Prologo

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Se sobresalto al escuchar el estruendo, levanto la mirada, para encontrarse con las expresiones de preocupación de sus parejas, los cuales rápidamente se acercaron a él.

Si era sincero, sentía una profunda vergüenza en esos momentos, ¿Qué dirían?, sus ganas de destrozarle la cara al idiota que le hizo eso, incrementaban cada segundo más, aunque puede que ya no haya que destrozar, recuerda que dejó el rostro de ese imbécil hecho un horror, pero pensaba que quizás quedé aún un hueso que romper, lo averiguaría luego.

—Los dejo –dijo el médico luego de explicarles en un prevé resumen la condición del paciente al omega y alfa recién llegados.

Al momento en que el hombre dejo la habitación, el omega rubio no dudo ni un segundo en acercarse a su pareja que permanecía sentado sobre la camilla.

—Tienes las manos destrozadas –tomo entre manos las de su pareja.

No dijo nada, sentía que cualquier cosa que diría, preocuparía más su amado, en parte sabía lo imprudente que puede llegar a ser con las palabras, o el mal juego de oraciones.

El alfa a paso lento también se acercó, su expresión era de una clara preocupación, pero también se le podía notar furioso, coloco su mano derecha sobre las manos de sus omegas y empezó a cubrirlos de sus feromonas.

Lo primero que aquel alfa dominante, quien respondía al nombre de Keisuke, había notado apenas entrar a la habitación, fue, el asqueroso aroma que envolvía al mayor de sus parejas, el de mechones negros y rubios tenía impregnado feromonas que no era ni de su pareja omega ni de su pareja alfa, y aquello ponía de mal humor a Keisuke.

Pero algo alertó al alfa, las feromonas de su omega menor empezaban a rodear a su otro omega, creando una barrera que no permitía ingresar a sus feromonas.

—No creo que sea buena idea –hablo el rubio.

Keisuke no entendió eso en un principio, pero posteriormente al cruzar miradas con sus parejas pudo notar su error.

—Chifuyu –susurro débil el omega de mechones rubios, mientras se aferraba al brazo del nombrado.

—Los que yo tomo no funcionarán, iré a por los que te recetaron –dijo poniéndose de pie, aún con su pareja aferrado a él.

—No –hablo finalmente el peli negro– yo iré a por ellas.

El rubio solo asintió para volver a tomar asiento junto a su pareja. El pelo negro antes de salir del consultorio, soltó un suspiro, tendría que pedir perdón luego.

—Mis feromonas no deberían afectarte tanto –explica atrayendo más hacía él al omega mayor– pero dime si te llegan a incomodar.

La pesada respiración de Kazutora, era cada vez más controlada, luego de lo acontecido horas atrás, era obvio que las feromonas de algún alfa tendrían efecto en él, a pesar de su condición, el olor de un dominante seguía siendo algo que ponía en alerta sus sentidos, eso en otras situaciones significaría un avance positivo en su tratamiento, pero este no era el caso.

Sin embargo, ahí estaba su querido omega, el cual con su aroma le envolvía como una manta que le protegía de cualquier peligro que le involucrase con un alfa, a veces pensaba en lo ridículo que eso era, siendo él el mayor, el cual debería proteger a su pequeño omega, pero los roles cambiaban cuando su invulnerable estado se hacía presente.

—Atemos a Baji para que no haga una tontería –rio torpe ante sus ocurrencias.

Aunque tan alejado de la realidad, no se encontraba. Por otro lado, estaba un peli negro con los nudillos destrozados luego de los tantos golpes que le dio al muro frente a él, dejaba en claro que las cosas para el idiota que se atrevió a tocar a su omega, no serían tan fáciles, crearía si es posible, un infierno solo y tan solo para ese ser despreciable.

Dos omegɑs[Bɑjifuyutorɑ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora