Prólogo.

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Estoy muriendo.

Solo, abandonado como perro callejero, mi familia me detesta, no tengo amigos, no pude terminar la escuela.

¿Estaría bien vivir? ¿Para qué? Si muero ahora, ¿No terminará todo?

Sí, eso estaría bien.

Morir está bien, quiero morir, no tiene sentido que sobreviva, de cualquier manera nada bueno vendrá de ello.

Quiero morir, eso sería bueno, tanto para mí como para el resto.

Mis débiles quejidos de dolor son ahogados por la intensa lluvia.

Dios, ¿Dónde fue que cometí el error?

—¡Por aquí!

Una mujer llega señalando a este callejón, seguida por lo que parecen un par de médicos.

—¡Resiste!

Oh, cierto. Terminé así por intentar hacerme el héroe, que patético ¿No? Era obvio.

¿Qué esperaba que sucediera con este cuerpo? Creyéndome un elegido, vaya imbécil.

—¡¿Oye?! No responde.

Escuchando esos gritos llamándome, mi consciencia se desvanece, termino por caer en medio de nubes.

Escucho un chasquido de dedos y ahora estoy frente a un ser humanoide totalmente blanco, el cielo también es blanco.

Lo único que tiene color es el pastizal, y un árbol colosal, cuya copa ni siquiera soy capaz de ver pese a alzar la mirada tanto como puedo.

—¡Por el amor de dios! ¿Otro estúpido?

¿Eh? Este ser.

¿Es dios? No, no hay manera.

—Escucha, tus pensamientos son fácilmente escuchados por mí, falso héroe.

Tapo mi boca por instinto, aunque no tiene sentido si puede leer mi mente.

—Entonces, ¿A dónde iré ahora?

—Ni idea, no eres para nada interesante —declara chasqueando nuevamente sus dedos.

Lo siguiente que vi al intentar levantar fue sangre y tierra, además de sentir un fuerte dolor en mi cabeza.

—D-Duele.

Espera, mi voz.

Noto un cántaro con agua cerca de mí, me acerco y lo que veo es una hermosa niña.

Pero, no era una humana, sino una elfa oscura y no sólo eso, también tengo unos pequeños cuernos negros con algunas rayas moradas, ambos cuernos sobresalen de ambos lados de su cabeza.

Por su aspecto tendría unos cinco o seis años. Aunque, no hay formar ¿Cierto?

Lavo mi herida antes de quedarme sentado en unas escaleras de piedra llenas de moho.

Las casas están hechas de madera en casi su totalidad, parezco estar en algún pueblo de mala muerte de algún momento de la edad media.

Sí, pese a no terminar mis estudios, leía lo que podía de vez en cuando.

Por eso al menos creo poder saber algo tan simple. En todo caso, debo mantener la calma.

—¿Una cola?

Y con forma de corazón la punta.

Suelto un suspiro, mientras sigo viendo los alrededores con la mirada.

Parecemos estar en medio de un bosque, quizás para mantenernos escondidos.

¿Una tierra sin ley? Bueno, no es diferente a dónde vivía.

Esto es deprimente de cierta forma.

Pequeños dragones o lo que parecen serlo sobrevuelan los cielos, matando mis esperanzas de que siguiera en mi mundo.

Bueno, no es que mi apariencia me ayude con eso.

—Duele.

Tocó nuevamente mi aún fresca herida.

—¡Zakia!

Mantengo mirada fija en el suelo, mientras escucho personas correr y luego alguien se detiene frente a mí.

—¿Zakia? ¡¿Qué te pasó?!

Una mujer alrededor de sus veinte, con la mirada cansada y bastante bien dotada me levanta el rostro con sus manos.

Viéndola bien, es realmente hermosa, y su piel muy suave.

¿Una elfa?

Sus orejas la delatan, sin embargo.

—¿Quién eres?

Tras decir eso, sus rodillas cedieron y me abrazó mientras solloza.

Entonces ¿Soy Zakia?

—Sabía que no debí dejarte por tu cuenta, ¡Pido perdón por ser tan inútil! —exclama mientras me abraza con firmeza.

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