Nada de lo que hablamos sirve, como decía mi abuelita: -"Te entra por un oído y te sale por el otro...".

La otra noche llamó, llorando.
Me dijo que el pololo la había cagado, de nuevo, y que esta vez al parecer ella fue la culpable, asi que se lo merece.

En todo caso, cuando conocí al pastelito, entendí al instante que era el tipico fulano que se cree superior al resto porque anda con plata, la que seguramente ganó vendiendo tussi o reventando algun negocio de barrio que con cuea paga el arriendo mes a mes.

-"En volá estoy siendo muy prejuicioso". - Pensé.
Pero menos mal me fuí antes de ese carrete.

Pude notar que mientras lloraba, hacía sonidos de dolor, quejándose.
Resulta que los insultos llegaron a los golpes.
De un mes para otro le cambió la vida, solíamos pasar mucho tiempo juntos, era la unica persona por la que valía la pena hacer la cimarra, caminar por la alameda, sentir el frio de la mañana, ver el vapor saliendo de nuestras bocas, era una sensación increible, adrenalínica.

¿Donde quedaron esas risas fuertes?, esas conversaciones, esas donde solo nosotros nos entendíamos. Su cabeza en mi hombro, mirando los árboles, esos silencios que serían incómodos de no ser con ella. Quedaron en nada, en una especie de limbo, entre las ganas y las acciones, entre los recuerdos y las emociones; Entre su Vida y La Mía.

Ya no escuchaba esa voz luminosa, que cambia el ánimo, que inspira a mejorar y luchar, solo escuchaba a una mujer rota, confundida, con el corazón al borde del abismo, pidiendole saltar, esperando que el tiempo cure unas heridas que él mismo causó, desde el momento que cruzó sus caminos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 05, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

PerspectivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora