Rojo carmesí

Rojo Carmesí brota de mi rostro,
De entre mis lagrimales el frío sentimiento de tristeza invade y sobresale por los retrovisores de mi alma.

Atrápame otra vez desde mis sueños y sumérgeme en el coraje de tener una cama vacía al despertar de mi letargo tan infantil y sincero.
Quería sentir lo que es la soledad, pero no esperaba un abrazo tan fraternal, esperaba poder decir que eran distintos aquellos pasados que vague entre el desierto de mi mente, pero son tan similares que me hacen quebrarme para reposar en mis pies.

No es tu culpa que el rojo carmesí quede en mi mente y pinte mi rostro, al fin y al cabo es tu color favorito y a mi que me interesa eso, pero no puedo dejar de recordarlo. Brotas entre periodos de miseria y exageraciones que quiebran mi mente, aún más de lo que ya estrellada quedó.

Te amo tanto y te odio por eso, supiste quien era, lo que esperaba y ¡yo sabía lo que esperar y tu sabías lo que hacías!
No entiendo como con todo de antemano me sigue sorprendiendo rendirme así.

Rojo carmesí, quema tu aroma y pudre mis pupilas.
Rojo carmesí, entierra tu verdad y escribe nuestras memorias.
Rojo carmesí, déjame soñar tranquilo
o contigo una vez más.

Pero no me enseñes a esperarte, que entre tanto llanto y dolor he olvidado hasta quien soy; tras tantas transformaciones he perdido forma y he vuelto a mi primordial sentimiento de angustia.

Puedo culparte, pero la culpa es mía.
No se puede culpar al dios de los pecados del pueblo dicen algunos.

Espero nunca encontrarte y espero que tú me busques, espero que nos veamos otra vez al dormir, rojo carmesí.