•Un reencuentro y un final.

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Natasha, 26.

La ansiedad me consumía por completo. Clint estaba de pie a mi lado acariciando mi espalda, estoy completamente tensa.

No pude pegar un ojo a la noche, y Erik me dio libre hoy y mañana, ha sido muy bueno conmigo. Me he encargado de traer a mi familia, estoy emocionada.

Toda la noche he pensado demasiado, miles de preguntas recorrían mi mente. ¿Qué pasa si no toman el avión? ¿Y sí pierden el vuelo en serio? ¿Y qué pasa si Yelena se pone nerviosa allí arriba? ¿Podrá mamá ayudar a Yelena a calmarse? Papá ha trabajado con mucho humo toda su vida, ¿y si tiene problemas para respirar? Oh, Dios. Incluso pensarlo ahora me pone aún más nerviosa.

Realmente deseo ver a mi familia, es lo que más he anhelado desde el momento en el que bajé del avión hace tantos años, ya casi diez.

Nunca me detuve mucho a extrañar mi hogar, creía que la mejor forma de mantenerme ocupada sin pensar en ello era recordándome que era por y para ellos, para mi hermana y mis padres, para quienes lo eran todo para mí.  Recuerdo haber pasado cumpleaños muy tristes llorando mientras Pepper acariciaba mi espalda.

Pepper fue una gran compañera, debería llamarla y ver que tal fue con su boda.

—¿Sigues ansiosa?—Preguntó Clint. Asentí mientras seguía repitiéndome mentalmente que todo estaría bien.

Pues la ansiedad no puede controlarme, alertarme está genial, pero yo mantengo el control de ésto.

—Estaré bien.

Clint asintió. Me conoce, no debe preocuparse mucho, sé controlarme. Es interesante la forma en que te preparan en mi área de trabajo, jamás te rompes por factores externos, el manejo de tus sensaciones es maravilloso.

Excepto cuando bebes y te pones en ridículo frente a tu papá suegrito, y luego frente a Fiona.

Y sí, dije Fiona metafóricamente para no mencionar a Wanda, porque tal vez si no la menciono, ya no piense en ella.

Mierda, acabo de mencionarla.

—¡Natasha!—Oí una voz delicada. Me giré en busca de esa voz, la reconocería incluso a mil cuadras de distancia.

Busqué entre la gente a aquella cabellera dorada, y la vi correr hasta mí, sentí mis piernas fallando, sin embargo me contuve gracias al apretón de hombros de Clint.

Clint es un hermano muy leal y bueno para acompañar.

—¡Te extrañé!—Gritó colgándose de mi cuello. Solté una risita llena de emoción mientras sentía su cuerpo golpear el mío con fuerza. La tomé por la espalda elevándola rápidamente.

No podía pronunciar palabra alguna. Ella estaba aquí, ella realmente estaba frente a mí, podía abrazarla, podía sentir su cabello provocarme cosquillas en la nariz mientras sentía lágrimas empapar mis mejillas de forma leve.

Yelena estaba muy feliz besando mi mejilla, y algo que realmente agradecía no haber perdido era el hecho de ser su persona de confianza. No quería que al no vernos ella olvidara todo lo que significaba para mí, Yelena es mi mundo entero.

Daría la vida por ella sin pensarlo, no me arrepentiría.

—Hola, amor pequeño.—Murmuré y vi a mis padres acercarse con una sonrisa.

Alexei, dos metros de hombre, un gran corazón, manos y ojos cansados, trabajados. Melina con su cabello algo canoso, marcas bajo los ojos que indicaban todo lo mucho que nos había sonreído a pesar de la dificultad.

Y mi pequeña colgada a mi cuello.

—Hija.—Saludó papá y me acerqué hasta ellos aún cargando a Yelena.

please, save me. [Wandanat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora