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Mafumafu estaba en el más profundo de los sueños cuando llamaron a la puerta de su habitación, despertándolo. Algo confundido y todavía somnoliento, buscó a tientas su celular dando manotazos sobre la cama hasta dar con el aparato y llevárselo encima del rostro para ver la hora. La luz lo cegó por unos pocos segundos, haciéndolo bufar bajito mientras trataba de comprender los números que le devolvía la pantalla. Ya casi eran las dos de la mañana... Frunció el ceño, convencido de que el golpe había sido parte de su imaginación y dispuesto a volver a dormirse cuando nuevamente oyó el suave toc toc sobre la madera de la puerta, y entonces comprendió que no estaba soñando y que alguien realmente lo estaba buscando.
— Mafu, ¿estás despierto? —Preguntaron del otro lado, golpeando una vez más—. Mafu...
Gruñó sobre la almohada antes de incorporarse de la cama, algo irritado, encendiendo la lámpara de la mesilla de noche antes de levantarse del todo. Se encaminó hacia la puerta bostezando y rascándose la nuca para abrir justo en el momento en el que su hermana planeaba volver a golpear. La miró con los ojos entrecerrados y sin comprender nada, ganándose una risilla de su parte. Era obvio que ella acababa de llegar de la calle pues aún no se había quitado el bonito vestido azul ni el maquillaje del rostro, con lo cual Mafumafu se sorprendió un poco. Esa noche su hermana ya había avisado que saldría con unos amigos y que volvería tarde, así que no entendía qué hacía Reol en su cuarto pasada la medianoche en vez de estar de fiesta o, en su defecto, duchándose y alistándose para dormir luego de la fiesta o algo así.
— ¿Estabas dormido? —Preguntó ella en un susurro, a lo que él asintió—. Ay, perdona... puedo volver mañana.
— Ahora ya estoy despierto —balbuceó haciendo un puchero sin darse cuenta—. ¿Qué pasa?
— ¿Puedo pasar? —Cuestionó Reol en lugar de responder—. Quiero contarte algo muy importante.
— ¿Ahora? —Soltó Mafumafu, pero ya estaba haciéndose a un lado para dejarla entrar a su cuarto—. Espero que sí sea muy importante, onee-san, porque a esta hora...
— ¡Lo es! —Se apresuró a decir ella para luego sentarse sobre la cama del menor—. Siéntate aquí, con onee-san.
Obediente, Mafumafu apoyó la puerta y volvió a la cama, sentándose al lado de su hermana y mirándola expectante. El sueño ya había abandonado su sistema lo suficiente como para que estuviera atento a las expresiones de Reol, tratando de adivinar qué sería tan importante para que tuviera que contárselo a esas horas sin poder esperar al día siguiente. La chica estaba sonriente y con las mejillas ligeramente sonrosadas, mordiéndose el labio mientras jugueteaba con las manos sobre el regazo. Mafumafu la conocía bastante así que no le costó adivinar que ella estaba buscando las palabras correctas para decirle aquello que la tenía tan contenta, y eso no hizo más que despertar su curiosidad por completo.
— ¡Yah! Estoy pensando cómo decirlo, espera —se defendió Reol, riéndose nerviosa—. No te pongas celoso, ¿puede ser? —La petición lo hizo alzar una ceja, dudoso, pero terminó por rendirse al ver la mirada que le dedicó ella—. Bien. Yo... conocí a un chico hace un tiempo, ¿sabes? Hace como dos meses... Tiene tu misma edad, pero es muy maduro y... bueno, yo... él me gusta mucho, me gusta desde que lo conozco, y al parecer yo le gusto también ahora que nos volvimos más cercanos y logró ver más de mí... Es apuesto, masculino y muy inteligente... y... y ahora estamos saliendo.
—... ¿saliendo? —Fue lo único que logró decir, sorprendido—. ¿Te refieres a salir como...?
— Como novios, sí —finalizó ella por Mafumafu, sonriendo ampliamente—. ¡Acaba de pedírmelo, en realidad!
—...
— ¡Él es increíble, en serio! —Continuó Reol, ajena al silencio sepulcral del menor—. Aún no puedo creerlo... No fue romántico ni nada, él no es muy detallista en verdad, ¡pero fue perfecto! Viniendo de él fue perfecto...
—...
— ¡Estoy muy feliz! Quería contárselo a alguien, ¿y quién mejor que mi hermanito? —Finalizó ella, rodeando el cuello de Mafumafu con un brazo—. ¿Estás feliz por mí, Mafu?
— Supongo que sí, onee-san —logró decir, algo abrumado por la noticia—. Siempre y cuando tú lo estés...
— Eres un cielo —canturreó Reol, besando la mejilla de su hermano—. Lo estoy, mucho, no te preocupes. Él es un gran chico, sé que irá bien.
Mafumafu asintió como única respuesta, confiando en las palabras de su hermana y en la enorme sonrisa que adornaba su rostro. Reol, por su parte, entendió esto como su señal para despedirse y así lo hizo: abrazó una vez más a Mafumafu, se levantó de la cama, le revolvió el cabello y se despidió de él luego de desearle dulces sueños, cerrando la puerta y dirigiéndose a su propia habitación, dejando a un meditativo Mafumafu recostado en la cama observando el techo mientras pensaba en lo que acababa de descubrir. No se fiaba completamente de aquel desconocido, ¿quién lo haría?, pero la expresión de completa alegría en el rostro de la chica era suficiente por el momento como para que se hiciera a un lado y dejara a Reol ser feliz con aquel sujeto. Claro que no bajaría la guardia en ningún momento, Reol era su hermana y su mejor amiga, y él la protegería con garras y dientes de todo mal. Pobre de ese chico si se atrevía a romperle el corazón a su hermana, porque entonces conocería la furia de Mafumafu y no la sacaría barata.
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❥➼ Esta es una adaptación, lo que significa que la obra no es mía, yo solo me encargo de sustituir los nombres y detalles para conveniencia del fanfic.
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