Capitulo 4

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A las confesiones del colegio, iba todo el mundo, pero con conocimiento de causa. Se daba otra acepción al proverbio de «a buen entendedor con pocas palabras basta».

Georges comprendía ahora lo que significaba para sus compañeros la práctica de los sacramentos: un medio de vivir en paz, sino con su conciencia, al menos con la de sus maestros. Ya era como Lucien, como André, como los demás.

La clase de inglés le permitió conocer al último de sus profesores. Gozaba de gran
prestigio por una estancia de veinte años en Inglaterra. Tenía el rostro de color rojo ladrillo, como el que se supone en los ingleses. Hablaba con los ojos cerrados, dejando caer la cabeza hacia atrás, como en una especie de desvanecimiento. Su acento, probablemente de los mejores, provocaba ataques de risa sofocados. Tenía aspecto de saborear cada sílaba. En su singular manera de decir «yes», ponía todo su inglés.

Georges estaba contento de que aquel jueves no hubiese paseo (como compensación del que dieron el día posterior al comienzo de las clases). Le hubiera gustado que en un día como aquel prescindiesen incluso del recreo. Estaba impaciente por encontrarse en el estudio de la tarde. En la merienda, colmó de golosinas a Lucien.

Por fin llegó el momento en que pudo escribir: «G. de Sarre desea ver al señor
Superior».

Fue Lucien quien, al estar el último de la fila, entregó la nota en la colecta. La echó un vistazo. «¡Te felicito!», dijo. Georges respondió que sus padres le habían recomendado realizar aquella visita de cortesía, al cabo de unos días -lo que ya le había contado a Marc. Su plan estaba trazado: había metido el manuscrito en un sobre vulgar sellado con el membrete del colegio, que entregaría al superior, diciendo que acababa de encontrarlo en la puerta. Estaba orgulloso. Él era el más fuerte ahora. Era él quien manejaba los hilos. Se burlaría tanto del superior como de André.

¡Qué inocente el bueno de Lucien prestándole su cuaderno de sucio de matemáticas! De hecho, aquel día habían pactado un acuerdo para el intercambio de los deberes, en el que las matemáticas representaban su única contribución. No era culpa suya, decía, ser brillante solo en lo que Georges no destacaba.

-En todo caso -declaró-, nos complementamos.

-Tienes el arte de complementar -dijo Georges-. Serías un buen fabricante de pâté de alondra, siguiendo la receta clásica.

-Equivale a decir que tú eres la bestia de labor y yo soy la alondra.

Georges replicó canturreando:

Alouette,
Gentille alouette,
Je te plumerai.= Alondra,
Agradable Alondra,
Te desplumaré.

En el fondo, estaba contento de superar a Lucien en los trabajos escolares; era algo
que ya le estaba reservado de la sucesión de André. Entre tanto, esa tarde, era su deudor; ¡le venía muy bien! No obstante, copió los deberes tranquilamente, para probarse que tenía determinación.

Poco después de las seis, el celador le llamó y le entregó su nota refrendada. Al alejarse del pupitre, Georges notó bruscamente la gravedad de su empresa; lamentó haber tenido esa idea. Por mucho que pensase en Lucien, maldecía la nota que ahora lo arrastraba muy a su pesar. ¡Cuánto le despreciarían sus compañeros de haberlo adivinado! Georges no estaba amenazando solo a André, sino a toda la comunidad. Al
mismo tiempo que el secreto de un alumno, desvelaría un poco el secreto de todos. Al menos le aliviaba que André no estuviese allí para asistir a su salida; poco antes, este último había abandonado la sala de estudio.

Georges atravesó el salón de actos, después el patio interior, y llegó a la gran escalera. A medida que se acercaba al temido final, se daba cuenta, no solo de su responsabilidad, sino también de las mismas dificultades de aquel paso. ¿Había reflexionado bien sobre el desarrollo de la escena? ¿Qué cara pondría el superior al leer aquel extraño mensaje? ¿No sospecharía que se tratase de una perfidia del mensajero? Si era un hombre de honor, pues era noble, ¿qué pensaría de ese hijo de marqués, que pagaba así su bienvenida? ¿No recaería sobre el denunciante el desagrado que le
inspiraría aquella poesía libertina? La operación era demasiado arriesgada. Había que renunciar a aquel medio y de momento dejar las cosas como estaban. Ya ganaría la amistad exclusiva de Lucien a su hora, y quizá sin perjuicio para nadie.

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⏰ Última actualización: Sep 25 ⏰

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Amistades Particulares {George Y Alexandre}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora