-oh pequeña, pequeña diabla, te volviste a perder o solo te vuelves a esconder? oh oh oh mi lindo diablito, otra vez, otra vez te fuiste mi lindura...
no mas... no ¡MÁS!
pequeños pasos marcados en la nieve con manchas de sangre mientras que muy atras se escuchan las balas perdidas de varios soldados, oh pequeño, porque corres? acaso hulles? no temas mi pequeño, bueno,si... tememe...
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Tememe hasta la MUERTE...
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El pequeño de piel de porselana sin bandera en su rostro corria a mas no poder, a pesar de la nieve y la posible hipotermia que tendría despues de una larga racorrida por el bosque, escapando de aquel moustro que mato a su querido padre... oh pobre, no sabe a donde ir, como quisiera ayudarte tambien, el pequeño tropezo con una raíz sobresaliente, quedando adolorido y en el suelo con sus ojitos con lagrimas cerrados.
al abrirlos vio como un revolver estaba en su frente, sus pequeñas lagrimas se volvieron en un gran llanto, rogando y pidiendo que no lo mataran, suplicas y suplicas hicieron enojar a aquel moustro haciendo que a lo lejos que donde estaban el y el pequeño se escuchara un disparo, los demas moustros que estabasn allí pensaron que ganaron, hasta que vieron su vida pasar por sus ojos, claramente todo murieron al mismo tiempo, el unico sobreviviente fue aquel moustro mayor desde su auto con un rasguño en su ojo derecho, estando asustado encendio el auto y arranco lo mas rapido que pudo, haciendolo perder... el pequeño estaba dudoso el porque no sentia dolor de la fria bala pasar sobre su craneo, con lentitud abrio sus ojos mirando a una pequeña chica con sangre en su cabello cuerpo y garras, el niño estaba sorprendido y austado, con gran valentia decidio hablar con un tono de voz tembloroso
-кто ты?... что ты (quien eres?... Que eres?)
claramente devia preguntar, mientras el niño aclaraba la vista, en la espalda de la mujer vio unas alas de murcielago de un todo rojizo sangre, unos cuernos largos con las puntas de amarillo y una cola de demonio igual rojiza, su piel era mas blanca que la nieve mintras que de sus garras hasta sus codos se difuminaba un color negro, la chica no movio ni un solo musculo, solo se quedo viendo el cuerpo del moustro desangrando y manchando la fria nieve de rojo
