CAPITULO 2: DÍA SEIS

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   (Editado)


DAHNA


Me desperté en medio de la noche, el mismo sueño en mi cabeza, los gritos de miedo y las sirenas de los carros de policías, y la misma pregunta me invade: ¿Será él?

Recogí mi teléfono de la mesita de noche y vi que eran las tres de la mañana, maldije en silencio, pues no quería despertar a mi papá, me senté en la cama y marque el primer número que me apareció en mi cabeza, me acerque el teléfono a mi oreja y así estuve unos segundos cuando se escuchó la voz de mi amigo, "hola soy Cam, si no te contesté es porque no quiero hacerlo, pero deja tu mensaje y a lo mejor me comunico contigo." Su voz me hizo sentir un escalofrió en mi espalda y después del típico pip...pip...pip...hable. - Muru soy Dahn, quería saber si tienes planes para mañana, es que no sé qué hacer y siento que sería divertido...no se ir al cine o a caminar...bueno háblame para saber que hacer...te amo.

Colgué, me volví a acostar en mi cama y traté de conciliar el sueño, pero no pude; mi mente empezó a divagar en que podía hacer, fue entonces cuando tomé mis tenis y un suéter, le escribí una nota a papá que decía:

"papá salí a correr, te amo vuelvo pronto.

                                                                Tuya Dahn."

Cogí mis llaves y teléfono, y sin pensarlo salí de mi casa y caminé calle abajo.

Pasaron los minutos y los minutos se convirtieron en horas, no sabía a donde me dirigía, solo mis pies me llevaban a donde querían; en mis audífonos sonaba "Lucky one" de Simple Plan.

Me detuve enfrente de una casa de color crema, las luces estaban apagadas. Fui hasta el patio de atrás y subí en un viejo árbol hasta una de las ventanas, la toque tres veces y nadie se asomó. Observe el cuarto, la cama vacía y estaba tapada por una sábana blanca, el escritorio todavía tenía varias cosas, fotos, cuadernos, libros y un Walkman de color gris; las repisas estaban llenas de fotos y uno que otro trofeo. Las lágrimas no tardaron en hacerse presente, bajé del árbol con cuidado, di vuelta en la esquina y me dirigí de regreso a mi casa, al llegar vi la hora, mierda eran las seis. Sin hacer ruido entre a mi habitación y me metí en la cama para dormir lo suficiente.

Era la tercera hora de clases y las siguientes dos serian de la misma materia, Biología, la señorita MacNamara estaba explicando los tipos de células, la verdad era un tema que no me agradaba mucho, volteé mi vista y ahí estaba Cameron, me miro con una risa burlona y me aventó una bolita de papel, la abrí y lo que contenía era infantil:

"Oye Dahn, siento que te vez más preciosa de lo normal"

Solté una risita de pena, puse los ojos en blanco para después escribir:

"¿Qué quieres en realidad Neimel o solo te estás haciendo el chingaquedito?"

Hice bolas el papel y se lo pase, él lo recibió, lo abrió y leía el contenido fascinado, al terminar esta acción me miro y me mando un beso que yo ignore volviendo la vista hacia enfrente.

Idiota.

Pensé que con eso se acabaría el pase de la bolita, pero qué tonta era ya que tenía esa misma bola en mi mesa otra vez, rendida solté un suspiro y la leí, pues no tenia de otra.

"Uno quiere hacerte un cumplido y tu cagas el momento, joder, quita esa cara de sufrida...tan bonita que eres y se te van a hacer arrugas"

- Pendejo- murmure, pero creo que lo dije lo suficientemente alto para que la señorita MacNamara lo escuchase, ya que dirigió sus ojos a mi lugar.

- ¿Quién es el pendejo, señorita Luper? - poco a poco se acercaba.

- Le juro que no era mi intención decir eso. - dije tratando de aminorar el daño, cosa que no sucedió y mis esfuerzos fueron en vano, me mando a detención toda la tarde, así que perdería mis dos últimas clases.

Al terminar mi castigo, me dirigí a guardar mis cosas, fue abrupto el tiempo en detención, ya que en realidad no haces nada; llegue a mi casillero, lo abrí y metí y saque varios libros (bueno solo de las materias en las que tenía una que otra tarea) alisté todo en mi mochila y al momento de cerrar el casillero me encontré con él, tenía una gran sonrisa burlona en su rostro," cómo me encantaría quitársela de un golpe", pensé.

- ¿Qué es lo que se te hace gracia? 

- Nada

- Sabes que eres horrible mintiendo ¿verdad? - lo vi arqueando una ceja.

- ¿Se nota mucho? ­- dijo algo divertido y con incredulidad en su voz.

- Mamón.

Se volteo hacia mí y con un gesto demasiado infantil me enseño la lengua, lo ignoré y seguí caminando. Me grito un buen rato, o bueno, hasta que giré en la esquina y desaparecí de su campo de visión.

Llegué al grupo de ayuda, me senté en una de las sillas más alejadas, todo estaba en silencio hasta que llego un grupo de cuatro personas, eran tres chicos y una chica, uno de ellos me volteo a ver para después darle un ligero codazo en el brazo a...

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Llegué al grupo de ayuda, me senté en una de las sillas más alejadas, todo estaba en silencio hasta que llego un grupo de cuatro personas, eran tres chicos y una chica, uno de ellos me volteo a ver para después darle un ligero codazo en el brazo al chico a su lado, el cual me miro de inmediato; el que me miro primero era un poco alto, yo calculo 1.78, ojos cafés, casi negros y cabello corto de color negro en las raíces y azul en las puntas, fácil supe quién era Jacobo D'Leon, iba conmigo en clase geometría analítica y ciencias sociales, el otro gamberro que iba a su lado izquierdo era Max Palermo, alto, delgado, ojos ámbar, cabello rizado corto color café, lo conocía porque era compañero de Cam, compartían la clase de Biología, la chica era Dianne Vega, 1.69, delgada
(esquelética diría yo) cabello extremadamente cuidado de color caoba, ojos de un color raro y único son de un tono café que de cierta forma se veían entre rojizos y naranja al mismo tiempo, la conozco desde séptimo grado nada especial; el ultimo y el que me miro por más tiempo era Jean Le Brun, de el no quiero hablar en este momento ya que no era importante.

El grupito se sentó en las sillas enfrente de mi Jacobo iba a hablar antes de sentarse, pero Dianne le gano.

- Dahn, nena ¿Como estas? - me dedico una sonrisa.

- Hola...bien supongo - me obligue a contestar, pero con mi voz más baja e introvertida.

- Dahn, al rato va a haber una fiesta, va a estar increíble, deberías venir - Jacobo me miro de pies a cabeza y con cara de morbo...me daban ganas de matarlo ahí mismo. Ya iba a contestar cuando una voz firme pero amable contesto por mí. - jab déjala de molestar, ¿Cómo se te ocurre invitarla? ¿Crees que ella es una de las facilotas a las que te cojes?, discúlpalo es un prostituto, solo que este idiota no cobra. - se volteó, los demás se rieron e imitaron el gesto del que me defendió.

En ese momento fue la primera vez que Jean LeBrun me había hablado, se acuerdan de que dije que no era importante...pues enese momento estaba equivocada, no sabía que tan importante seria en mi vida.

Más alla de la muerte...Te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora