Cicero

113 12 1
                                    

Hotel Cicero...


Mi mejor amiga, Esmeralda, y yo, éramos bailarinas. Bailábamos casi cualquier cosa, pero el jazz era nuestra especialidad.

En China alcanzamos un éxito rotundo, empezamos en un pequeño cabaret en Beijing; luego, hicimos una gira por el país. Todo iba de maravilla, las entradas se vendían como pan caliente. La gente nos amaba.

Puedo decir que teníamos talento individualmente, pero lo que realmente llamaba la atención de nosotras, era nuestro acto doble. Bailábamos y hacíamos un montón de acrobacias y giros, uno tras otro, en perfecta sincronía. No por nada éramos mejores amigas.

Así que un buen día, el éxito llamó a nuestra puerta. Nuestro agente nos ofrecía nada más y nada menos que una gira por Europa.

Aceptamos al instante.

Después me puse a pensar que una cosa así me mantendría lejos por un tiempo, y no quería dejar a mi esposo, Shiryu, solo. A decir verdad, no era porque temiera que me engañara, él no era así, era más bien porque lo extrañaría demasiado.

Esmeralda era soltera, no tenía esa clase de problemas. Así que le sugerí a Shiryu que nos acompañara, y aceptó al instante.

Qué ingenua fui al pensar que lo hacía por las mismas razones que yo.

Cuando le presenté el acuerdo a Esmeralda, tampoco puso objeciones, se portó demasiado... entusiasta con la idea. Debí notar algo extraño en ese momento.

Así que partimos, los tres. Primero a Italia y luego a Rumania, pasamos por Rusia y Luxemburgo, y la siguiente parada: Grecia.

Nos quedamos en el Hotel Cicero.

Para hacer tiempo antes del show, nos quedamos un rato en la habitación, y comenzamos a beber.

La estábamos pasando de maravilla, hablábamos, reíamos y demás. Hasta que nos quedamos sin hielo.

-Shunrei querida, iré por más, no tardo...- Shiryu propuso, levantándose de su lugar.

-¡No te preocupes!- lo detuve. -Yo iré.

No puso objeciones y volvió a sentarse. No se porque me ofrecí, tal vez necesitaba el aire fresco, o quizás en mi interior sabía lo que pasaba y quería ponerlos a prueba.

Cuando volví, abrí la puerta, ¿y qué me encuentro?

A Esmeralda y Shiryu a la mitad del acto... sexual.

¡Cómo se les ocurrió! ¡¿Acaso pensaban que tendría que ir a otra ciudad por hielo?! A lo mejor creyeron que podían terminar tan rápidamente.

Fui traicionada, no sólo por mi estúpido esposo, sino también por mi disque "mejor amiga".

Pero la tonta fui yo, por no notarlo antes. Shiryu realmente me traía loca.

Después de eso no recuerdo mucho. Quedé totalmente conmocionada.

No fue hasta después, que me encontraba en el baño lavando la sangre de mis manos...

Fue hasta entonces que me di cuenta que estaban muertos.

Murder is an ArtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora