Prólogo

5 1 0
                                    

Hola, soy Adriana Giadda Da costa, más conocida como Adri o Gia. Soy de Brasil, al igual que mi madre, Larissa Da costa.

Mis padres se conocieron en un viaje que hizo mi padre a Brasil. Mi madre vivía en el barrio en el cual mi padre se hospedó. Allí la conocían como o milagre da cor, traducido al español como el milagro de colores, pues por algún milagro mi madre nació con los ojos de colores distintos: amarillo y azul. A demás de eso, mi madre era de las más hermosas de la zona, o incluso la más, pues contaba con unos rasgos únicos, jamás vistos en aquel lugar: una mujer de piel morena con unos ojos brillantes.

Mi padre se enamoró de ella platónicamente, como si ella fuera la única mujer en la faz de la Tierra. Hizo todo lo posible por enamorarla, y así lo consiguió. Aún que no lo tuvo muy difícil, pues él también era un apuesto italiano, el gran Lorenzo Giadda Leone, que con su acento logró cautivarla al instante.

Después de unos cuantos años de relación se casaron allí en Brasil, concretamente en el estado de Pernambuco. Y seguidamente me tuvieron a mi, Adriana, la pequeña Gia.

Diez años después de que yo naciera nos mudamos a Italia por el trabajo de mi padre, que pronto se convirtió en uno de los grandes empresarios allí en Milán. Allí pasé toda mi infancia, honestamente la infancia con la que cualquier niño soñaría, pues estaba abastecida de lujos y caprichos, a demás del amor que nunca me faltó, hasta ahora. Hace dos años que mi madre murió por un cáncer de riñón que la envolvió por completo poco después de haber sido detectado. Jamás superaré aquello, jamás me daría el gusto de hacerle eso a mi amada madre.

Pero creo que alguien quedo aún más dañado que yo, mi padre. Aún que el no lo muestre, yo se que no es el mismo, y que por dentro está devastado. Él la amaba. Él la amaba más que a nada en este mundo.

Mi padre no soportaba vivir en la casa donde él y ella plantaron sus raíces, no soportaba que cada cosa que veía le recordaba a ella. No soportaba no poder volverla a ver. Así es que nos mudamos de nuevo, pero esta vez a un lugar un poco más peculiar, pero sin llegar a salirnos de Milán. Nos instalamos en San Siro, un barrio conocido por sus guettos y su delincuencia, aún que nosotros nos quedamos en la zona rica y segura, pero no muy lejos de su cara oscura.

Actualmente tengo 16 años, aún que dentro de tres meses, en Agosto, cumplo 17. Lo de mi madre ocurrió cuando yo tenía 14, así que imagínate a una niña de esa edad sin su madre, en pleno crecimiento y hormonal. Todo mal. Hasta el día de hoy me sigo preguntando como no me maté yo también.

El milagro de coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora