𝐈𝐍𝐕𝐈𝐒𝐈𝐁𝐋𝐄- ᴀʟʟ ᴏꜰ ᴜꜱ ᴀʀᴇ ᴅᴇᴀᴅ

𝗼𝗰𝗵𝗼. 𝗲𝗹 𝗶𝗻𝗼𝗰𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗲 𝗰𝗼𝗻𝘃𝗶𝗿𝘁𝗶ó

★ 𝐄𝐋 𝐈𝐍𝐎𝐂𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐐𝐔𝐄 𝐒𝐄 𝐂𝐎𝐍𝐕𝐈𝐑𝐓𝐈Ó ★

LA profesora me llevo a un lugar alejado de mis otros compañeros. Llegue y ella ya estaba parada con los brazos cruzados.

—Hye-joon— empezó a hablar tranquilamente —¿por qué Na-yeon dijo eso?— me pregunto.

Solté un suspiro —Na-yeon hablaba sobre mi mejor amigo, él era muy amigo de todos los que están aquí pero un día se suicido. Toda la escuela no sabía el porqué se había suicidado ni yo tampoco supe— le expliqué.

—Pero ¿por qué Na-yeon te culpo a ti de su muerte?— me pregunto confundida.

—Se decía que estaba enamorado de mi y también decían que lo rechacé. Pero en verdad nunca pasó eso, él no estaba enamorado de mi. Y por eso Na-yeon me culpo.

—¿Cuál era el nombre de tu amigo?— me pregunto.

—Su nombre era Lee Sang-woon— le dije recordando su nombre.

—Siento mucho lo que tuviste que pasar. No es fácil perder a alguien— me dijo y me sentí más tranquila con sus palabras. —vámonos con los otros chicos— me dijo y asentí.

Caminamos hacia la parte donde estaban todos mis compañeros. Llegamos y todas las miradas se posaron a mi, no le tome importancia y me senté en el suelo.

Alguien se sentó a un lado mío, era Woon-ji. Lo salude con una sonrisa ladina.

—¿Como estás?— me pregunto.

—Yo creo que bien—le respondí.

—Oye —me dijo y tomo mi mano para acariciarla —no le tomes importancia a lo que dice Na-yeon. Eres mejor que ella.

—¿Tu crees?— le pregunté con ilusión.

El asintió y se me formó una gran sonrisa en el rostro.

—Bueno me tengo que ir. Nos vemos luego— me dijo para después pararse del suelo sin antes darme un beso en la mejilla.

De nuevo estaba sola, me sentía libre cuando estaba sola.

Me percaté que Su-hyeok no traía sus zapatos, me reí cuando estaba limpiando su pie.

Creo que reí un poco fuerte por que Su-hyeok volteó a verme yo rápidamente me tape mi cara con mis manos, para que no me viera reír.

Alguien me quito las manos de mi cara era Su-hyeok, el me veía con una ceja alzada. Yo estaba intentando no reírme pero esa imagen me superaba.

—¿Por qué te ríes pequeña?— me pregunto y yo me sonroje por el apodo.

—Por nada— mentí, pero el me seguía viendo desconfiado.

—Si claro— dijo sarcásticamente— ¿segura que no te reías de mi?— me pregunto y yo rápidamente negué con la cabeza.