Yo soy tú

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Por fin corregido al 100% les traigo un monologo nunca hecho que escribí en mis clases de géneros alternativos. Uno de los escritos cortos que mas disfruté escribir en 2021. Los derechos están reservados pero si lo quieres hacer tienes mi permiso siempre y cuando me des el crédito de haberlo escrito. Gracias por tomarte el tiempo de leerlo, disfrútalo. 


Entra un hombre y se sienta en una silla de madera que está a la mitad del escenario.

Hombre: (mira al público) Hola (se quita el barbijo)

El hombre mira arriba, mira al público como si intentara memorizar cada cara y suspira.

Hombre: ¿Sabías que yo soy tú, pero en esta vida? Y tú eres yo, pero en aquella. (Se toca la barbilla) Tiene sentido. Porque si yo hubiera tenido tus padres, tus hermanos... Si hubiera ido al mismo colegio que tú, si hubiera tenido los mismos profesores, tus mismos amigos, tus mismos recuerdos, vivencias, decepciones, decisiones, ilusiones, triunfos, etc. Estaría ahora mismo sentado al otro lado y viceversa.

El hombre se ríe y se tapa la cara.

Hombre: Que vergüenza, cuántas veces de niño pensé que, si yo tuviera la vida de algún millonario tacaño, regalaría el dinero a los pobres (sorprendido) ¡Soy un pobre tacaño!

En fin (mira sus manos y sostiene más firmemente su barbijo) Ahora que la pandemia me ha matado un millón de veces, me siento más vivo que nunca.

La cuarentena me obligó a vivir solo porque un año antes de la pandemia decidí que ya me había educado lo suficiente y que ya era hora de dejar de mantenerme para aprender a mantenerme solo.

Conseguí un cuarto pequeño con todo lo necesario y decidí comenzar desde cero trabajando de mesero, donde me servía comida que no podía comer y bebidas que no podía beber.

Unos días antes que la pandemia llegara a mi país conocí a una mujer hermosa. En realidad, no la conocí, solo la vi caminar al otro lado de la calle. Ella no sospechaba que la miraba porqué la calle era doble vía, los autos tocaban sus bocinas y votaban humo negro.

Me enamore a primera vista. Su mirada perdida, caminaba mientras pensaba y parecía tener todo en orden, el bolso liviano, vestida adecuadamente para el clima cálido y tenía una sonrisa sutil. Esa noche pensé en ella, la siguiente noche también y así pasaron los días.

Hay una pausa y se acomoda mejor en la silla.

Hombre: La pandemia llegó, se decretó cuarentena y me quedé solo en mi pequeño cuarto. Por lo menos antes me encontraba con personas desconocidas. Ahora tenía más tiempo para pensar en ella.

Buscarla era ahora más difícil, tanta gente en la ciudad y encima todos con barbijos y algunos con lentes de bioseguridad. No sé si ella sea tan precavida, no la conozco, pero no me la puedo imaginar con lentes de bioseguridad, espero que no los use porque eso haría más difícil la búsqueda. En fin, que puedo hacer, es la década que me toca vivir, desempleado en un pequeño cuarto y con mis sueños cada vez más imposibles de cumplir. Prefiero no deprimirme, no trasnocharme pensando en ella y lo bien que se sentiría verla de nuevo. (se imagina deprimido, en su cuarto mirando el techo) no, no, eso no sucederá.

Un día salí a caminar a las 2 de la madrugada y las calles estaban vacías, el aire estaba caliente a causa del barbijo y mis dedos estaban tensos de tanto frío (se frota las manos) miré las ventanas de las casas y vi algunas con la luz encendida, pero la mayoría estaban apagadas. Mucho frío.

Incumpliendo con la cuarentena y las medidas básicas de bioseguridad, me subí al columpio y empecé a moverme. Adelante, atrás, adelante, atrás.

Luego de 5 minutos ya me elevaba tanto que veía la ciudad por encima de la barra. Fue entonces que la vi caminar. No podía creerlo, salté, pero lo hice de golpe y justo cuando estaba a dos metros del suelo. Mis piernas no resistieron la caída, pero mis manos sí. Me levanté y corrí fuera del parque, pero no sabía por qué calle había doblado.

Corrí y corrí tanto y por tantas calles que cada esquina me recordaba que pudo haber ido por cualquiera de las 3 opciones: recto, derecha o izquierda y aun así no me rendí. Pasé por una calle que no conocía y vi a alguien doblar a la derecha. Aceleré el paso y cuando doblé la esquina no había nadie.

Me quité el barbijo y tomé aire, pero era demasiado tarde. Mis pulmones recibieron mucho oxígeno y me puse pálido. Mis palmas estaban blancas y estaba mareado. Sentí el cansancio recorrer cada centímetro de mi cuerpo.

Me senté en la acera, dejé mi barbijo justo al lado mío y empecé a ver borroso. Por suerte puede llegar a casa con las últimas fuerzas que me quedaban.

El hombre se queda callado y mira al publico

Hombre: Desde ese momento salí todos los días de madrugada para encontrarme con ella. Pasaron 2 semanas y día tras día salía a diferentes horas a caminar por esas calles donde la vi, me sentaba en el mismo columpio e intentaba recordar cómo se veía con barbijo.

No la eh vuelto a ver hasta el día de hoy. No piensen mal de mí, no me eh rendido, de hecho, estoy aquí gracias a todo lo anterior. Necesito de su generosa ayuda.

Yo soy tú y tu eres yo. Si la vez hazle llegar este mensaje

El hombre se aclara la garganta.

Hombre: Señorita, hay algo que me está quemando por dentro y es su belleza que no puedo ignorar. Debe saber que a pesar de no conocerla veo en usted un alma pura y espero que algún día tomar un café contigo y poco a poco conocernos. Tal vez incluso llegar a ser algo más.

¿Cómo la reconocerás? Fácil, cuando la veas será amor a primera vista. No tengas miedo, acércate y dile lo que sientes que sin duda es lo que yo sentí ese día. No la dejes ir, uno nunca sabe cuándo una pandemia pueda llegar a tu país y no vuelvas a verla.

Confió en ti tanto como confió en mí.

Yo soy túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora