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Aidan Gallagher.
Subía con cuidado el árbol que se encontraba frente a la ventana de _____ pues quería hablar con ella, necesitaba hablar con ella.
Al llegar a su ventana pude ver con claridad como miraba fijamente el pequeño relicario en forma de corazón que le había regalado, sonreí ligeramente y sin pensarlo toqué con los nudillos de mi mano el vidrio, llamando su atención.
Se acercó con pasos rápidos a la venta y la abrió, dejándome entrar. Su ceño estaba levemente fruncido mientras que se sentaba en el filo de la cama. Me acerqué a ella y la tome de las manos.
- ¿Por qué has venido? - Preguntó, sin dejar de fruncir las cejas.
Se miraba tan adorable que no pude evitar soltar una risita. Acaricie con la yema de mis dedos sus manos con delicadeza y alce la mirada para encontrarme con la suya.
- Sabes que te quiero - Murmure, acariciando su mejilla derecha con mi mano - Yo sé que me quieres - Dije con una pequeña sonrisa, haciendo que ella bajara la mirada sonrojada - Así que no sigas diciendo que tus manos están atadas - Murmure lo último, desviando la mirada.
_____ y yo, nos conocemos desde los nueve años, pero con el paso del tiempo me fui enamorando de ella. Todo era perfecto a decidir verdad, pero sus padres decidieron "entregarla" con un chico de su misma clase, según sus padres una chica adinerada no puede estar con un chico como yo.
- Pero... Aunque no quiera debo quedarme con él - Dijo, mirando el suelo - El destino nos está alejando -
Solté sus manos y me levante frustrado. No podía dejar que estuviera con alguien que no fuera yo, porque sé que me ama y yo a ella.
- No puedes estar con él, podemos... Podemos irnos lejos de aquí para estar juntos. Nadie debe decidir lo que debemos hacer o no hacer - Solté desesperado, empezando a caminar de un lado a otro en su habitación con las manos en la cabeza - Debe de haber una solución a todo esto - Musite, sin dejar de caminar.
- Basta - Mascullo, haciendo que parara en seco. Tomó aire y se acercó a mí para tomarme de las mejillas con sus delgadas manos - Piensas que es fácil - Susurro, limpiando con sus dedos las pequeñas lágrimas que salían de mis ojos. No quería que se fuera de mi lado, no cuando más la necesitaba - Y piensas que no quiero correr hacia ti, pero hay montañas y puertas que no podemos cruzar - Siguió hablando, refiriéndose a sus padres.
- ¿Por qué? Somos capaces de ser solo tú y yo sin todos estos muros - Dije, viéndola a los ojos.
- Porque aún así todo nos separa y no soy tu destino - Una lágrima salió de su ojo.
Sabía que estaba tratando de no verse débil, pero era inútil no hacerlo, no después de saber que en dos semanas se casaría con otra persona.
- Sí, sí lo eres - Asegure, sintiendo un nudo en la garganta.
- Sabes que te amo, pero no te puedo tener - Musito, haciendo que lágrimas seguidas bajaran de sus ojos, pasando hasta su mejillas las cuales estaban ligeramente rojas - Estamos obligados a romper y mis manos están atadas - Terminó de hablar y junto nuestros labios, formando un beso lleno de amor y dolor.
- Reescribamos las estrellas juntos - Susurre sobre sus labios - Por favor - Suplique, viéndola a los ojos.