Capítulo 2

458 70 122
                                    


El lugar quedó en silencio. O al menos eso sintió Alec. De alguna forma no escuchó al subastador, ni a nadie más, mientras continuaba atrapado en la mirada de Bane. Justo cuando Alec sentía que no podía más, escuchó a lo lejos el golpe de madera, que lo trajo de vuelta a la realidad.

– ¡Vendido! Al señor Magnus Bane de Corporativos Bane. ¡Felicidades! –

La habitación aplaudió, y Magnus se levanto, aceptando los aplausos. Maryse se veía horrorizada. Magnus simplemente sonrió a la dirección de los Lightwood, mandándole otro guiño a Alec, que hizo que su rostro se calentara.

– No tiene vergüenza, ¿Quién se cree que es ese rarito? ¿Qué diablos va a hacer con doscientas horas del tiempo de Alec? Probablemente construir algún almacén de drogas o algo así, – Lydia escupió.

Alec solo necesitaba aire. ¿Qué estaba mal con él? ¿Por qué este hombre le afectaba tanto?

– No te preocupes, Alec, encontraremos alguna forma de librarte de esto. No espero que pases más de cinco minutos con alguien como Bane, sin importar lo mucho que haya pagado, – Robert le dijo.

Nadie parecía notar que Alec se encontraba en shock.

– No nos adelantemos, cariño. Después de todo, ese hombre tiene uno de los negocios más exitosos de la ciudad. Trabajar con él será una forma de decirle al mundo que los Lightwood pueden con lo que sea. –

– No puedes hablar enserio. – Izzy le miró como si su mamá estuviera loca. – No puedes estar tan desesperada como para hacer negocios con ese fenómeno de circo, quiero decir, mírale. – Izzy tembló.

Alec continuaba sin decir nada, y finalmente Lydia lo noto.

– ¿Alec? ¿Te sientes bien? Te ves un poco pálido, – ella dijo, apretando aun más su mano.

– Estoy bien, – Alec logró decir, intentando sonreír.

El resto de la subasta paso, y Alec solo quería que esto terminara para poder salir a tomar un poco de aire.

Finalmente terminó, y la banda comenzó a tocar de nuevo. Robert tomó la mano de su esposa y ambos se unieron a las parejas que bailaban en la pista. Los padres de Lydia hicieron lo mismo, y Alec comenzó a sentir aun más pánico al darse cuenta que probablemente Lydia esperaba que el hiciera lo mismo.

– Volveré en un momento, – le dijo a Lydia, quien ya había abierto la boca para decir algo.

– Okey, – dijo la chica, lanzándole una mirada acusadora, pero Alec ya se había levantado e ido.

Alec caminó a través de la multitud, solo asintiendo cuando alguien le felicitaba por la subasta, como si fuera algo bueno. Al menos no lo era para Alec. Finalmente llegó a una de las puertas, pero esta estaba cerrada. Comenzaba a sentirse aun más atrapado cuando por otra puerta, vio salir a un mesero. Esperó a que se volviera a abrir, y salió por ella.

El aire de la noche le hizo finalmente poder respirar aliviado. Continúo caminando sintiendo como la tensión de su cuerpo iba poco a poco desapareciendo. Encontró un sitio donde no había gente y se recargo en la pared.

Estaba en el jardín del hotel, alumnado por hermosas luces que colgaban de los árboles y de una fuente en medio de todo, con luces de color rosa y blancas. Alec se concentró en el ruido de la fuente, relajándose con él, cerro los ojos.

Pero su mente solo volvía hacía el misterioso Magnus Bane. Su rostro apareció en su mente, sus hermosas facciones, sus perfectas pestañas, sus elegantes cejas, la forma en que sus ojos le miraban, la perfecta y formada nariz, sus rellenos labios mientras le sonreían.

Hasta Que Te ConocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora