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Los días siguientes fueron tensos. Tanto como hacía mucho. Natsu no había rebajado el mal humor ni un poquito, y eso estaba mosqueando a Lucy. Para sorpresa de más de uno, muchos de los magos se posicionaron a favor del pelirrosa. El maestro tuvo que hacer una lista de las personas que no podían estar en el gremio aquel día. Después de quince años, muchos miembros aún le guardaban un horrible rencor a la joven, odio incluso. Ya no solo por lo que se habían visto obligados a hacer hechizados a una compañera, a su hermana, si no por lo que todo aquello generó en el gremio. A nadie se le habían olvidado los cuatro años de amargura que Fairy Tail había pasado. Como muchos ni siquiera se miraban a la cara por absoluta vergüenza, como otros fueron cayendo en un pozo que parecía no tener fin...

A la semana, Laxus había podido contactar con Lisanna y habían acordado una fecha para el encuentro. La idea no era otra que sentarse y hablar, intentar entender que había pasado y como habían llegado a ese punto, pero incluso para eso, el maestro tuvo que establecer una serie de normas que todo miembro debía cumplir. Querían solucionar todo esto, poner ya el fin a un drama que el gremio llevaba años arrastrando, pero tonto no era. No permitiría que nada similar volviese a pasar.

Para empezar, a parte de los muchos magos que lo único que querían era romper cuellos, ninguno de los hermanos de la joven muchacha estarían presentes. Ni Mirajane, Ni Elfman. Eran las dos caras de la misma moneda y era algo que podría condicionar demasiado el rumbo de la conversación. Aunque jamás lo hubiese verbalizado, Mira quería a su hermana de vuelta. Elfman en cambio, jamás podría perdonarle lo que hizo, no sería de los que pondría freno a Natsu si esos dos llegasen a encontrarse, desde luego. Tampoco permitiría que Cynthia estuviese allí. Era partidario de encontrar soluciones, sí, pero no dejaría a su hija en el mismo lugar que la mujer que había arruinado años de vida a sus amigos. No pondría restricciones sobre los demás niños, pero no era un secreto que los demás pensaban igual que él. Aquel día no habría niños en el gremio. Y por último, y lo que más llamó la atención de todos, es que si algo se torcía, daba carta blanca a cualquiera. Pero solo Lucy decidiría cuál sería el destino de la Strauss. Justicia poética, afirmó Laxus cuando iba anunciando todas aquellas medidas frente a todos.

—Y no me pongas esa cara, Salamander. -Gruñó el maestro mientras baja poco a poco las escaleras bajo la atenta mirada de todos.- Sabemos que solo quieres ver el mundo arder ahora mismo. Pero si hay una mínima posibilidad de que haya algo más gordo detrás, hay que investigarlo.

Natsu sabía que tenía razón. Cuantas veces habría pasado él pensando en por qué de la noche a la mañana Lisanna hizo semejante barbaridad... Pero ahora que esa idea se estaba convirtiendo en algo real... ¿Era miedo lo que sentía? Miedo tal vez de volver a querer a su amiga tanto como la quiso y que una vez más, le arruinase la vida. O peor, se la arruinase a su familia.

—Estaremos cerca -Interrumpió Gray. Vio que Natsu estaba empezando a pensar, y eso no era bueno para nadie.-. En el local de enfrente o algún lugar donde los dragones podáis escuchar que es lo que está pasando.

Pero para su sorpresa, el pelirrosa negó.

—Los niños podrían escuchar también y por ahí si que no voy a pasar. Luna e Igneel van a estar muy lejos de Lisanna.

El resto de magos volvió a lo suyo. La conversación estaba volviéndose privada y no quisieron interrumpir ni cotillear. El matrimonio Dragneel se quedó hablando en una esquina con Gray, cuando Luna y Storm entraron por la puerta, seguidos de Kage, Cynthia e Igneel.

—Es cosa mía, o aquí cada vez hay más tensión... -murmuró el joven alquimista, buscando a su madre con la mirada, y desgraciadamente, no encontrandola.

El Fullbuster se llevaba muy bien con Jubia. Tanto que ella no había tenido reparos nunca en contarle qué sucedía realmente con todo aquello. Tal vez que se pareciese a su padre tenía algo que ver... Pero ahora esperaba un segundo hijo, y ya no se pasaba tanto por el gremio como antes.

—Saben cuando va a venir. Por eso están todos callados... -Gruñó Luna. Miraba de reojo a los pequeños grupos de magos que cuchicheaban sobre el tema.

Tan solo de pensar en toda esa situación, su cuerpo empezaba a calentarse. Odiaba todo aquello. Odiaba a la mujer que hacía que sus padres tuviesen pesadillas aún a día de hoy.

No se dio cuenta de cuanto había subido la temperatura de su cuerpo hasta que Storm puso una mano sobre su brazo y salió vapor.

—¿Venir quien~? -Igneel asomó la cabeza.- ¿Es Erza quien va a volver? Simon me prometió que me traería un libro de la última misión..~

Era curioso lo bien que se llevaban Igneel y Simon, incluso con una diferencia de edad de cinco años. Aunque también era verdad que lo que el pequeño Dragneel sentía por el pelirrojo era admiración pura y dura.

—Te dije que ellos llegaran mañana, Ig. ¿Quieres hacerme caso alguna vez? -Y esta vez, Cynthia, quien junto con Kage, agarraron al menor por los brazos y lo despeinaron para hacerlo rabiar.

Pero Luna ya no estaba a esa conversación. Había dejado a los tres bajo la atenta mirada de Storm mientras ella se acercaba a sus padres.

Cuando Natsu se dio cuenta de la seriedad de su hija, enseguida supo a que se debía e intentó localizar al bocazas que no supo callarse cuando los críos atravesaron la puerta de entrada. Con suerte para el bocazas, no lo encontró.

Resultaba que en el gremio todos sabían quienes habían heredado la magia (al menos en mayor o menor medida) de los caza dragones. Kage, Luna e Igneel, tenían un oido excelente. Todos tenían que cerrar el pico si el tema iba sobre la Strauss. Eso se dictaminó hace muchísimos años. Deberían saberlo más que de sobra.

-Mamá. -La voz de su hija sacó a Natsu de aquel charco de pensamientos homicidas.- Yo también quiero estar ese día.

EL SECRETO DEL DRAGON AL QUE LE CRECIERON LAS ALAS [2/2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora