Omegashaciendotijerasquenosontijeras

1.8K 127 53
                                    

Capítulo 19: Sentir Placer
Era una habitación, lujosa. Endemoniadamente soberbia con sus telas, los cuadros —pinturas de antaño, de miles de dólares— y el candelabro que colgaba del techo iluminando una silueta. Una silueta masculina. El ambiente estaba impregnado de su aroma rasposo y néctar de lo prohibido, un probadita inocente de lo que sucedía.

Axel estaba fundiéndose con él... estaban haciéndolo.
Lo sentía dentro.
Estaba dentro.
Y era maravilloso.
Una delicia.
Un delirio.

Teniendo las piernas abiertas, alguien se movía entre ellas, una y otra vez, sin parar. Sin robarle su placer. Axel no retenía los gemidos —sonidos vergonzosos que salían como canciones de amor de sus labios—, la pena se había esfumado cuando se arrodillo y le lamió. Cuando le chupó el sexo con ansia y desesperación. Ya no era necesario ocultarle nada. Él ya lo sabía todo. Él le había dicho de todo. Sentía cada estocada como corrientes eléctricas, sacudidas de placer que amenazaban con volverlo loco, un adicto. Un demente.

No tardó mucho en seguirle el ritmo y enrolló las piernas en la cintura del otro para que el contacto nunca se desvaneciera, que esta vez se vuelvan uno a pesar que la vergüenza —un rostro sonrojado y ardiendo como una tetera— arrebatara el momento que había esperado toda su vida.

Él estaba viéndole, un brillo en sus ojos tan peligroso como intenso. Quemaba. Axel se mordió el labio para aguantar el vaivén de eso en su interior. Violento, exquisito y muy cruel si se detenía. Quiero más. Más. Más fuerte. Se disolvía cual hielo en volcán, había probado el sabor del sexo y ahora quería sus derribados ¿En la pared? ¿En el balcón? Enrojeció de imaginarse tal situación y se asustó al desear que sucediera. Al anhelar que él le tomara en público.

—¡Ah! Sí... ¡Ahí! —gimió Axel perdido en el placer. Lo sentía tan adentro que no imaginaba que hubiera algo más donde llegar, pero terminaba sorprendiese gratamente de que él encontrara un mundo de posibilidades— Lo haces... jodidamente rico...

Otra embestida, rápida, certera, profana. Axel se retorció de calidez y apretó entre sus dedos las sábanas blancas.
Quería besarlo, jugar con sus lenguas y entremezclarse con su saliva, sentir su aliento sobre su cuello y escucharle gruñir. Necesitaba hacerlo, era una exigencia que sus labios rogaban.

Además de otras, claro. Alzó los brazos dispuesto a atraerlo y clavarle un beso. Y él lo vio, primero con sorpresa y negó riendo. Axel se sintió desvanecer. Habían hecho otras cosas y ahora parecía que pedirle algo tan simple como un contacto de labios era una locura.

—Te lo dije... —él se agachó, Axel rápidamente se colgó de su cuello como un crío. Necesitaba tocar su piel, toda y no solo su miembro— Todo menos un beso...

—Pero... Yo quiero... ¡Ah! ¡Ah! ¡Dete...! —trató de decir pero fue interrumpido por las violentas estocadas que sacudieron todas las entrañas. Axel sintió profanado los límites del placer, de su cuerpo y de la realidad. Rómpeme— Oh... Sí...

—Si deseas que te bese... —susurró en su oído, Axel sintió un escalofrío sobre el cuello—. Búscame... porque luego olvidaré esta noche. Como tú pediste, como tú exigiste. Como yo obedeceré.
Y se acabó.

Los temores, la ira, el placer, se apagaron como un cerrillo. Los sentidos volvieron y la respiración errática y la piel caliente sobre le mullido colchón tuvo sentido.
Se había despertado.

Parpadeó intentando comprender la situación, el corazón era un tambor y sentía su ano muy humedecido sin contar el leve endurecimiento de su miembro. Axel retuvo un gemido en la garganta cuando sus piernas se tocaron, la piel estaba terriblemente sensible. El sueño había dejado su cuerpo en un detestable estado de excitación.
Pero se recuperó rápidamente al percatarse de que alguien le estaba viendo.

Chats y memes de SDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora