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En la mañana siguiente, se levantó con frío. Miró la habitación un momento, antes de mirar el lado vacío de la cama. Se sentía tan sólo. Como si nadie viviera ahí.

El timbre fue tocado, y con pereza, se levantó de la cama para abrir la puerta.

—Buenos días, soy Ernesto, el abogado de Camila . Vengo a que firme los papeles del divorcio. —habló aquel hombre -no era muy joven pero tampoco era un señor muy grande- mostrando una carpeta color negra.

Juan Pablo  lo dejó pasar. Cometió un error y el lo sabe. Engañó a la persona que juró amar.

—¿Puede firmar aquí?

Miró la hoja de papel, dudó en firmar. Su mano temblaba un poco. No quería firmar.

No quería.
No podía.

Pasaron unos minutos. Y entonces, pensó por un momento, en cuanto daño le había ocasionado a su pareja.

Y firmó.

𝐍𝐨 𝐟𝐮𝐞 𝐭𝐮 𝐜𝐮𝐥𝐩𝐚 |𝐽𝑢𝑎𝑛 𝑃𝑎𝑏𝑙𝑜 𝑉𝑖𝑙𝑙𝑎𝑚𝑖𝑙|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora