-Niño Kim, es hora de despertar-Nana entró a la habitación, abriendo las pesadas cortinas a medida que hablaba-Su madre lo busca para desayunar juntos, el rey ha salido a dar un paseo, pidió que lo encontrara en el jardín central después del desayuno.
-Buenos días Nana-respondí un tanto adormilado mientras retiraba las sábanas de mi cuerpo y estiraba los brazos.
-Buen día, niño. ¿Dormiste bien?-Nana se acercó a la cama y comenzó a acomodar mi cabello, entreteniendose un poco en la pequeña trenza de hilos de mi nuca.
-Si, aunque nuevamente tuve ese sueño.
Nana retuvo la respiración unos momentos antes de suspirar y continuar peinando mi cabello.
-¿Ya le has encontrado una respuesta? ¿Hubo algo nuevo?
-No Nana-suspiré-Es el mismo de siempre y me siento igual de feliz que cuando salgo al bosque.
-Yo te lo he repetido hasta el cansancio, tú, mi niño , solías correr con lobos-Nana guardó silencio, solo un momento, pero el suficiente para hacerme creer que ese dicho que muy de vez en cuando le dice, significaba algo más.-Pero basta de cháchara, vistase y no haga esperar más a su madre.
Nana salió de la habitación dejando que me vistiera, me acerqué al espejo para terminar de colocar los adornos del cabello y me preguntó porqué había dejado crecer la trenza de hilos tanto tiempo, pase la mano por la cicatriz en mi hombro, aquella que me había acompañado desde hace algún tiempo.
Según mi madre, mientras descansaba en el prado un zorro me había atacado, pero sinceramente no recuerdo mucho de esos últimos cuatro años.Recordaba mi infancia, lo mucho que mi padre me llevaba al bosque y me contaba la importancia de cada criatura y el cómo me enseñó a manejar el arco, la espada y a pelear cuerpo a cuerpo, recordaba como entraba a hurtadillas en la cocina y robaba las tartas de Nana. No puedo olvidar las aburridisimas clases de su madre sobre historia, negocios y tratados con los demás reinos y tribus, ni tampoco olvidaría mi cumpleaños número diesiciete y cómo fui presentado-oficialmente-ante el pueblo como el príncipe heredero.
Sin embargo, a partir de los dieciocho todo era un torbellino de imágenes aleatorias, el bosque, fogatas, el prado, canciones antiguas que sólo se tocaban en ceremonias de gran importancia y unos preciosos e imponentes ojos negros que con la luz de la luna brillaban en amarillo.Muchas veces intenté preguntar, pero nunca encontré respuestas, Nana a pesar de ser muy sabia ya tenía sus años y su memoria no siempre era confiable, mi madre decía que no le recordara aquellos oscuros tiempos en los que casi pierde a su hijo y mi padre, no habla conmigo, sólo me llevaba a dar paseos a caballo en el bosque y me mira como si esperara algo de mi y cuando no lo obtenía su mirada decaía y regresaban al palacio. Los sirvientes tenían estrictamente prohibido hablarle, así que no respondían a sus preguntas, la única conclusión que parecía viable es que pasó algo verdaderamente malo en esos años y mi memoria lo había bloqueado para protegerse y poder avanzar.
-Buenos días, hermano-El segundo príncipe entró a la habitación como si de la suya se tratase-Madre me mandó a buscarte porque tardas demasiado.
Salté en mi lugar al no esperarse repentina entrada.
-¡JiHoon! ¿Por qué demonios no tocas?
-¿Tan temprano y ya maldiciendo?-el príncipe JiHoon rió-Madre se pondrá furiosa si supiera que además de tardar tienes una boca sucia.
Jihoon caminó y se dejó caer en mi cama.
-Pero de verdad, apresurate. Incluso los sirvientes ya han atrapado a JiEun, la han vestido ¡Y hasta la convencieron de usar zapatos!
