Capítulo I

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Audrey.

Me siento como la mierda.

No lo voy a negar, me quiero morir.

¿Y si finjo mi muerte y me voy a otra isla muy lejana a la mía?

Deja de decir mamadas Audrey, y presta atención a las clases.

—Audrey, una princesa no se para así, derecha. —Dice mi instructora mientras yo no le prestó atención ni con un suspiro.

La vida de una princesa no es nada fácil.

O bueno, eso dice mi madre.

—Una princesa responde educadamente. —Dice mientras se vuelve a arreglar sus lentes por quinta vez en esta mañana.

—Si señora Anna. —Digo mientras me paro derecha.

La instructora empieza a murmurar muchas cosas que no logro escuchar.

Mi madre la contrato hace 4 años, desde que tengo 14 años, he pasado 9 horas en clases, unas 3 horas en los sermones que da mi madre para sus futuras reuniones con otros reinos.

¿Las otras seis horas?

6 horas duermo.

En cualquier momento me voy a morir por no dormir.

Y las otras 6 horas... Soy solo yo.

Tengo el tiempo exacto para hacer todo.

Ahora tengo 17 años, en un mes cumplo 18.

Suelo escaparme en las madrugadas para ser solo yo, últimamente me eh sentido más agobiada, mi madre me exije más, la estúpida instructora que tengo se hace pasar por mi madre y me manda, yo soy su princesa, a mí me tiene que obedecer.

Mi padre es el único en esta casa que me escucha, el único al que le tengo la suficiente confianza para contarle todo. Hasta lo más mínimo.

Gracias a Dios que solo falta 1 hora y termino mis clases.

—Audrey, ¿Me estás prestando atención? —Dice mientras deja de lado los lapiceros.

—Si, claro que sí.

—Repite lo último que he dicho. —Dice.

¿Esta piensa que soy estúpida?

—Una princesa debe estar presente ante cualquier reunión familiar, ya que eso la ayudará a saber los errores cometidos en las inversiones familiares, y ella no cometerá lo mismo, ¿Me equivoco señora Anna? —Digo dándome un aire superior.

—No, señorita Audrey. —Se calla al instante.

Soy distraída, pero no tanto.

No sé cuánto tiempo pasa, pero mi instructora sigue hablando de yo que se, mientras yo solo me concentro en mis pensamientos.

Esa pared esta muy bonita.

Ignorarla siempre es lo mejor.

—Audrey ya basta, quiero que escuche atentamente lo que estoy diciendo, de lo contrario le diré a su madre que no presta atención.

—Mira como tiemblo. —Digo agarrando un lápiz y lo empiezo a mover en la mesa.

—Que maleducada.

—Tú me educaste.

—Una princesa no responde de esa manera.

—Me importa una mierda. —Digo muy relajada.

—¡Una princesa no dice malas palabras!

—Creo que ya terminó la clase de hoy.

—¡No, claro que no!, Siéntese.

LA PRINCESA PÉRDIDA (ESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora