Adicción

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Desde que te conocí aquella mañana donde el sol daba su máximo calor, me hiciste sentir nuevas expresiones, sentimientos, emociones que nunca quise o que realmente las apartaba por miedo a ser adicto a ellos. Te volviste como mi café que bebo todas las mañanas al despertarme, me volví adicto a tu sabor, tu textura, tu calor y sobre todo a tu sonrisa...

Los seres humanos de algo se vuelven adictos y hay muchos ejemplos para poder comprobarlos, sin embargo, poca gente es la que te dice cuan peligrosa es estar dentro de ellas; puede que sea por tu bien, pero al obligarte no hacerlo te da de nuevo esa sensación electrizante que recorre por tus venas al hacer un acto prohibido. ¿Esto es lo que sintió Eva cuando se dejó convencer de comer del fruto prohibido?, si es así entonces en verdad somos la viva imagen de la maldad.

Entre tantas cosas que me hiciste sentir llego una que no tendría comienzo ni fin, el amor... La absurda emoción que todos aclaman, que todos adoran, aquella que corrompe y nos repara, pero es simple y compleja. Nos mejora, nos completa, brindando felicidad y alegría, pero que al acabar su magia; como abstinencia llega, tirando todo a su paso de algo que alguna vez fue y ya no será.

La adicción mortal que agarras aunque no sea la correcta solo para sentirte otra vez completa. No tiene anexo, no tiene salida y aunque intentes escapar siempre te va a encontrar. Como flecha llega, sin preguntar, sin avisar y cuanto menos te lo esperas, ya tu tumba has de rogar.

¿Decir la palabra amor es demasiado para mis labios que no lo merecen?, soy el único responsable de estar caminando hacia el infierno y que la miseria sea parte de mí nuevamente, así que ¿Llegara la noche en que no tenga pesadillas nunca más?.

Mis días son inestables a cada paso que doy, nada más quería ser alguien importante, quería ser alguien importante para ti y por lo visto yo mismo me mentí. Ahora solo me queda callar estos sentimientos que se convierten en enredaderas al verte en mis pensamientos, apretándome sus ataduras más fuertemente para llevarme al abismo que cree una vez cuando ya no te vi para mí.

Espero que la próxima vez que nos encontremos no sea tu sonrisa, el arma mortal que me apuñale dándome a entender que no fui suficiente para ti. Por mientras únicamente me toca ver el deslumbrante blanco que abarca todo tu cuerpo al caminar entre la multitud, sin pecados, sin remordimientos. Donde no somos tú y yo, donde ahora es tú y él ante los ojos de Dios. 

Cortos de ShiratorizawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora