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—Te digo que no están hablando de eso. Seguro que ni siquiera se han dado cuenta. -Farfullaba el joven rubio, casi envuelto en pequeños copos brillantes que sin duda se le habían escapado por lo frustrante de la conversación.

—¿Entonces por qué tus padres llevan tanto tiempo ahí metidos? Seguro que el maestro les está echando la bronca del siglo porque agujereaste la puerta del baño con esas estrellitas tuyas. Alguien se habrá chivado.

—Que no. Que no tienen forma de saber que he sido yo. Tu eras el único que lo sabía, Kage. Si tu no te has chivado es que no están hablando de eso.

Pareció que el joven de pelo azulado se tomó como un ataque aquel inocente comentario del pequeño. Como sí él pudiese haberse chivado. Él no era un chivato. Y no iba a dejar que nadie creyese lo contrario. Se remangó la camisa y cuando fue a dar un paso hacia el menor de los dos, una mano en su hombro lo paró. La mano de Storm era casi más grande que su hombro, y notó como el frío atravesaba la ropa para clavársele en los huesos. Por supuesto, el hijo de Gajeel no se movió, ya no atacaría a su amigo por haber insinuado semejante cosa.

—Dejad de discutir por tonterías... Eso ocurrió hace meses -Murmuró el Fullbuster.-, si fuese por eso la conversación la habrían tenido antes... -El joven mago de hielo fijó su mirada en la pelirrosa sentada en el banco más cercano a la puerta del despacho del maestro y fue hacia ella, echandoles antes una mirada amenazadora a los dos niños.- Saldrán enseguida, no te preocupes...

—¿Te has fijado que todos los años es el mismo día? Esa mujer siempre viene el mismo día... Todos los años... Y la tarde de ese mismo, mis padres hablan con el maestro... -Murmuró la maga, que cuando algo le preocupaba aparcaba esa alegría que la caracterizaba para poder centrarse mejor.- ¿Crees que van a dejarla volver? A esa mujer, quiero decir... Si no se lo estuviesen planteando la conversación no estaría durando tanto...

—Creo que ellos tomarán la decisión que mejor convenga a todos. -Respondió el muchacho. Para la Dragneel escucharlo era tan tranquilizador como el fuego. Él lo sabía, por supuesto, y siempre que notaba un reflejo de angustia en los ojos de su amiga, se sentaba a su lado, igual que lo había hecho ahora, y simplemente, conversaban.- Era demasiado pequeño cuando pasó todo eso para acordarme de ella... Pero si se lo están pensando, por algo será...

—Mis padres no hablan de eso... Bueno, en realidad nadie aquí lo hace... Ig ni siquiera sabe nada de todo eso... -La joven echó la mirada atrás para fijarla unos segundos en su pequeño hermano, tan rubio como ella lo fue durante unos meses hace tantisimos años, tan sonriente como siempre.- Pero Sting y el Saber no la pintan como Santa Teresa precisamente. Por muchos años que pasen, siempre la han descrito igual.

Y es que habían pasado once años desde que en brazos de su madre y acompañadas por su tío, Luna había hecho el viaje de su vida. Apenas tenía ya recuerdos de aquello, de como llegaron y Lucy intentó mantenerla oculta de primero Fairy Tail y luego de su padre. De como él poco a poco fue acercándose a ellas, haciendo mella en una Lucy destrozada, protegida por el gremio de Saber Tooth, pero al final volviendola a conquistar, llegando al punto incluso de proponerse tres meses después de su llegada. Aunque boda en cambio fue años después. Había muchas heridas que sanar antes de subirse al altar.

No fue hasta que Luna cumplió los siete años que al final sus padres lograron casarse. Tres años después de que llegasen a Magnolia. La boda fue de todo menos tranquila. Los magos de Fairy Tail se volvieron locos aquel día. Luna lo recordaba con tanta claridad que a veces incluso reía solo de pensarlo. Que fuese la primera boda que Laxus oficiaba, no fue algo que ayudase a que fuese un día perfecto. De hecho, el momento de la ceremonia fue un desastre. Seguro que todos echaron tantísimo de menos a Makarov aquel día que su buzón se llenó de cartas pidiendo que volviese. Pero se había jubilado ya hacia tiempo, incluso se había ido de la ciudad a disfrutar esos años que le quedaban. Aún así ella lo pasó genial. Storm fue un muy buen compañero de trastadas durante aquella época, y juntos daban unos horribles dolores de cabeza a sus padres.

Kage nació poco tiempo antes, meses de hecho, y Cyn, meses después. Ahora ambos tenían ocho años. El hijo de Gajeel y Levi era un autentico macarrilla, se metía en movidas de las que a duras penas lograba salir, y ni hablar de las peleas. Contra todos quería pelear. Cynthia en cambio era muchísimo más calmada. Los pequeños supusieron que lo había heredado de su madre, claro, ninguno se imaginaba como había sido Mirajane en sus tiempos de adolescente. El haber crecido siendo la hija del maestro de uno de los gremios más poderosos e influyentes tenía su aquel. Del grupo de los cinco, era la que más sentido de la justicia tenía. La que conseguía poner un ligero orden entre los enanos. Luna se preguntaba dónde estaba ella en aquel momento para poder parar a Igneel y Kaze.

Porque claro, hacía cinco años había nacido su hermano pequeño. Igneel, que había llegado al mundo dando guerra como un autentico Dragneel era el rubio al que literalmente se le escapaban pequeñas estelas de magia cuando se alteraba. Qué irónico, ¿no? Ninguno de los hermanos sabia controlar su magia como tenía que ser. Literalmente Igneel era el niño bueno de los cinco. Cualquiera diría que aquel era Storm, con su tranquilidad y su buen hablar, pero no. El bueno era Igneel... quien lo iba a decir.

Los magos en Fairy Tail también habían cambiado. Muchos se habían ido, jubilado, igual que Makarov. Muchos otros ascendieron de rango, a algunos incluso los habían detenido más de una vez, pego en general... Todo iba como tenía que ir en Fairy Tail... Siempre tan escandalosos como siempre.

Al menos, hasta que la puerta del despacho de Laxus se abrió de golpe. Entonces sí, entonces todos callaron.

El tema de la conversación que había tenido lugar entre esas cuatro paredes no era un secreto para ningún adulto, todos querían saber cual era la resolución del conflicto.

—Me da igual lo de acuerdo que estés con esto, Luce. Yo no pienso formar parte de eso. Ni me levantes de la cama cuando esa mujer entre por esas puertas.

El vaso que Gray traía en la mano directo a ofrecérselo a su amigo para que al menos pudiese relajar los humos, se estampó contra el suelo. En ese momento, Luna se levantó del banco. Storm igual.

—Haz lo que quieras Natsu, pero yo sí que voy a hablar con ella.

EL SECRETO DEL DRAGON AL QUE LE CRECIERON LAS ALAS [2/2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora