Aquellos que gritan no dominarán el mundo

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El tiempo es infinito y
las horas se envuelven en una densa neblina
cada vez que el reloj se detiene
y las agujas no pasan.
Tic toc, tic toc, tic toc.
En mis oídos resuena el plañir de unas campanas
imaginarias, artificiales y hoscas
que en realidad no existen, pero yo sé que están ahí.
Te esperan.
Sin embargo, tú quizás ya no vuelvas.
Yo lo sé, tú lo sabes y los demás también.
Pero
en qué momento nos dimos por vencidos.
Qué es aquello que tiene más valor que tú y que yo y todo nuestro mundo.
Qué es aquello que te empuja para que colapses y te vayas
arriesgándolo todo,
buscando un camino de esperanza
que nunca debió existir.
Pero claro, están los otros,
esos que deciden que tú y yo nos enfrentemos.
Esos que nos engañan, nos asustan y malamente
nos empujan a pelear
cuando las horas se hacen infinitas.
Mientras tanto, cuando todo estaba bien.
Cuando tú y yo y el mundo, todo era bonito
ellos se flagelaban por impotencia y sus delirios crecían.
Por eso, ahora llegan escupiendo mentiras
y nos hieren
y todo lo que dicen es basura.
Mediocridad y falacias de una visión distorsionada
de una realidad artificial que nos obligan a masticar.
O sino,
dime quién marco esa linde.
Dime quién ha dicho que ese trozo es tuyo.
Dime quién decide que aquello de allí no nos pertenece.
Nadie.
El mundo es de todos y todos somos el mundo,
pero los que más gritan quieren controlarlo.
Los ególatras mal nacidos, feos y acomplejados
que en algún momento fueron desdeñados por los fuertes
han encontrado un camino y ahora, se vengan.
Y tú y yo, y todos los que ni siquiera sabemos decir su nombre
morimos.
Todo se acaba para nosotros
porque cuando el reloj vuelva
y el tic toc avance de nuevo,
tú y yo y los demás, ya no estaremos
y entonces, otros tú y yo y lo demás
diferentes,
vivirán esa vida
que los que más gritan nos han arrebatado
sin entender,
que las campanas repican para todos y
que las deudas de sangre, nunca prescriben.
Tic toc, tic toc ,tic toc.
Las agujas se mueven, el reloj avanza y
el tiempo es infinito.

Ivanna Bru

Poemas de GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora