7. El viaje

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Los pasados tres días habían sido algo difíciles, me sentía mal emocionalmente, y eso hacía que me sintiera mal físicamente, pase las últimas dos noches con fiebre, dolores de cabeza intensos e incluso alucinaciones, mi terapeuta fue a verme y recomendó hospitalizarme, pero gracias a la insistencia de mis amigos y al juramento de Diego de que no se separaría de mí, ella accedió a dejarme con ellos, hablo con mi psiquiatra y la dosis de mis medicamentos aumento de la noche a la mañana.
La luz se filtraba por la ventana, parecía que sería un hermoso día, o que era una hermosa tarde, la verdad no tenía noción del tiempo, había comido poco así que eso tampoco me ayudaba a guiarme en el tiempo, a mi lado estaba Diego, tenía los ojos cerrados, y bajo ellos unas profundas ojeras, él había cumplido con su palabra, llevaba tres días sin desampararme, ni a sol ni a sombra, aun cuando los gemelos partieron ayer él a duras penas se despidió de ellos. Los medicamentos que estaba tomando me tenían en un estado de sopor profundo del cual salía por momentos, solo para ver que nada a mi alrededor había cambiado, pero ahora si había algo diferente, había dos grandes maletas al lado de mi puerta, era hoy, se supone que hoy viajaríamos, pero Diego en esas condiciones no podría conducir y mucho menos yo que estaba aún bajo el efecto de la última dosis
—Diego—le llame, pero no despertó—Diego, ven acá
Al abrir los ojos mi corazón se hizo pequeño, su mirada se veía hundida en su rostro, sus ojos verdes resaltaban en contraste con el morado de sus ojeras, llevaba tiempo sin dormir bien
—Tranquila, estoy bien aquí—Y de nuevo se acomodó en la silla de mi escritorio
—¿Aun planeas viajar hoy?
—Sí, ya arreglé tus cosas, espero que no te moleste, es que no quería despertarte
—Diego, no puedes conducir en ese estado, ¿Cuánto llevas sin dormir bien? Mira el sol, aún tenemos tiempo para que duermas, o incluso podemos salir mañana, podemos omitir mi última dosis y así podría ayudarte en el camino, 18 horas de viaje son 18 horas
—Sussy—tomo mi mano entre las suyas—Estoy bien, solo un poco dormido aun, pero todo va a estar bien
Hice acopio de toda mi fuerza y lo halé hasta mi cama, pero la verdad fue que él mismo me movió hasta quedar acostado en el borde de la cama, me senté con el mundo dando vueltas y con la voz más autoritaria que puede tener alguien drogado le dije
—Diego, vas a dormir por lo menos 6 horas, no voy a dejar que arriesgues nuestras vidas de esa forma, y no me pienso tomar la siguiente dosis, me niego a ser un zombie durante el viaje—me miro ceñudo ante la última afirmación—entiendo que no estoy bien, pero no puedo vivir de pastillas que me adormecen la mente y el corazón
—Bueno, dormiré hasta las 4 de la tarde, y después de eso viajamos
Acepte y él se acomodó en la cama, no necesito mucho tiempo para quedarse profundamente dormido, mientras yo poco a poco despertaba del sueño intenso que me producían los medicamentos, no pensaba dormirme de nuevo, quería tratar de bañarme y arreglarme un poco, aunque llevaba varios días viéndome como un zombie, quería que él me viera bien, me viera bonita y arreglada, así que cuando sentí que empezaba a roncar trate de levantarme de la cama, fracasando estrepitosamente, el suelo me recibió de frente y ahí, a cuatro patas sentía como el mundo se movía a mi alrededor, como si anduviera sobre nubes, con mucha dificultad llegue al baño y al entrar en contacto con el agua fría la sensación de mareo disminuyo, pero igual salir del baño fue bastante difícil; en mi habitación seguía Diego profundamente dormido, su pecho subía y bajaba despacio con cada respiración, era casi hipnótico verlo dormir, como pude me vestí con lo primero que encontré entre lo poco que dejo él en mi armario, no sé cuántos días piensa que nos quedaremos, pero empaco casi toda mi ropa, así que tuve que echar mano de unos joggers negros viejos y una camiseta blanca con un estampado que ya casi no se distinguia que decia cuando ya estuve vestida volvi a mi puesto en la cama junto  a Diego para disfrutar verlo dormir.
Un pitido constante me despertó, la alarma del celular estaba sonando, ya debían ser las 4 de la tarde, Diego no estaba por ningún lado, cuando tome mi celular para apagar la alarma ya eran las 6 de la tarde, era la hora de la dosis nocturna, en cuanto apague la alarma Diego entro a la habitación con un plato de comida en una mano y las pastillas en la otra
—Ten—me ofreció primero el plato, era un sándwich de pollo que tenía una pinta deliciosa
Comí con gusto por primera vez en estos días, era consciente de lo que estaba comiendo y lo estaba disfrutando, tanto que lamente el momento en que di el ultimo bocado a mi comida, tome un largo trago de jugo de mora y lo mire fijamente, estaba dispuesta a no tomarme esta dosis, si íbamos a viajar por lo menos viajaría despierta
—Ten—Me ofreció esta vez las pastillas, dos grandes amarillas alargadas, dos grandes redondas rosadas, una pequeña rosada, una pequeña blanca, una pequeña amarilla, no sabía que eran, pero sabía que me iban a hacer
—No
—Ten
—Ya dije que no
—Por Dios Sussana, no te comportes como una niña
—NO VOY A TOMAR ESO—casi le grite
—Sussana, deja de ser una niña malcriada, me he roto la espalda durmiendo en esa silla cuidándote porque un idiota no supo hacerlo, me he desvelado viendo como deliras solamente porque tus sueños no son tranquilos, me he mortificado viendo cómo te vuelves un ente con estas mierdas, pero igual te las doy para que de pronto mejores
—Por eso, no las quiero, no quiero mortificarte con mis delirios, ni quiero que tu sueño se altere por el mío, no las quiero
—Sussana por última vez, o te las tomas por las buenas o te las tomas por las malas
—Que me vas a hacer, ¿amarrarme? —Y puse ambas manos al frente con las muñecas juntas—Vamos hazlo le reté
—No juegues conmigo, por Dios, ¿Qué quieres de mi Sussana?
—Te quiero A TI, creí que era bastante obvio
—Esto no está bien—dejo las pastillas sobre mi mesa de noche y me dio la espalda dispuesto a salir de la habitación, esto no podía quedarse así
Lo tome por el hombro y sin darle opción a ni más giro la cara estampe mis labios contra los suyos, rompí mi regla, empecé el juego de nuevo, él no opuso resistencia, antes al contrario su respuesta me sorprendió, me tomo fuertemente de la cintura, su beso ya no era suave como lo había sido en ocasión anteriores, era demandante, algo violento, y eso me volvía loca, con poco esfuerzo me levanto del suelo y me tiro a la cama, un segundo después ya estaba encima mío, besándonos con desesperación, era esto lo que queríamos desde hace tiempo, llevábamos años soñando con esto, nos queríamos, nos amábamos, pero más aún nos deseábamos, y era ese deseo el que lograba que cada vez volviéramos uno a los brazos del otro, sus manos acariciaban mi pecho y abdomen por debajo de la camisa hasta que su mano de posiciono en mi cuello y poco a poco empezó a apretar, un gemido escapo de mi boca y lo tomo como una señal de aprobación, hasta que sus labios dejaron los míos, sus ojos, aun enmarcados por las ojeras, tenían un tono oscuro y un brillo perverso, sus labios estaban rojos, me miro largamente con una sonrisa en el rostro, hasta que de la nada me soltó y se levantó como si la cama le estuviese quemando
—Puta vida—Murmuro— Que dijimos Sussana, que putas dijimos sobre estos juegos, está prohibido, no se puede
—Estoy cansada de no poder hacer lo que quiera por miedo, por ese miedo eterno que dejo él en mí, estoy cansada estar quebrada por lo que dejo él en mí, estoy cansada de no poder amarte de verdad por culpa de él—Tome las pastillas que estaban en la mesa y me las metí todas a la boca bajándolas con algo de jugo—Mira, ya me tomé las malditas pastillas, ahora ya puedo ser el zombie que no les genera conflictos a tus cabezas porque estoy medio muerta
Salí de la habitación dando un portazo y bajé rápido al sótano donde se encontraba el auto evitando el rápido efecto de las pastillas, ya que cuando encontré el auto me sentía de nuevo mareada y con sueño, Diego no demoro mucho en unirse a mí, venía con las maletas que organizo con gracia en el baúl
—Necesito que abras la puerta o me voy a desmayar —alcance a murmurar antes de perder el conocimiento
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Takotsubo: El Síndrome De Un Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora