𝗚 ❚ Te miro, me miras y el mundo no
gira.
Todo parece mentira.
Tú sigues, yo sigo es nuestro
castigo fingir que somos amigos.
Y cuando no hayan testigos, mi vida
entera te daré, cuando nadie ve.
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❰ narra Minseo ❱
Cheong-san me agarraba fuertemente, obligándome a correr junto a él. El chico se cayó al ser lastimado por el mango del cuchillo que había arrojado Gwi-nam, haciendo que nos soltemos.
Rodeé por el piso (se me vio hasta el alma, ya que tengo pollera). Ahora, corría, no porque no quería estar con Gwi-nam, sino porque habían muchos zombies persiguiéndonos.
Nos adentramos a la biblioteca donde estaba un compañero mío arriba de los muebles de los libros. Rápidamente me subí ahí con Cheong-san.
— ¿Gwi-nam viene contigo? — me preguntó asustado, acomodándose los anteojos.
— sí, detrás. — entonces te mordieron. Vete — claro que no. Vete tú.
— yo estuve primero aquí. ¡Sal! — comenzó a empujarme.
— ¿cómo te atreves a empujar a un mujer y más a mi? — lo agarré por los hombros. Y comenzamos a pelear a ver quién se caía primero.
— ¡ya estoy harto de que me pidas la tarea! — ¿¡que tiene que ver eso!? A parte me contaron que te gusto. — ¡claro que no! — ¡claro que sí! ¡Todo el mundo gusta de mí!
El chico se resbaló y cayó junto con los zombies, que lo devoraron al instante. El causante del que el chico se cayera fue Gwi-nam.
— Minseo... — me agarró de la cara suavemente — nunca más te vayas de mi lado. Mataré a todo el que lo haga. Ahora quedate quieta, ¿sí? — me dió un pequeño beso en los labios y fue trás de Cheong-san.
— ¡Gwi-nam! ¡Cheong-san es mi amigo recuerda eso! — le grité, pero no me hizo caso.
— ¡Minseo!
Una voz de una mujer me hizo voltearme. Era Na-yeon.
— ¿que haces acá? — le pregunté mirándola cómo corría y se subía a dónde estaba yo.
— una de las dos se tiene que sacrificar para que la otra se salve — me dijo agitada —. Y esa vas hacer tú.
Ella me empujó, sin dejar que yo me defienda. Caí completa, pero me agarre del borde del mueble e intenté subir. Na-yeon agarró un libro y comenzó a golpearme los dedos para que caiga, haciéndome sacar una serie de quejidos.
Con fuerza, me agarré de un solo brazo y el otro lo usé para sacarle a Na-yeon el libro de sus manos, reboleándolo hacia los zombies para que se distraigan. Subí desesperadamente. La miré a la pelirroja.
— ¿¡qué te pasa esquizofrénica de mierda!?
— ¡haciéndote carnada para los zombies, imbécil!
Ella comenzó a pararse, agarrándose el pelo en una falsa coleta. Rodeé los ojos, suspiré y me pare sin ganas.
