Voz

415 26 9
                                    

Eras como cualquier otro niño, nunca habías hecho nada malo, bueno, alguna que otra trastada, pero nunca le habías hecho daño a nadie. No importaba como lo vieran, tú eras solo un niño y no te merecías el odio con el que te trataban

Cuando todo empezó, tú estabas en un charco de tu propia sangre, luchando por tu vida, esperando que tus heridas no te mataran y tu sangre no te ahogase.

Te habían hecho daño, y a nadie le importaba, te querían matar aunque  solo fueras un niño indefenso.

No querías llorar, te negabas a hacerlo, pero tu pecho dolía de la tristeza que te traía. Porque nadie te quería, no tenías a nadie a tu lado para que te cuidara y no entendías el porqué

Aunque intentabas descubrirlo, preguntándose lo a aquellos que al menos no te trataban con odio. Nunca te dijeron nada y nunca lo entendiste

Pero entonces lo escuchaste, una melodiosa voz que te llamaba, que te pedía que vivieras.

Tú abriste los ojos rápidamente, dejando ver al mundo tus azules y puros ojos, manchados de sangre y perdiendo su inocente y vivero brillo.

Peleaste por levantarte, querías buscar a la voz, pero tus piernas no podían con tu peso, estaban demasiado débiles, lloraste, pero tú no te diste cuenta en ese momento, estabas demasiado ocupado gateando difícilmente hacia el bosque. Hacia donde la voz te decía

Tú seguiste sus órdenes, la voz no te gritaba, no te insultaba, no te odiaba... Aunque no supieses quien era la voz, aunque no pudieses ver de donde provenía, la voz estaba ahí, te ayudaba, te hablaba tranquilamente, como una madre a su hijo, su tono era suave, agradable, te tranquilizaba...

El bosque se tiño de rojo mientras tú pasabas por ahí, pero a ti no te importo, que más daba si te seguían, ¿Qué iban a hacer? ¿Matarte? Eso no te importaba ¡si ya estabas con un pie en la tumba!, tu aceptabas la muerte como una opción y no te importaba si llegaba a tí

Continuaste andando hasta que llegaste al lugar donde la voz te dijo, ahí lo viste, en el suelo, un pequeño gorrión que gritaba, este estaba herido, no podía volar.

No sabías por qué la voz te guío hasta allí, pero a ti no te importo, había algo en ese gorrión que te llamaba

Lentamente, gateaste hasta él. Te arrodillaste delante de este, sacando fuerzas de no sabes donde, escuchabas los gritos de auxilio del animal, pero no reaccionaste a ellos.

Lo tomaste en tus manos, este intentando picarte para que le soltases, pero durante unos momentos, lo viste delicioso, había algo en el que te parecía un manjar de los dioses, mucho mejor que el ramen que te veías forzado a comer porque no tenían nada más

Y antes de que te dieras cuenta, ya lo habías mordido. Los gritos de dolor se detuvieron. Lo habías matado.

Pero tu solo bebiste su sangre, caliente y sabrosa, escuchando como bajaba por tu garganta, notando su textura grumosa y su curioso sabor, te enamoraste instantáneamente. Nunca antes habías tomado nada tan bueno como esto 

Tu chakra brilló, salió de tu cuerpo y te rodeo cubriéndote protectoramente, empezó siendo de un demoníaco color rojo, pero chakra azul también salió, fusionándose con el anterior ya presente, convirtiéndose en un extravagante color morado, un color que nunca antes se había visto en el chakra

No lo sabías, pero tú, ya no eras tú. Aunque lo hubieses sabido en ese entonces, no te hubiera importado, "¿por qué querrías ser un niño débil que se deja golpear por gentuza?" Te dijo la voz, tú solo asentiste y seguiste comiendo al ave, ni siquiera le habías quitado las plumas, estabas desesperado por alimento

El chakra te curó, mucho más rápido que cualquier otro chakra lo hubiera hecho, ni siquiera un jutsu médico se podía comparar, sin entrenamiento, ya superadas a Tsunade Senju en regeneración, pero tu no lo sabías, ni siqueras sabías quién era esa mujer.

Te levantaste y caminaste por el rastro de sangre que dejaste al gatear hasta allí, querías volver a casa, aunque sea para poder dormir un rato, no te importaba la sangre que cubría tu ropa y rostro

Volviste a casa, andando lentamente, ignorando las aterradas miradas de los aldeanos con los que te encontrabas.

Pero no estaban aterrados por la sangre que ensuciaba tu ropa y boca, sino por la aterradora sonrisa que tenías, mostrando unos prominentes colmillos que antes no tenías, tus bigotes también se habían vuelto más prominentes y tus pupilas se habían vuelto iguales a las de un zorro...

Tenían miedo de que te estuvieras transformando, pero tú lo ignoraste todo, escuchando a la voz alagándote, diciendo lo bien que lo habías hecho y lo fuerte que te volverías en el futuro.

Llegaste a tu casa y la voz no estaba contenta, mencionaba como tú te merecías mucho más que esto, que era estúpido, que tú, como el gran niño que eras, te vieras forzado a vivir cerca de esa gentuza y en un apartamento casi cayéndose por sus malas condiciones

La voz te ordeno que mañana a primera hora, mucho antes de que cualquier otro se despertara, salieras a buscar un nuevo lugar para vivir. Lejos de los aldeanos que no apreciaban lo increíble niño que eras

Tú asentiste y te fuiste a dormir.

Pero por la noche, mientras tu dormias algo más ocurría. Te observaban, el hombre a quien llamabas abuelo había ido a visitarte. Había escuchado lo que te ocurrió, pero no vino a ver tu condición, sino para confirmar lo que los aldeanos habían visto. Observo tus bigotes, revisó tus colmillos y con cuidado miró tus ojos.

Se asustó, se dio cuenta de que habías cambiado, pero no sabía cuanto lo habías hecho, no se dio cuenta de que tú, ya no eras tú. Por qué él nunca te conoció de verdad. No hizo nada al respecto, decidió esperar a ver como continuabas, para ver si seguías cambiando, porque si eso pasaba él tendría que hacer algo al respecto

Pero si eso llegará a pasar, ya sería demasiado tarde para hacer algo en tu contra. Pero él no hizo nada y con eso se fue,la cosa es que él no era el único que analizaba tu cambio.

Dentro de ti, la bestia que encarcelas también lo hacía, se dio cuenta de lo que estaba pasando, pero no sabía como era posible, o que significaba todo esto, nunca antes lo había visto. Nunca había pensado en ver algo como lo que estaba viendo contigo y por un momento, la bestia tuvo miedo. Porque tú ya no eras tú. Como ya no eras tú, nadie sabía de lo que eras capaz, nadie te conocía, ni siquiera tu mismo sabías quien eras

Pero eso te encantaba, te encanta lo desconocido, porque entonces tienes algo que descubrir, cosas nuevas que probar, y cosas nuevas que aprender. Tú ya no querías ser Hokage, porque tú ya no eras tú, y no arriesgarías tu vida por salvar a quien no se lo merece, a proteger a quienes te miraron por debajo del hombro

No volverías a caer tan bajo.

No volverías a hacer nada a favor de nadie.

Porque tú no eras tú.

El caníbalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora