Retorcido.

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Haru se miró en el espejo sin poder reconocerse. Sus hermosos ojos azules ahora lucían apagados y sin ningún brillo característico de ellos, en su cuello tenía marcas de mordidas y chupetones que pensó se borrarían. Sus brazos estaban llenos de golpes y rasguños. Con sólo mirarse podía sentir el dolor de su cuerpo que suplicaba a gritos que aquel dolor parase. Pero no podía hacer nada para evitarlo, ni aunque quisiera lo haría.

Cada moretón, cada herida, cada lagrima saliente era provocado por su actual pareja.

Yamazaki Sousuke.

Suspiró cansado de esa situación, de soportar sus golpes y maltratos porque todavía lo ama y en el fondo cree que cambiará... pero como cualquier relación enfermiza como la de ellos sabe que aquel anhelo no pasará de un lindo sueño. De un pasado.

Porque el de ojos aguamarina no siempre fue así. En sus largos años de noviazgo, donde las palabras de amor no faltaban, donde las caricias eran simples toques que no sangraban y los besos no eran forzados. Una relación donde todo parecía marchar bien. Hasta en el nombre de sus futuros pensaron. Pero todo aquello, todo lo que pasó ya no existía. El verdadero Sousuke que lo enamoró había sido enterrado en lo más profundo del corazón del Sousuke actual.

¿Cuándo lo había comenzado a golpear? ¿Cuando llegaron los insultos y manipulaciones? ¿Cuándo se volvió prisionero? ¿Cuándo dejó de ser libre?

Nunca notó las señales de la farsa. Nunca.

Haru se colocó otra vez su camisa color azul marino de manga larga y salió del baño despacio, asustado de que el más alto estuviese ahí. Ese día era cumpleaños y Makoto lo había invitado a comer por celebrar ese día. Tuvo muchos problemas para Yamazaki no se enterase de que saldría o la escena de celos se haría presente, una que terminaría con su cuerpo adolorido.

Salió del departamento lo más natural que pudo, evitando parecer cansado para que su castaño amigo no se diera cuenta y se preocupase por él. Después de todo, Tachibana aún conservaba su singular talento para leer sus pensamientos y temía que se enterara de la violencia que sufría. Le pediría que se alejase de Sousuke, que se marchara, pero Nanase no podía... porque Yamazaki lo necesitaba con él.

Entró en el pequeño café donde su mejor amigo lo había citado, lo buscó con la mirada y lo encontró con sus lentes puestos leyendo la carta donde estaban los platillos que ese lugar preparaba. Caminó hasta la meso y se dio el lujo de sonreír de verdad, como en mucho tiempo no podía hacerlo.

»¡Haru-Chan!« El castaño lo vio sentarse y le dedicó la sonrisa más dulce y amable que podía mostrar »Feliz cumpleaños amigo« Se levanto para darle un abrazo y el oji-azul soltó un quejido de dolor por la acción. »¿Pasa algo Haru?«

»No es nada« trató de sonar lo más neutral posible.

En ese momento una chica llegó a pedir la orden y Makoto pidió por los dos. Una taza de chocolate caliente y pastel de fresas. A Haru no le molestó aquello, su amigo conocía sus gustos, los cuales ambos compartían.

»Me olvidaba de algo« Le extendió una cajita forrada de rojo »Rin te manda esto, dice que espera que te guste«

Haru tomó el paquete entre sus manos y rompió un poco la envoltura para luego abrir la caja. Dentro tenía una pequeña estatua de un delfín de cristal y una palabra grabada en una placa. "Libre" decía.

Una pequeña lágrima se asomo por su mejilla y la limpió lo más rápido que pudo. El primer regalo de cumpleaños que había recibido en todo el día.

»Gracias« susurró bajito y el castaño sonrío satisfecho.

La camarera llegó con los pedidos y ambos comenzaron a hablar de cosas triviales. Por primera vez en mucho tiempo Haru se sentía feliz, pero no todo dura para siempre. Un golpecito en su hombro lo hizo voltear y ver a la persona que estaba detrás.

Sousuke.

Sus piernas temblaron de miedo y sus latidos de aceleraron. Algo malo iba a pasar y lo sabía... pero no en ese momento.

»¡Sousuke hola!« Makoto saludó animado como siempre »No sabía que vendrías aquí, creí que a éstas horas seguías en terapia por lo de tu hombro«

»Terminé temprano« dijo seco el de ojos aguamarina.

»Ya veo... oh, ya son las seis de la tarde y tengo rutinas que checar. Me tengo que ir Haru, lo siento, ah, yo pago la cuenta.« Se levantó de su asiento y caminó para abrazar al Nanase »Feliz cumpleaños otra vez Haru, nos vemos pronto« El castaño se despidió de los dos y salió de la cafetería.

»Vámonos« El tono de voz de Sousuke fue demandante y a Haru le asusto aquello. Tomó sus cosas y caminó deprisa, sabía que a el más alto no le gustaba esperar.

El camino a casa fue corto, pero con una atmósfera pesada. Haru sabía lo que iba a ocurrir y estaba aterrado. Una vez en el departamento Sousuke cerró la puerta y sus ojos adquirieron una sombra.

»¿Por qué saliste?« La primera pregunta salió al aire.

No hubo respuesta. Hacerlo sólo enfurecería al más alto.

»Responde«

Silencio.

Nanas sintió la primera bofetada. Luego la siguiente y las que siguieron a esa. Una y otra vez le llegaron golpes a su cuerpo ya maltratado. Lágrimas calientes salían de sus ojos y él agachaba la mirada para que Yamazaki no las viera, o le iría peor.

El dolor se detuvo cuando ya estaba tirado en el piso, casi inconsciente.

»Esto es para que aprendas a no irte«

Sousuke salió por la puerta y Haru la miró abrirse y cerrarse. Comenzó a llorar más y más fuerte para soportar aquel dolor infernal y se dio cuenta de que en esa relación tan destructiva como la que llevaban él era el retorcido, porque después de aquel desgarrador maltrato seguía amando a Sousuke.

FIN.

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