💑2.0'2.1*:;,.❦★Mc' Doppio · y ·Saltos☆❦・:.,;*2.1'2.0💑

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Especial: 14 de Febrero 2.0-2.1

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- 11:22 - ººº 14/02/22 ººº

–Giorno... que sorpresa el encontrarte... ¿Jolyne?, ehh... ¿ese traje de donde es?– preguntó la inocente Trish, que andaba con su pelo rosa característico, unos pantalones que marcaban sus piernas, unas zapatillas con tacón y una remera que dejaba ver parte de su estómago que se agarraba por delgadas tiras hasta la parte trasera de la remerita, valla que andaba como una diosa y por supuesto los clientes y sus amigo lo sabían.

–Trabajo para conseguir dinero y salir de la cárcel... épico– dijo Jolyne desinteresada de que los damas la hayan escuchado.

–Ohh Trish que gusto ver... no pensé que vendrías a este lugar– dijo en rubio que recordó todo lo que hacían ese local con Mista, Fugo, Narancia, ella y él acompañados de Bruno y Abbacchio, y alguna veces con Jolyne y Josuke... Que buenos tiempos pensó Giorno, pero un voz gruesa e intimidarte lo llamo.

–Giorno– Fue cortante pero clara al mismo tiempo, era Jonathan que se empezó a enojar por lo que sucedía, por la actitud de su hijo –Cariño, ¿podemos llevar la comida a casa?– le pregunto jojo a Dio, a lo que acepto solo por la manera de afecto que le dijo, se moría del amor.

–ehh... entonces... ¿se llevaran la comida?– preguntó Kakyoin con miedo y tartamudeando por el miedo. A lo que Jonathan solo respondió con un simple "si", luego salieron directo al vehículo.

– ¿Tú crees que pueda resistir con esa familia–

–Lo dudo mucho Trish...–

–Me puedes dar el cuatro y...–

💑2.1'*:;,❦★ · Saltos · :.,;*2.1💑

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- 18:42 - ººº 14/02/22 ººº

La pesadez de la tarde húmeda por culpa de una lluvia leve que hubo despertó las ganas de tirarse en la cama y dormir hasta el otro día, pues Dio y Jonathan lo harían por el cansancio de sus cuerpo por el ardo trabajo y el esfuerzo de cuidar a cinco niños, más los problemas que estos conllevan y crean, no era tarea fácil es una responsabilidad enorme para que por lo menos uno de los mayores. Pero un pensamiento quebró la paz del rubio cuando estaba acostado al lado su peli-azul, que apoyaba su cabeza en el pecho del contrario tan suave y reconfortante.

–Jojo~, ¿tú crees que los chicos no aran un desastre en la casa, como quemarla o destruirla?– Pensó Dio con ojos cansados y una voz sensible, que para Jonathan era una lindura pura, pero al igual que él al día le da mimos a su rubio, ahora era al revés pero tampoco le importó.

–Posiblemente acaben de destruir algún jarrón o un plato de vidrio, algo que se quebrase con facilidad– Por un momento el de cabellera azul se relajó, pero al instante se acordó que dejó una fotografía de él y su amado en un cuadro de vidrio con decoraciones de caracolas, sabía que Giorno y Donatello no lo iban a tocar, pero Ungalo, Rikiel y principalmente a Hauruo le gustase y lo utilizara para jugar y romperlo. Con solo pensar eso a Jonathan ya se le rompió el corazón. –Olvidé un cuadro de nosotros en la mesa, y posiblemente Hauruo lo utilice para jugar, po...– Antes de que pudiera seguir Dio se levantó de la cama y se colocó su camisa blanca, para rescatar ese retrato.

–Ya vuelvo, no tardaré tanto– Dijo el rubio saliendo de la habitación, para dejar totalmente solo a él ojos azules entre sabanas frescas que alguna vez pudieron sentir dolor entre llantos de Jonathan por la despedida de sus preciados hijo y el reconfortante calor de Dio ante los sollozos de esa "madre" en melancolía. Ese silencio desesperante que sofocaba y apocaba los pensamientos de Jojo fue destruido como un disparo certero sin miedo... Casi como si lo manifestaba. Una bella y cuidada cabellera rosada se asomó al interior de la habitación, casi como si temiera de entrar, unos delicados ojos dorados curiosos querían saber que sucedía en ese hipocentro en el cual no dejaba de mirar cuando pasaba al lado suyo, parecía loco, pero era capaz de escuchar voces diciéndole que entrara, y de sobre manera la inquietud lo llenaba en su interior.

– ¿Papá?–preguntó el curioso adolescente de catorce años que tomo valor para introducirse a ese lugar que era todo tipo de lugar de miedo a pesar de ser un simple dormitorio –Padre... ¿puedo preguntarte algo?–Rikiel no era capaz de ser como Giorno, que se enfrentaba tanto como Jonathan o Dio... sabía que su hermano mayor era una copia calcada de la mitad de ellos dos por ser el primero en nacer, tuvo más aprecio entre sus progenitores.

Donatello el segundo en nacer, a pesar que intento ser apreciado por Dio solo quedaba atrás. Gracias a Jonathan se mantuvo adelante... pero al crecer se hizo más rebelde e independiente, se la pasaba el mayor tiempo en su cuarto con libros, música, comida, amigos y durmiendo, no le gusta actuar o que lo tomen como un niño de siete años.

Ungalo, es un caso extraño pero igualmente Jonathan lo quiere, y Hauruo... bueno, el solo tiene cuatro años. Mientras que Rikiel fue reservado a su actitud, intentaba ser algo parecido a Giorno... Pero para Dio no era así, no es SU primer hijo.

–Claro hijo– le respondió el mayor, para poder ver a un Rikiel vestido de una manera que nunca pensó ver, una remera manga-larga arremangada hasta los codos de su típico estampado de vaca, unos pantalones beige oscuros y unas zapatillas blancas. El joven tenía unos nervios notables, pero decidió decirle y obtener una respuesta rápida.

–P-pa-padre... ¿puedo ir con unos amigos?– Realmente Jonathan no estaba sorprendido por la petición por su hijo, pero era todo lo contrario al peli-rosa. Rikiel estaba tan nervioso que no se dio cuenta que desde que se metió a la habitación respiró en ningún momento. Una simple palabra calmó el interior del chico y todo su ser.

–Claro– Dijo Jonathan con una sonrisa agradable y, como si de un hechizo o embrujó se tratase, hasta la persona más seria y fría del mundo le tendría que corresponder a esa dulce y bella sonrisita igual que el cielo mismo. Ante las palabras de su padre, el joven salió de la habitación directo a la puerta principal e irse en pocos movimientos, mientras que para Jojo todo volvió a ser bastante solitario y agobiante durante unos dos a cuatro minutos para que por fin alguien entrase por esa puerta, que solo guardaba momentos más preciados y decisivos como aquella tarde que entro y se encontró bebidas tiradas por el borde del lecho y siete vasos de vidrio dispersados por el piso, un aroma a alcohol que llenaba los pulmones de Jonathan y le daban ganas de vomitar, pero eso no era nada a lo que se le presentó en una de las mesitas de luz, era una foto suya llena de lágrimas y sangre seca tanto que se arrugó, daba tanto miedo que sintió como la persona que amaba con todo su alma... ¿quería matarlo? No sabía que hacer hasta que sintió como alguien lo abrazó de la espalda para empezar a desabrochar su camisa mientras que besaba, lamia y mordía el cuello del peli-azul, no permitiría que alguien le haga algo así sin su consentimiento... menos a Dio.

–S-¡Suéltame!–dijo intentando empujarlo, pero de detuvo cuando escucho su voz.

–N-No p-puedo... no quie-ro... yo te quiero, s-solo a ti– la voz de Dio parecía melancólica y desesperada por Jonathan, supuso que la sangre y lágrimas de esa foto pertenecían a el rubio de sus sueños para que cuando le quite su camisa permitirle todo tipo de libertad a Brando... lo disfrutarían, eso estaba claro.

- 18:51 - 

–Jonathan, dejo aquí el cuadro– dijo Dio, que pudo despertar a Jonathan de sus pensamientos – Bueno... creo que dormiré, hazme espacio– cuando pudo reaccionar ya tenía los labios de el rubio en los suyos y sentir como el contrario rompió el beso unido por un hilo de saliva notorio para luego acostarse al lado de su amado, acomodarse en su pecho y –Buenas noche Jojo–...


–Buenas noches... Dio

Jonathan Joestar

Una historia de amor (bizarra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora