Capítulo 1.

1.1K 9 0
                                    

Capítulo 1.

El joven Guillermo estaba tomando el sol en una de las hamacas junto a su gran piscina, con sus cabellos rubios aún más dorados, su piel pálida algo más morena y sus ojos azules cerrados por la presión de la estrella anaranjada. A sus veintidós años, vivía aún con papá y de su amabilidad, tenía toda la vida a sus pies.

Cuando sonó el timbre y una de las sirvientas cuyo nombre no podía recordar corrió a abrir, su padre apareció minutos después junto a él, vestido con un elegante traje negro de extravagante etiqueta, removiendo sus aires de superioridad. Su pelo negro y ya algo canoso, junto a sus ojos oscuros y aún así inexpresivos, mostraban a un hombre rudo y exigente, que inspiraba todo tipo de miedos, pero no a su único hijo.

-Cariño, ¿aún en la piscina?- Preguntó el adinerado señor, con un tono de voz que solo utilizaría para hablar con la joya de sus ojos.- De verdad, me voy y vuelvo y tú estas en el mismo sitio.

-¿Para qué moverme? No es necesario, el sol está estupendo.- Contestó Guillermo con un tono un tanto orgulloso, aunque bien disimulado. Abriendo un poco los ojos al oír la voz de su padre.

-Deberías ponerte gafas de sol.

-Que sí papá.- Dijo cogiendo unas gafas negras de debajo de la hamaca, aunque cerrando los ojos bajo el cristal blindado. Y así continuo, como si su padre se hubiese ido, tumbado cómodamente, con su bañador azul intenso apretado hasta medio muslo.- Cariño. Creo que necesitas un nuevo asistente o asistenta, si lo prefieres.

-Yo no necesito nada.- Descartó, ahora sí, con una chulería no disimulada.

-Pues mira, yo creo que sí.- Confirmó su padre, elevando un tanto la voz.- No me refiero a otro sirviente, ya hay suficientes. Lo que te veo es muy solo. Te acuerdas que hace años la buena de Sofía se encargaba solo de ti, normalmente. Ayudándote con lo que tú necesitas y...

-He dicho que no. No me volverá a hacer falta una niñera. Ya soy lo bastante mayorcito como para hacer las cosas por mí mismo. O al menos eso aseguraste cuando la despediste.

-Yo no digo que no seas mayor, además no será una niñera. Más bien yo estaba pensando, en un chico o chica de tu edad más o menos, que estuviese ahí para lo que tú necesites, abrochar un botón, hacerte un bocadillo, limpiarte la piscina porque hay una hoja... yo que sé, lo que tú quieras. Además así te hace compañía, que se me parte el alma al verte tan solo.

-Ya tengo mis amigos.- Bufó el joven.- Miranda y Felipe, por ejemplo.

-Claro que sí, cariño. ¿Te refieres a los jardineros, esos que solo se llevan bien contigo para que les hagas favores?

-No quieren ningún favor.

-Lo que tú digas. ¿O te refieres como amigos a Lucas y Rodrigo, los hijos de la competencia?- Preguntó su padre con sarna.- Seguro que son espías. Mejor que tu compañía venga aquí a estar contigo, a ayudarte porque le pagamos y así le tengamos controlado.

-Lo que tú digas, papá.- Suspiró Guillermo, cansado de discutir. Recuperando la adecuada postura sobre la hamaca y cerrando con tranquilidad los ojos bajo el cristal, de nuevo.

-Perfecto, Guillermo. Moveré unos cuantos hilos y está misma tarde lo tendrás aquí.- aseguró su padre, antes de perderse por el camino e ir a parar al interior de su mansión.

Así que, el joven trató de relajarse y no pensar en nada. No le hacía gracia la idea de su padre, pero debía acatarla y tal vez se ganase un buen amigo, aunque no tenía esperanzas reales de ello.

-----

En otro lado de la gran ciudad, posiblemente en la zona más alejada, se situaba un pequeño barrio obrero. Donde se cernían, sobre todo, edificios de baja estatura y anchos, donde vivían varias familias. En uno de estos pisos vivían Iván y su madre, Elisa. Iván tenía apenas 20 años y aunque en su momento había sido un buen estudiante y su mayor sueño era ir a la universidad y ser abogado, por ahora iba rotando de trabajo en trabajo, tanto como para vivir, como para ir algún día a cumplir su sueño. Su padre había fallecido hace unos seis años y estando su madre en la ruina con un hijo estudiante, se puso a trabajar de camarera durante dos años, mientras estudiaba un curso de maquillaje. Desde entonces y hasta ahora, había trabajado en una peluquería especializadas en paquetes de fiesta, que incluyen peinado, maquillaje y vestidos, para quien se pueda permitir sus precios abusivos. La peluquería Rena, se había ganado su renombre a lo

Cerca y lejos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora