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FETISH - ARMIN ARLERT

La oscuridad en la que se encontraba la habitación era causada por la fuerte tormenta que se estaba originando en esos momentos, las gotas de lluvia comenzaban a caer contra el cristal y se percibía un fuerte resplandor, fruto de los truenos y relámpagos que la oscura noche regalaba.
El rubio mordía suavemente el trozo de chocolate que se encontraba en su mano, mientras que con la otra sujetaba su libro de dragones, le apasionaban las historias de fantasía, gracias a ellas había obtenido una gran imaginación y soñar despierto era la motivación de su día a día.
La ojos del chico comenzaron a cristalizarse, la chica sentada a su lado lo notó y no dudó en acercarse.
Al hacerlo se percató también del rico olor a chocolate que provenía de su boca y las ganas que tenía de volver a besarle, de quitarle la tristeza a través de besos, tan profundos en sentimientos como el mar.

-Armin, ¿estás bien?-la joven le preguntó mientras acariciaba su mejilla de una manera lenta y suave, el chico separó su mirada del libro y le sonrió limpiándose con la manga de su camiseta sus lágrimas.

-S-sí, lo siento, solo me ha dado pena una parte del libro, siento ser tan sensible-contestó él agachando la cabeza.

La fémina no dudó en utilizar su otra mano para esta vez levantarle la cabeza al chico y empezar a masajear su cuero cabelludo con una delicadeza indescriptible, sin prisas, tomándose tu tiempo y asegurándole que no era nada de lo que estar avergonzado.

-P-ero no puedo evitar no avergonzarme, no sé ni para que estás conmigo, con todos los chicos fuertes que hay y tú estás con el más débil de todos, deberías haberle dicho que sí a Eren cuando te dijo de salir. Aunque me doliera no tendrías que pasar por mis tonterías-agregó el chico aún más apenado.

De algo de lo que se había enamorado la chica estos últimos años fue de la gran sensibilidad de su acompañante, porque ella quería a un chico al que poder cuidar y amar.

-Cómo te oiga decir eso una sola vez más te voy a hacer el amor hasta que olvides quién eres, ¿me oyes? Si estoy contigo es porque me encanta como eres, me vuelves loca Armin Arlert-advirtió la chica mientras pasaba sus piernas por la cintura del chico que se encontraba sentado al borde de la cama.

Él apoyó una de sus manos sobre la mano de la chica que se encontraba sobre su mejilla ahora y la otra la posicionó sobre su cintura, acariciándola mientras susurraba lo mucho que le gustaba.
Ella lentamente comenzó a mover sus caderas, al percatarse de lo mucho que lo estaba disfrutando, agarró el cuello del chico y acerco sus labios a él.
Mordió suavemente su cuello, dando pequeñas lamidas. Él al percatarse de la humedad de la chica a través de su ropa y ella de la dureza del miembro de él no pudieron contenerse más, pesados gemidos salían de la boca de ambos, queriendo romper esa barrera para sentir piel con piel. Tan solo recordar cómo sus fluidos se mezclaban y su miembro entraba y salía de la intimidad de ella en lentas y profundas estocadas los volvía locos.
Suspirando pesadamente separó sus labios del cuello del chico y los llevó hacia su boca.

-No he podido dejar de pensar en todo este rato lo rico que huele tu boca, desde que has entrado a mi habitación he tenido ganas de besarte hasta que mi boca y la tuya compartieran el mismo olor-mordió con ansias el labio inferior del chico y se dispuso a adentrar su lengua en la cavidad ajena, saboreando hasta el mínimo rastro de chocolate que quedaba.
Ella desaceleró el ritmo, quería disfrutar de él y como tenían todo el tiempo del mundo ya que estaban solos, se lo podían permitir.
Él descendió sus manos hasta el trasero de la chica agarrándolo y frotándolo lentamente en su ya perceptible erección, su feminidad estaba cada vez más y más mojada, deseando ser tocada, lamida y penetrada.
Ambos se fijaron en el vaivén de movimiento producido por sus intimidades, cada vez se rozaban con más pasión hasta que llegó el punto en el que él se separó y se dio la vuelta, dejando a su ansiosa chica debajo.