Oscuridad. Es todo lo que veía. El reloj a mi derecha marca las cuatro y media y todo parece tranquilo, como si el mundo fuese a terminar. Los grillos no hacen su cántico nocturno, el viento que golpea la ventana de mi cuarto mueve consigo las ramas y hojas del árbol del jardín. Observo en dirección al techo pero la espesa negrura me permite pensar -¿Adonde iré?- Con lo acontecido antes de acostarme era imposible dormir y solo conseguí cerrar los ojos algunas horas, parece que no tengo cansancio, que todo se resolverá al día siguiente pero nada es más falso que eso. No lo hará por cuenta propia, tendré que hacerlo yo.

Con una respiración honda me quedo sentado sobre el colchón y las sábanas frías. Presiono la parte superior del despertador antes de que suene la alarma y en teoría tenga que despertar. Me pongo de pie para buscar algo de ropa limpia en la cómoda del cuarto, saco un par de tenis de abajo de la cama para tenerlos listos después de la ducha, luego abro con cuidado la puerta de mi cuarto, la cierro y prosigo a entrar al baño. Cierro la puerta. Ya estando adentro enciendo la luz presionando el botoncito, me miró en el espejo y luzco terrible, como si me estuviese muriendo, podría decir que así es, aunque tan solo es un momento de la vida. Antes de abrir las llaves y meterme bajo el agua, me doy cuenta de que no llevé conmigo las prendas por lo que regreso por ellas con la misma cautela con la que entré. Con una cubeta de adentro de la habitación de lavado, dejo que caiga el agua, y me doy cuenta de que el ruido que provoca en realidad es molesto y seguramente terminara despertando a mis padres, pero ya da igual, mientras el líquido se calienta me desvisto poco a poco, el cuerpo me duele como si me hubiesen dado una paliza, aunque ignoro el dolor. Cuando ya esta lo suficientemente tibia me meto y comienzo a lavarme, el cabello, la cara, el cuello, brazos y torso, después la entrepierna y terminó en los pies, el agua que resbala por mi rostro solo me recuerda algo. Yo estoy vivo y tengo que salir del problema, ese sentimiento me recorre todo el cuerpo y se siente tan bien.

Tras terminar, con una toalla del gabinete y quito la humedad. Me pongo la ropa interior, unos jeans y la camiseta. Saco un peine del mismo mueble para peinarme con un poco de gel. Al salir, el reloj marca las cinco, tenía prisa pero aún así podía llegar a tiempo la clase. Preparo la mochila, un sándwich con jamón, queso de la nevera y pan de la alacena, recojo mis llaves y me voy caminando a la parada del autobús. Todo está oscuro también, el frío es demasiado así que decido regresar por una sudadera lo bastante gruesa para ayudarme a calentar.

El aire que mueve las copas de los árboles lo respiro muy fresco, se siente bien. Hoy por la mañana, no había demasiada gente esperando el autobús, éramos un hombre con maletín y yo, solo nosotros. Tomé asiento, mientras seguí pensando - ¿Adonde? - Durante las horas de trabajo, al menos en mis tiempos libres tendría que buscar en la web algún departamento o cuarto en renta, era lo mejor, el efectivo no me alcanzaría para comprar uno ni en sueños. Tomaría nota de los teléfonos y direcciones para poder ir cuando tuviera tiempo, pero sería muy pronto. Quizás le preguntara a Mónica si ella sabe de alguno. Todo aparentaba ser caos.

El camino me pareció tan corto y triste, no volví a ver al perro pero si que el árbol por el que no baje, ya no estaba, me destrozo ver a las personas caminar como si nada, como si no notarán que ya no estaba allí el ser. Parecían contentas de ver que aquel magnífico árbol ya no les estorbaría nunca más y no lo soportaba, quizás plantar otro era la solución lógica, aunque no todo lo puedo hacer yo. Cuando llegue a la Facultad y entre al salón estaban algunos compañeros, todos en sus respectivos grupos, reían, algunos desayunaban y otros hacían tareas. Yo me senté en uno de los lugares de enfrente a esperar a que el profesor hiciera acto de presencia. Seguí pensando. -No concentrarte en el ahora no te ayudará en nada, trata de olvidar lo por ahora- Antes de poder pensar en otra cosa, el maestro entró con las manos cruzadas, parecía divertido y algo simplón, planeaba algo.

El Resto de Nuestras VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora