12: El por qué de las mariposas muertas

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—¿Por qué los maestros no han hecho nada? —preguntó Yongsun, llamando la atención de todos. Taehyung agradeció tener una excusa para dejar atrás las horrendas fotografías— Si realmente esto es real, ¿por qué no han hecho nada? Los alumnos desaparecen como insectos y ellos evitan el tema. ¿Qué sucede con la policía? ¿Las familias no han reportado las desapariciones? Nada tiene sentido.

—Poder, niña. Poder —dijo Jin, volviendo a cruzarse de brazos, con esa sonrisilla de autosuficiencia marcada en los labios—. Y dinero. Si los tienes, puedes manejar la situación a tu antojo. La escuela tiene dinero, el suficiente como para callar a las víctimas y no manchar su pulcra y adorada reputación. No les conviene que un rumor sobre asesinatos en su escuela ronde por ahí. Ahí está tu explicación.

—Sigue pareciéndome exageradamente ridículo —Yongsun parecía estar a punto de explotar. Tomó su mochila, colgándosela en el hombro y caminando hasta la puerta. Antes de salir, les dirigió a todos una mirada furiosamente preocupada—. Si realmente van a hacer esa estupidez —sus ojos brillaban. Taehyung se dio cuenta de que Yongsun estaba a punto de llorar—, no mueran. Por favor.

Y salió, cerrando la puerta de un portazo que resonó en la habitación tras su partida.

Jin finalmente dejó salir la risa que había estado guardando, y Yoongi lo estudio con repudio, como intentando descifrar de dónde había sacado tal idea estúpida. Yongsun tenía razón. Si era real, seguramente morirían y, si vivían para contarlo, las cicatrices serían eternas. Pero eso no era relevante, ¿cierto? Porque no era real, era una simple ensoñación absurda. Yoongi volvió a tomar las fotografías entre sus manos agitadas. Él también parecía a punto de romperse en lágrimas. Sus labios se removían en su rostro, indecisos e irritables, sin saber qué decir realmente. Jungkook estaba tan tranquilo en comparación del insufrible ambiente que se formaba en la sala, y eso a Taehyung le transmitió cierta paz. No sabía qué pasaría, así que solo deseaba seguir junto a Jungkook lo que quedaba de aquel sueño.

—¿Y bien?

—Eres un imbécil.

—No sé cuántas veces has dicho esa palabra —Jin bufó, sosteniendo el puente de su nariz, empezando a impacientarse—. No les estoy pidiendo permiso para hacerlo. Porque lo haré de todas maneras, ¿entienden? Solamente estoy preguntando si quieren hacerlo conmigo, ¿bien?

—Bien. Lo haré.

Miradas aterradas, confundidas y sonrientes. Todas las miradas cayeron sobre Yoongi, quien se mantenía con la mirada baja, clavada en las fotos. Sus lentes mostraban un resplandor peculiar, y sus labios habían terminado en una sonrisa torcida y curiosa. Seokjin volvió a reír, extasiado, aplaudiendo con fuerza. Tomó las fotografías y las tiró en el aire como si fueran confetti, cegado por la emoción electrizante que lo envolvía. De repente, recordó algo, y sus ojos se apagaron hasta llegar a Taehyung y Jungkook, quienes no habían dicho palabra alguna desde que llegaron al club.

—¿Qué hay de ustedes? ¿Lo harán?

La curiosidad recayó sobre ambos. Jungkook no dijo nada, Taehyung sintió la necesidad de contestar, pero no sabía cómo responder. ¿Qué se supone que elegiría? Estaba en Blood Rain, ¿cierto? Por lo que, si decidía no quedarse, no habría historia. Recordaba que Jimin se lo había explicado alguna vez, cuando le contó la historia del juego. «Se supone que eres un estudiante que decide pasar la noche en el colegio. Tú y tus amigos quieren descubrir qué hay detrás de una serie de extrañas desapariciones, y hay un asesino suelto que usa una ridícula máscara de zorro. Si eliges no quedarte en el salón del club, desbloquearás el primer final malo. Perder la primera vez que juegas es bastante humillante, te lo digo por experiencia».

Lo pensó un poco. Titubeó bajo las miradas expectantes, incluyendo la de Jungkook.

No quería un final malo.

—Haré lo que tú decidas hacer —le sorprendió escuchar la voz de Jungkook, como una suave caricia en el oído—. Si quieres irte, saldremos de aquí y dejaremos a estos idiotas solos en su tonta travesía. Te compraré un helado y olvidaremos que todo esto pasó, ¿sí? —Jungkook sonreía, ya no en un gesto infantil y animado, sino en uno reconfortante y preocupado, casi melancólico— Pero, si quieres quedarte, prometo que estaré junto a ti cada segundo, Taehyung. Sin importar lo que pase. Si es necesario, moriré por ti.

Ambos se miraron, y Taehyung empezó a llorar. Era un llanto lento, silencioso, tan callado que solo Jungkook se percató de las lágrimas que congelaban su rostro. Se alejó un poco para limpiar con su pulgar aquellos ríos dolorosos, ese camino de sangre cristalina que le manchaba las mejillas. Taehyung, con la piel mojada, sonrió. De nuevo la sintió, esa desconocida ola de valentía y optimismo que le incitaba a tomar riesgos. Sentía que podía hacer lo que deseara si estaba con Jungkook. Quizás, esa noche, Taehyung podría cumplir su reciente fantasía de morir en los brazos de ese chico. Se volteó con cuidado, sintiendo aún las manos de Jungkook en su rostro, para ver a Seokjin y a Yoongi. La incomodidad en los rostros ajenos que presenciaban aquel momento íntimo fue notable.

—Está bien —soltó Taehyung, sonriendo— Lo haremos, nos quedaremos.

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La esperada noche está por llegar... !!!

¡Nos leemos luego!

— Noduru.

Blood Rain • KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora