Molly entró a la peluquería con su móvil en mano, mandaba un último mensaje a su mejor amiga, su única amiga. Ese tipo de amigas que hasta a pesar de la distancia casi corta y nada infinita o imposible perduran como el principio, hasta mejor aun. Le alertaba de su terrible cambio radical que quería hacerse, mientras su amiga en línea le convencía de lo contrario, Molly se sentaba en uno de los cómodos sillones blancos. Había otros clientes haciéndose estúpidos cortes, pero ella quería marcar verdaderamente el cambio. No quería ser la típica chica morena, y de cabellos negros que se sienta en el fondo de la clase mientras observa todo y a todos con profundo odio y celos.
Molly necesitaba verse diferente en ese espejo, el cual reflejaba su verdadero yo, un yo que no le agrada completamente, porque aun no termina de convencerla. Así que solo sonrío, en forma de saludo a las pocas clientas del local y aguardó.
Sonaba esas canciones viegisimas, que todos conocen de memoria de tantas veces que se repite en la radio. Aunque trato de relajar la ansiedad que la destrozaba por dentro, miró la telaraña que había en todos lados del local, también observo la gran grieta que se extendía por la pared roja, y fue detallista al encontrarse con una marca de barro sobre la cerámica negra. Sin prestar atención a nada importante, pero a la vez captando todo lo que sucedía.
La mujer que atendía la invitó a sentarse, así que hizo caso y le pusieron una estúpida bata amarilla, (amarillo es el peor color del mundo) y la hizo mirarse una última vez en el espejo.
-Necesito que me dejes el cabello totalmente celeste. Celeste.-Indicó Molly con una sonrisa totalmente de felicidad. La mujer hizo un gesto de dolor por el precioso cabello de la chica y comenzó a pasarle una crema que descoloraba su cabello.
-Después de esto no hay vuelta atrás-Indico la mujer.
-No podemos viajar en el tiempo, hay que vivir con errores.-Contesto de buen humor Molly, mientras observaba su cabello lleno de crema.
-Pero podes arrepentirte el resto de tu vida si no te gusta.
-Hay cosas por las cuales moriría por cambiar, y no es este el caso, es solo un tonto cambio de look, todos necesitamos probar diferentes cosas aveces.-La mujer le fue quitando la crema con agua, lavando su cabello con delicadeza y luego le hizo mirarse al espejo, donde notó que su cabello castaño era ahora rubio teñido.
-Ya no hay vuelta atrás... al menos dime que te gusta.
-Claro que me gusta, sino me gusta a mi ¿a quien le va a gustar? si todos están para criticar y juzgar. Ahora la cereza del postre, la tintura celeste.-Dijo ansiosa Molly. La mujer le sonrió y comenzó a dispersar la tintura del paquete por todo el cabello húmedo de Molly.
-Con este cabello celeste, será imposible pasar desapercibida, todos voltearan a verte, todos te halagaran.
-No quiero seguir siendo invisible, necesito que sepan que no soy lo que todos creen-Respondió de forma ruda, en el momento que la mujer acomodaba bien la tintura en cada parte de su cabello.
-A veces es mejor que nadie noté tu presencia, a que todos sepan que estas ahí. Me gustaría continuar siendo invisible para todos, así nadie sabrá de mi.-Le dijo la mujer mientras le quitaba la tintura demás con agua.
-Estoy en el anonimato, presa de la normalidad. Soy diferente.-Dijo con firmeza y dureza en la voz, la chica. Entonces la mujer le paso el secador de pelo por el cabello de esta velozmente, mientras le dejaba ver los mechones celestes.
-Espero que puedas cumplir tus deseos.
-Estoy viviendo para mi, claro que alcanzaré todo lo que quiero-Afirmó Molly viendo su cabello completamente celeste.
ESTÁS LEYENDO
Rebelde [3]
Short Story-No me gusta ser un fantasma que respira, quiero que sepán que estoy ahí. +No eres ningun fantasma, porque la gente a la que le importas, te pueden ver y sentir. Tercer libro de la saga "Crazy"