Capítulo uno

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"De repente, una linda avecilla de plumaje blanco se quedaba sin hogar, por lo que el cazador alentado por el suceso se empezó a preparar"

Arlet Roussel

¿Qué pasaría si tu vida da un vuelco por culpa de tus padres? Sí, de tus padres. Solo por esta vez, ya no tienes que sumarle un error más a la lista de equivocaciones a tu nombre.

En mi caso, terminaré viviendo en la calle porque mi padre no tiene el dinero para pagar mi cuarto de la residencia universitaria. Podría haber otras situaciones más profundas, sin embargo la mía cae en la medida de la estupidez. Una cosa tenía que hacer y se olvido de mis necesidades.

—Mamá deja de llorar por favor, encontraremos una solución pronto —dije por tercera vez para intentar ablandar el momento.

La llamada de mi madre se había extendido ya una media hora. Me sentía fuera de mis límites razonables. No pensé ni en llorar y eso que tenía, hasta de sobra, motivos.

—¿Cómo no va a llorar, Arlet? Piensa un poco —murmura Joffre de repente a mis espaldas.

Lastimosamente, mi ex-novio ya se enteró de mi desgracia, porque al escuchar la noticia lo repetí en voz alta sin creerlo. A él no le afecta en nada, tampoco pretende tener un atisbo de empatía conmigo. Eso sería pedir demasiado que provenga de Joffre.

Me giré hacia él después de cambiar totalmente mi expresión, ya que no era momento de gritarle. Lo observé por unos segundos, tenía su entrecejo fruncido, con la mirada fija en su celular. Le di un golpe en su hombro para que se callara, no quería que eso sea un detonante de las lágrimas de mi madre y de las mías.

El cielo durante toda la mañana amenazaba con llover por sus nubes grisáceas que danzaban lentamente ¿Acaso esa era ya una señal de mi mal día? Lo irónico, es que ahora estaba completamente despejado, con un sol que ya se iba a esconder por el horizonte. Me imagino con el fin de consolarme de la mala noticia porque apenas eran las cinco de la tarde. Algo bueno, es que por hoy ya no tengo más clases, solo tenía muchísimos deberes.

—Mi amor, vas a estar en la calle si no encontramos una solución rápida, y nosotros en Francia. Estás sola ahí, en ese feo lugar. —La intranquilidad en su voz era notable como la piel de gallina que se me hizo al escuchar esa palabra de cuatro letras.

—Tranquila mamá, tengo dinero guardado bajo mi colchón, puedo pagar este mes si tengo lo suficiente —mentí... a medias.

Durante los tres últimos meses, guardé algo de dinero. Vendí algunos libros por falta de espacio y fue lo que me desgarro el alma. Tener un hobbie es normal, solo que el mío es muy caro y resulta que comprar un ejemplar es un privilegio.

—Soy tu madre, sé en qué momento me estás mintiendo.

—¿Cómo? —Fingí ofensa —. Te mandaré la cantidad de dinero que tengo cuando vaya a la residencia.

Seguramente no rebasaba de los cuarenta dólares, pero lo estoy intentando.

—No eres buena ahorrando cariño —manifiesta con un tono dulce —, perdóname, no quiero ofenderte ni que me mientas.

—De acuerdo, tal vez no es suficiente para pagar la residencia, solo me alcanzaría para mis gastos diarios, pero la...

Pienso que ser dura con mi madre no iba a solucionar nada realmente, tampoco echarle la culpa totalmente a mi padre para que él busque una solución, y eso que si lo vemos desde afuera, era bastante sensato; por lo tanto, ablandar el momento se veía prácticamente más fácil, si eso significaba ser graciosa en un momento caótico como este.

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⏰ Última actualización: Jan 16 ⏰

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