero lo que sí se que encontró fue a:

Miho

Shaina

Marin

E Ikki...

Aaaaahhhh, ese último jamás lo vi venir. Si una mujer despechada es peligrosa, imagínate una que acaba de enterarse que, encima de todo, su esposo batea para el otro equipo.

Se puede decir que nuestro amor terminó por... diferencias artísticas.

El se vió vivo, y yo... muerto.





El guardia de seguridad entró en el pabellón, avisando a todos los reclusos que ahí se encontraban que era hora de apagar las luces.

Milo se acomodó en su cama, no sabía que destino le aguardaba; ni a él, ni a los demás que se encontraban en aquel lúgubre y sombrío lugar.

Se estremeció al pensar en los motivos de los demás presos: algunos eran fríos y premeditados, otros eran mera pasión desembocada, y uno demostraba la falta de justicia en el sistema jurídico, lo que no le dio buena espina.

Y con esos pensamientos, cerró los ojos e intentó dormir. Mañana sería un nuevo día, y su abogado seguro arreglaría las cosas.

Pero una cosa seguía acechando su mente...

Camus.




FIN

Murder is an ArtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora