Observaba como su mano temblaba; se sintió patético al asustarse por un ridículo ritual sacado de quien sabe que foro, con pocas posibilidades de funcionar. Solo era su mente dándole una mala pasada.
Pero por Dios que estaba malditamente asustado.
—Me desprendo de la santísima trinidad y cada una de las cosas que representa para comenzar contigo a un juego de preguntas y repuestas —recitó, con la voz lo suficientemente alta para ser escuchado en cada rincón de la habitación.
Volteó la cruz al momento que cerraba los ojos.
Un minuto.
Dos minutos.
Tres minutos.
En su mente solo pensaba que cuando abriera los ojos no vería más allá de su propio reflejo. Se sentiría demasiado apenado consigo mismo por estar tan asustado, por parecer solo un pequeño crío creyendo en todas esas cosas. Si eso no funcionaba se aseguraría de cobrarsela a Felix en una cautelosa venganza que nadie sabría por qué.
Sin embargo, cuándo Hyunjin abrió los ojos, se vio cara a cara con un rostro completamente diferente al suyo.
La respiración se le cortó, un frío espectral subió por su espina dorsal, instalándose en su nuca. No se podía mover, no podía hablar, a penas logró exhalar e inhalar después.
El rostro de aquél chico era un poco más alargado que el suyo, sus labios eran pomposos con un pigmento rosa pálido que las chicas matarían por tener, su piel banca los resaltaba. Poseía cabello negro como el ébano, sedoso, peinado hacia un lado. Estaba allí, mirándole con los ojos más profundos que Hyunjin pudo ver alguna vez.
Pero percibía en ellos un vacío descomunal.
Era el rostro más lindo que vio en toda su vida, parecía haber sido esculpido por manos benditas e inigualables en el arte, era una belleza letal. En sus ojos... con solo mirar esos profundos y negros ojos, Hyunjin supo que sus intenciones no eran del todo buenas, pensó en terminar todo aquello pero si tan solo pudiese moverse, resultaría más fácil. Estaba cautivado y atemorizado por lo que veía, no despegó la mirada de sus ojos hasta qué el chico en el espejo separó los labios para hablar.
—¿Ya deseas comenzar? —era una voz serena. Tranquila. Apaciguadora.
Hyunjin podría quedarse dormido siendo arrullado por una voz como esa, no le molestaría en lo más mínimo si tan solo no se tratara de una presencia con intenciones totalmente desconocidas que quizás quisiera matarlo para usar su cuerpo, o consumir su alma según le contaban las películas de terror.
—S-sí... —murmuró al cabo de unos pocos segundos, respiró hondo con una mano en el pecho, a penas podía mantener la mirada. Casi no encuentra la voz en su garganta.
—Bien... Comencemos —aquél chico sonrió de lado, mostrándole una curvatura que si no hubiese sido por el escalofrío que le ocasionó en cada parte de su cuerpo; hubiese considerado que era muy bonita—. En el funeral de una madre, sus dos hijas lloran su muerte. Un hombre desconocido aparece entre la multitud, era el hombre más hermoso qué las dos chicas habían visto en toda su vida, era la primera vez que lo veían y cayeron profundamente enamoradas de él, creyendo que era el amor de su vida. Un par de semanas después, una hermana mató a la otra; ¿Por qué la mató?
Los minutos pasaron, el ente en el espejo tan solo guardó silencio, esperando por la respuesta que no parecía llegar pronto. Hyunjin se había quedado como estúpido mirándole a los ojos, estaba tan asustado que no sabía qué pensar; en una respuesta tras analizar el problema planteado o en una forma de terminar el juego de una vez, para quién quiera que fuese aquél sujeto, se fuera y no volviera a hablar con él.
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El Amante del Diablo | Hyunmin |
FanfictionHwang Hyunjin resulta perdedor en una apuesta hecha con Lee Minho, como penitencia deberá llevar a cabo un ritual sugerido por Lee Felix, el amigo medio extraño del grupo que se ve atraído por lo paranormal. Creyeron que se trataba de un simple jue...