Jeon Jungkook ha pasado toda su vida anhelando encontrar su lugar en el mundo, construyendo una personalidad magnética que atrae a todos a su alrededor. Sin embargo, todo lo que creía conocer se ve desafiado cuando se encuentra con Kim Taehyung, cuy...
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Hubo una época en la que Taehyung no conocía la soledad. Sus días estaban teñidos por la calidez de risas compartidas, voces que llenaban los espacios vacíos y la certeza de un círculo de amigos que parecía invulnerable al tiempo. Era una conexión tan auténtica que cada momento juntos parecía eterno, un refugio contra cualquier adversidad. Sin embargo, el paso de los años trajo consigo las inevitables complejidades de crecer. Las exigencias de un mundo cada vez más rígido comenzaron a colarse entre ellos, como grietas invisibles que lentamente desgastaban aquello que los mantenía unidos.
Las expectativas sociales, con su constante presión por ajustarse a moldes ajenos, se convirtieron en una carga demasiado pesada para sostener la espontaneidad que antes los definía. Lo que una vez fue una amistad firme y luminosa terminó por ceder ante las fuerzas implacables de crecer, hasta que el lazo que los unía se rompió, dejando a Taehyung con el eco distante de risas que ya no podía alcanzar.
Para él, la vida escolar siempre fue una carga difícil de soportar. Aunque había nacido en Estados Unidos, su ascendencia coreana lo convirtió en blanco de burlas y acoso debido a sus rasgos físicos. La xenofobia era una realidad palpable en un país donde el patriotismo extremo era motivo de orgullo para muchos. Sin embargo, Taehyung nunca les dio el poder de derrumbarlo. Para él, aquellos que lo atacaban no eran más que idiotas aburridos, tan vacíos de propósito que encontraban entretenimiento en la crueldad. Resistir no era fácil, pero era su forma de demostrar que no se rendiría ante su ignorancia.
Con el tiempo, aprendió a pasar desapercibido, convencido de que la idea de "encajar" era un estereotipo sin valor que la sociedad había exagerado sin razón. No permitió que ese concepto lo definiera. Aunque en algún momento la presión social lo abrumó hasta el punto de casi quebrarlo, Taehyung siempre supo que preferiría renunciar a la vida antes que someterse a la idea de encajar simplemente por buscar aceptación.
Siempre buscó conocerse a sí mismo, descubrir quién era realmente y qué tipo de persona deseaba ser. Un punto de inflexión en su vida llegó cuando encontró una copia de La Odisea en el estante de la biblioteca. Aunque Taehyung siempre había sido un ávido lector, nunca imaginó que un libro pudiera transformar su perspectiva de una manera tan profunda. La obra de Homero lo fascinó por completo, y de alguna forma, se sintió intensamente identificado con Odiseo. Sentía que todo lo que estaba viviendo en su vida no era más que el viaje de diez años que debía recorrer para regresar a su hogar.
Se sostiene que la interpretación de la literatura depende de la perspectiva de quien la lee. Taehyung había visto el viaje como una serie de complicaciones que le obstaculizaban el alcanzar su destino. Sin embargo, quizás una interpretación más adecuada de la epopeya griega sería que las experiencias y aprendizajes adquiridos en el camino tienen un valor superior al simple hecho de llegar al destino final.
Fue a partir de ese momento que la literatura se volvió algo más arraigado a la vida de Taehyung, y fue por medio de ese poema que poco tiempo después se animó a escribir sus propias poesías. Actualmente, nadie conocía esa parte de su vida más que su maestro de Literatura, el señor Miller, quien en una ocasión, lo había escuchado sin querer declamando. Fue él quien le dio la llave del aula de utilería del teatro que ya nadie utilizaba. Ese lugar que se convirtió en su refugio, dónde sabía que podía ser el mismo sin ser juzgado por nadie.
